Cada vez resuenan más los acontecimientos ocurridos en un poblado a 210 kilómetros de Nairobi, en Kenia. Allí se encuentra el que desde 1988 es el Santuario Mariano Nacional de Subukia, regentado por la Órden franciscana y con testimonios de abundantes frutos. Entre ellos, los peregrinos aseguran ser testigos de sanaciones y del fortalecimiento de la oración de miles de asistentes, aunque por el momento las autoridades eclesiásticas se encuentran «a la espera»: ni niegan lo sucedido ni lo reconocen de forma oficial.
Hace tiempo que el santuario, situado en la diócesis de Nakuru y perteneciente a la Conferencia Episcopal de Kenia, recibe a decenas de miles de peregrinos cada año. En un reportaje sobre el santuario publicado recientemente por National Catholic Register con declaraciones del obispo de Nakuru, Cleophas Oseso Tuka, se eleva la cifra de peregrinos a los 200.000 cada año.
Según se lee en el portal oficial del sitio, la historia de Subukia comienza en 1984, con varios testimonios que aseguraban haber presenciado algunas apariciones marianas. No fue hasta 1988 cuando la conocida como «Aldea de María, madre de Dios», fue proclamada oficialmente como Santuario Mariano Nacional. Poco después donaron 50 hectáreas para el nuevo santuario y en 1991 se celebró la primera misa como acción de gracias por la generosidad de los locales.
La edificación del santuario se enmarca en los años que siguieron a la visita de San Juan Pablo II en 1980, en la que el pontífice invitó a edificar un santuario mariano nacional. La proclamación de dicho santuario tuvo lugar ocho años después.
Una de las fechas más icónicas que rodean el emplazamiento es el 7 de diciembre de 1991, vigilia de la Inmaculada Concepción. Aquella tarde, los trabajadores que acondicionaban la zona observaron la presencia de un pequeño manantial de agua clara que parece haber fluido sin pausa desde entonces.
«Una señal del Cielo»
Un hecho insólito que es interpretado por muchos como una «señal del cielo», debido a la sequía que asolaba la región. Muchos lo celebraron desde el principio como una gracia mariana. El 1 de enero de 1992, el obispo Cornelius Kipng’eno Arap Korir, entonces al frente de la diócesis de Eldoret, presidió la misa inaugural del santuario en la solemnidad de María, Madre de Dios.
El franciscano Raymond Ogutu Owino, nativo keniata y actual rector del santuario, afirma que se expandió la creencia de que lo sucedido era una gracia de la Virgen: `Es Nuestra Señora quien ha concedido esto´, dijeron».
Uno de los primeros administradores del santuario fue el sacerdote John Jones, que obtuvo una nueva imagen mariana tras el incendio que vandalizó la primera, de origen irlandés, en 1998. La nueva talla fue llevada a Subukia y bendecida el 9 de diciembre del 2000.
Tras el regreso a Irlanda del administrador del santuario, el sacerdote Francisco de Eldoret ocupó momentáneamente el cargo hasta que en 2005 la Conferencia Episcopal invitó a los franciscanos para custodiar el santuario. El 29 de agosto de aquel año se fijó la Custodia Franciscana de Kenia, que se estableció oficialmente en el santuario el 5 de octubre de 2006.
¿El Lourdes de África?
Actualmente los peregrinos que visitan el santuario pueden encontrar una gruta y capilla con la imagen de la Virgen, un Vía Crucis o una capilla que alberga el manantial original con agua que fluye otros tres secundarios, uno donde se puede beber el agua, otro donde lavarse y un tercero en el que sumergirse. Por su estructura, ya hay quien se refiere a Subukia como «el Lourdes de África».
Un grupo de peregrinos rezan el Vía Crucis en Subukia.
Entre los planes a futuro, los franciscanos pretenden edificar un emplazamiento dedicado a la oración que cuente con una gran iglesia, albergue de peregrinos, un centro de retiro, el monasterio de las Hermanas Clarisas, una capilla dedicada a la confesión y la adoración perpetua o sala de conferencias, entre otros espacios.
El santuario ha sido reconocido por el Vaticano como un lugar de oración. A pocas semanas de la publicación del documento vaticano para el reconocimiento de las apariciones y otros sucesos sobrenaturales, las autoridades eclesiásticas no se han pronunciado sobre este aspecto relacionado a las apariciones marianas o el efecto milagroso atribuido a las aguas. Los franciscanos que regentan el santuario aseguran que la creencia en lo que allí sucede está muy extendida, lo que prueban las elevadas cifras de peregrinos, como también afirmó en 1993 el obispo de Nakuru, Nidngi Mwanza’a Nzeki.
El padre Szulc, un fraile polaco que llegó al santuario en 2006, asegura a National Catholic Register la existencia de «muchísimos testimonios de personas que se curan al beber el agua» y que por eso muchos acuden «con una fe tan fuerte».
Testimonios de milagros y sanaciones
Cuenta que el primer testimonio de sanación fue el de un artista alemán que colaboró en el diseño de la cruz del santuario. Tenía un grave padecimiento en una mano al que los médicos no encontraban solución, y que fue sanada tras lavarse las manos en Subukia.
También destaca el caso de una mujer de Nairobi, escéptica y cínica con los que acudían con fe al santuario. Tras diagnosticarle un tumor cerebral, se lavó en las aguas y el tumor desapareció. O el de un hombre de la India, también afectado por el cáncer, que hizo dos visitas a Subukia: la primera para probar el agua y la segunda, unas semanas después, para agradecer la desaparición del cáncer.
También se describe un conflicto entre peregrinos por el acceso al agua, tras lo cual el agua dejó de fluir. Cuando acudieron preocupados al franciscano que regentaba el lugar, este les animó a rezar. Los peregrinos empezaron a pasar las cuentas de sus rosarios y a las pocas horas, el manantial regresó a su estado habitual.
Las autoridades, «a la espera»
Por su parte, el obispo Cleophas Oseso Tuka, afirma que por el momento se limita a “esperar y ver qué pasa”. En caso de que haya sucesos realmente milagrosos en el santuario, se abrazará al documento vaticano sobre las apariciones como «una guía que ayude a autenticar» los relatos. También subraya que la iglesia local está abierta a la posibilidad del milagro, si bien cree que el santuario supone «una invitación a la oración y al alimento espiritual» más amplia.
«Si ocurre un milagro, muy bien. Pero creo que lo más importante que hace la gente allí es la oración. Y en la oración, Dios tiene diferentes maneras de realizar milagros«, como la sanación espiritual, explicó.
Una visión que secundan los franciscanos, actualmente centrados en hacer del lugar un foco de oración, intercesión y sacramentos, donde rezar por las intenciones de los peregrinos, ofrecerles la confesión y celebrar la misa. Como relata el franciscano polaco, Subukia es un «punto de contacto» para una relación más profunda de los peregrinos con Dios Padre. «Cuando vienen aquí, son personas diferentes. Encuentran la paz; encuentran alegría; encuentran fuerza. Su fe aumenta. Ves que este lugar realmente está ayudando«, finaliza.