El Rosario de los Siete Dolores fue uno de los principales encargos que dio María en Kibeho (Ruanda) hace ahora 41 años. En las apariciones, que comenzaron un 28 de noviembre de 1981 y que se conmemoraron de nuevo, tras la pandemia, hace unos días, la Virgen pidió a las tres jóvenes videntes el rezo de esta oración; una de las grandes olvidadas.
El divulgador Joseph Pronechen, en la web National Catholic Register, afirma en un artículo que, en el aniversario de las visiones de Kibeho, se vuelve más actual la necesidad de rezar el Rosario de los Siete Dolores, oración con cientos de años. Para ello, apunta algunas de las propuestas que hace Immaculée Ilibagiza, sobreviviente del genocidio de 1994, en su libro El Rosario. La oración que salvó mi vida.
Las siete «décadas»
«La Virgen prometió que rezado con un corazón abierto y arrepentido, el Rosario nos ganaría el perdón del Señor por nuestros pecados y liberaría nuestras almas de la culpa y el remordimiento», escribe Immaculée. La ruandesa pasó 90 días encerrada en un baño durante el genocidio ocurrido en su país en los años noventa. En todo ese tiempo leyó la Biblia y pidió a María que la protegiera.
«También prometió que con el tiempo, el Rosario desarrollaría dentro de nosotros una comprensión profunda de por qué pecamos, y ese conocimiento nos daría la sabiduría y la fuerza para cambiar o eliminar cualquier falla interna, debilidad de carácter o fallas de personalidad que causan infelicidad e impiden que disfrutemos de la vida gozosa que Dios ha destinado para nosotros», señala la sobreviviente.
Los Padres Marianos de la Inmaculada Concepción, presentes en Ruanda, apuntan que la Coronilla de los Siete Dolores: «Nos recuerda que María juega un papel clave en nuestra Redención y que sufrió junto con su Hijo Jesús para salvarnos». Los sacerdotes, que acompañan a los jóvenes en su formación, explican que: «Se reza con un Rosario especial compuesto por siete ‘décadas’ que contienen siete cuentas cada una».
¿Cómo rezarlo?
Cada una de las siete décadas se corresponde con uno de los Siete Dolores de María: La profecía de Simeón, la huida a Egipto, el Niño Jesús Perdido en el Templo, María se encuentra con Jesús llevando la cruz al Calvario, la Virgen está al pie de la cruz, Nuestra Señora recibe el cuerpo de Cristo en sus brazos y el cuerpo de Nuestro Señor es colocado en la tumba.
La coronilla de los Siete Dolores es similar a un Rosario familiar, pero, en este caso, hay siete grupos de siete Avemarías, cada grupo separado por un Padre Nuestro. El Rosario comienza con la señal de la cruz, un acto de contrición (opcional), luego tres Avemarías. Luego vienen los siete grupos de siete Avemarías por cada uno de los Siete Dolores.
Las oraciones de conclusión pueden variar, una de ellas es esta:
«Reina de los mártires, tu corazón sufrió tanto. Te suplico, por los méritos de las lágrimas que derramaste en estos tiempos terribles y dolorosos, que obtengas para mí y todos los pecadores del mundo la gracia de la total sinceridad y del arrepentimiento. Amén. Di tres veces: María, que sin pecado fue concebida y que padeció por nosotros, ruega por nosotros”.
«La Santísima Virgen insistía en la necesidad de la oración. Dijo que el mundo es malo. Hay que rezar, rezar, rezar mucho por este mundo que es malo, rezar por los pecadores, rezar por su conversión. Insistía mucho en la necesidad de la conversión: ¡Convertíos a Dios! ¡Conviértete a Dios!», comentó recientemente el padre Mariano Leszek Czeluśniak, director del Centro de Evangelización Mariana de Kibeho.
El sacerdote señaló también una serie de peticiones que hizo la Virgen. «Ella decía que la gente no respeta los mandamientos de Dios, que la gente tiene un corazón duro, también nos pidió que meditáramos los misterios del Rosario. También nos enseñó el Rosario de los Siete Dolores», expresó.
Y, apuntó, los días que debía rezarse. «Ella nos pidió que lo rezáramos todos los martes y viernes. Nos pidió obedecer a la Iglesia, amar a Dios en la verdad y amar al prójimo con humildad y sencillez. Habló de la necesidad de la mortificación, de un espíritu de penitencia y de sacrificio», relató.
Darles lo que pidan
Joseph Pronechen recordó que la Virgen reveló siete promesas a Santa Brígida de Suecia en el siglo XIV y dijo que las otorgaría a quienes la honraran diariamente. Las promesas son: la concesión de paz a sus familias, iluminarlos acerca de los misterios divinos, consolarlos en sus dolores y acompañarlos en su trabajo, darles lo que pidan mientras ello no se oponga a la voluntad de Cristo ni a la santificación de las almas.
El divulgador también apunta que la Virgen defendería al que la invocase. «Ella daría las batallas espirituales con el enemigo infernal y los protegería en cada instante de sus vidas. Y, en el momento de su muerte: verán el rostro de su madre», comentó.
Aquí puedes ver partes de la misa por el 41 aniversario de las apariciones de Kibeho.
Por último, Pronechen recuerda que la Virgen dijo: «He obtenido esta gracia de mi divino Hijo, que aquellos que propaguen esta devoción a mis lágrimas y dolores, serán llevados directamente de esta vida terrena a la felicidad eterna, ya que todos sus pecados serán perdonados y mi Hijo será su eterno consuelo y alegría».