Los vendedores junto a la Basílica de Chiquinquirá comparten su fe mariana: una tablita milagrosa

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La basílica de la Virgen de Chiquinquirá es el edificio más emblemático de la ciudad venezolana de Maracaibo (dos millones de habitantes en su zona urbana). Nació en 1686 cuando el capitán Juan de las Nieves Andrade construyó una ermita de barro y paja en honor a San Juan de Dios de quien era devoto.

El giro mariano le llegó en 1709 cuando una mujer encontró una tablilla en el lago de Maracaibo, la dejó sobre una tinaja, como tapa, y cuando la tomó de nuevo tras unas extrañas luces y un golpeteo vio que se había convertido -o se había desvelado- en una imagen de la Virgen y el Niño, junto a dos santos, San Antonio y San Andrés.

Como la gente peregrinaba para pedir gracias a la Virgen mediante la intercesión de esta imagen, se colocó en la ermita. Tres años después se edificó una iglesia de ladrillo, que se ampliaría varias veces. Desde 1921 es una basílica menor y desde 2004 cuenta con una plaza monumental a su entrada.

La devoción de los vendedores
En esta plaza trabajan humildes vendedores de flores, imágenes y paraguas que comparten sin problemas su fe y devoción por la Virgen de Chiquinquirá, o "la Chinita", como la llaman muchos con cariño. La explican, por ejemplo, en el portal venezolano NoticiaAlDia.com.

Carmen Lucia Castillo, vende flores y clavelitos en esta plaza y así ha podido criar a sus 6 hijos. Los viernes, sábados y domingos son los días en los que más temprano llega porque “al que madruga Dios lo ayuda y la Chinita también”. Relata que tras su último parto, hace unos 30 años atrás, estuvo a punto de morir a causa de una infección porque en la cesárea le dejaron una gasa y una paleta dentro. “La Chinita es muy milagrosa (…) Yo le pedí tanto a mi Virgencita que me salvé, le pedí de corazón que me salvara”, expresa.


La señora Carmen Lucía Castillo, vendedora y devota de la Chinita

Dinna Mora trabaja muy cerca en la misma plaza desde hace 13 años, atendiendo el puesto de recuerdos ubicados al lado de la Basílica. Es colombiana pero dice que ya allí era devota de esta Virgen.

José Martínez, “el paragüero”, es otro de los personajes habituales desde hace cuatro años, muy popular en la plaza, siempre sosteniendo varios paraguas, entre las 7.30 de la mañana hasta las 2.00 de la tarde. “Es es mi patrona, siempre le pido mucho”, dice sobre La Chinita.

Al igual que todos ellos, también están los jóvenes que venden rosarios y estampitas bajo el inclemente sol en la plazoleta de la iglesia, el fotógrafo que se gana la vida retratando la visita de los turistas y el que enmarcado en la fe de la Virgen Morena espera poder vender la mayor cantidad de juegos de lotería.

10 imágenes distintas
En realidad, la imagen del milagro del hallazgo de 1709, la tablita original, está guardada a bien recaudo, y las imágenes que salen en procesión o se exhiben son copias más modernas, de las que hay hasta diez.


Esta es la imagen milagrosa sobre madera del siglo XVIII que se venera en la Basílica en Maracaibo 

En un estante en la Basílica, en el llamado ‘Rincón chiquinquireño’ se guardan las 4 réplicas más antiguas y valiosas.

La primera la elaboró el artista Julio Árraga cuyo padre, leproso, no podía volver a la ciudad y estaba recluido en la isla-leprosería de Providencia. “Desde la orilla de la Isla de Providencia miraba hacia la ciudad y al ver el campanario de la Basílica lloraba incansablemente y su hijo le pintó el cuadro de la Virgen y él lo tenía en la capilla del leprocomio hasta que fue demolido y recuperado por Monseñor Roberto Luckert León en mayo de 1986”, explica el párroco de la basílica, el padre Cuevas.

La segunda réplica, confeccionada en 1972, “es una réplica muy milagrosa porque ella es la que va en procesión por el lago de Maracaibo y recorre el sentimiento de cientos de miles de personas en cada costa que ella llega, en cada municipio, en cada pueblo, en cada barrio, para que ella sea conocida, aceptada”. Esta es la que saldrá el próximo 1 de noviembre en la procesión lacustre.

La tercera réplica, fue hecha a partir de las puntas de lanzas de la cerca de la iglesia que fue traída de Alemania en 1901 y pesaban medio kilo de bronce cada una. Debido a que estaban siendo robadas por los “huele pega” y vendidas en el mercado negro, se fundieron para crear un relicario que pesa 153 kilos.

Finalmente, indicó, la otra réplica expuesta “se construyó con los restos de aquella intervención que se hizo del Paseo Ciencia cuando construyeron en 1972 un claustro entre aluminio y material moderno, y que fue saqueado por los “huele pega”, entonces recogimos todo ese material y se confeccionó una cuarta réplica con los restos de ese material que es el recuerdo de esa primera intervención al Paseo Ciencias”.

El padre Cuevas indica que estas imágenes se exponen cuando hace falta, porque la verdadera reliquia "no se puede mover por la conservación que esta joya tiene".

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