Queridos lectores:
¿María, madre de los pecadores? ¿Cómo puede serlo, si ella y el pecado son incompatibles? En Las glorias de María, San Alfonso María de Ligorio cita esa advocación, pero con un adjetivo: «Madre de los pecadores arrepentidos».
Pues él mismo cuestiona: «¿Cómo pretenderá ser hijo de María quien tanto la contraría con su mala vida? Dijo un pecador a María: “Muestra que eres mi madre”. Y la Virgen le respondió: “Demuestra que eres mi hijo”. Otro pecador invocaba a esta divina Madre y la llamaba madre de misericordia. Y le dijo María: “Vosotros pecadores, cuando queréis que os ayude, me llamáis madre de misericordia; pero entre tanto no cesáis con vuestros pecados de hacerme madre de miserias y dolores”».
Evocando la Biblia («Maldito el que exaspera a su madre»: Ecclo 3, 18), San Alfonso recuerda que «Dios maldice al que aflige con su mala vida y con su obstinación a esta su santa Madre».
Por eso propone esta oración a quien reniega de sus pecados: «Madre mía amantísima, ¿cómo es posible que teniendo madre tan santa sea yo tan malvado? ¿Una madre ardiendo en amor a Dios y yo apegado a las criaturas? ¿Una madre tan rica en virtudes y yo tan pobre en merecimientos? Madre mía amabilísima, no merezco ser tu hijo, pues me hice indigno por mi mala vida. Me conformo con que me aceptes por siervo; y para lograr serlo, aun el más humilde, estoy pronto a renunciar a todas las cosas. Con esto me contento, pero no me impidas poderte llamar madre mía».
Procesión de la Virgen del Carmen en Valencia. Foto: AVAN.