Las documentadísimas apariciones de Cubas, en España, recuperadas por el proceso a la «santa Juana»

0
15560

El Papa Francisco este 18 de marzo de 2015 ha firmado el decreto de virtudes heroicas de una religiosa española, la mística Juana de la Cruz, popularmente llamada "la santa Juana de Cubas", que fue famosísima en su tiempo (murió en 1534) y fue consultada por el Gran Capitán o por el mismísimo emperador Carlos V y protegida por el cardenal Cisneros.

La fama de santidad de la religiosa, a la que se atribuían milagros asombrosos y abundantes, era amplísima y duradera y su proceso de canonización estaba muy avanzado con un decreto en Roma sobre la heroicidad de sus virtudes en 1630… pero se perdieron documentos solicitados desde Roma y el proceso quedó bloqueado hasta los años 80 del siglo XX, cuando Jesús Gómez López, redescubridor de la documentación y primer vicepostulador, recuperó más de 300 documentos y se reinició el proceso. El Papa Francisco ratifica ahora las virtudes heroicas de Juana de la Cruz, en el mundo Juana Vázquez Gutiérrez.

Ante de Juana… la Virgen y una pastorcilla
Pero en el origen de "la santa Juana" está una aparición mariana muy detallada y documentada, que se adelanta a La Salette o a Lourdes y comparte muchos rasgos con esos casos. Son las apariciones a la pastorcita Inés Martínez.

Jesús Gómez López copia lo que escriben los historiadores: "Se sabe más sobre las apariciones de Cubas a Inés Martínez en 1449 que casi sobre cualquier otro episodio semejante en España hasta el siglo XVIII, por haberse conservado una copia de las investigaciones de las visiones y de las declaraciones tomadas sobre las subsiguientes curaciones milagrosas"

Sucedió en una época que los españoles actuales conocen bien por la primera temporada de la serie de televisión "Isabel": los años terribles de guerras civiles en Castilla. Uno de los personajes principales de la teleserie, el conspirador arzobispo de Toledo, Alfonso Carrillo, en la sede desde 1446, fue quien ordenó investigar el caso meticulosamente a los arciprestes de Illescas y Madrid. Con los datos de 21 testigos, quedó convencido y mandó construir una iglesia en Cubas, ya que según la vidente la Virgen lo pedía, y según los testigos, la vidente era piadosa, sensata y no mentía. Además, abundaban los milagros. 

Los datos detallados de esas apariciones nos han llegado por una copia de los documentos originales que realizó el capellán franciscano Joaquín Díaz Bernardo en 1789. "Gracias a él hoy podemos leer copia textual de los originales manuscritos de los escribanos antes del final de las apariciones, unos, y un mes después de las informaciones notariales oficiales, los últimos", explica Jesús Gómez, que fue quien los pasó a máquina en 1982.

La copia del manuscrito original se titula: «Testimonio de los Santos Aparescimientos de Nuestra Señora Santa María de la Cruz, hechos a la pastorcita Inés, vecina y natural de la villa de Cuvas,sacado de su original antiguo de un libro un cuarto, y de otro traslado del menos antiguo, pero muy devorados, y carcomidos con la injuria de los tiempos, y antigüedad. Trasladados por mí, Fray Joachin Díaz Bernardo, Religioso Menor de la Observancia de N. P. S. Francisco y Vicario de este Convento de Santa María de la Cruz (vulgo Santa Juana). Año 1789

Apariciones con acta notarial
La Virgen se apareció a la niña Inés Martínez Sánchez, de doce años y medio, hija de Alfonso y Mari, natural del pueblo de Cubas y vigilante de cerdos, el 3, el 4, el 7 y el 9 de marzo de 1949… ¡y ese mismo día 9 se levantó acta notarial de los hechos! Y después, ese mismo mes de marzo, llegaron más documentos, todos ante 4 o más notarios oficiales.

La pequeña Inés, según coinciden los testigos ante notario en ese mismo mes de los hechos, "era una chica notablemente piadosa, humilde: confesaba desde los seis años «asaz veces más» que otras de su edad, rezaba los 15 misterios del Rosario una o varias veces al día, ayunaba en las fiestas; no era deseosa de ir a bodas sino de hacer oraciones, según su madre; no era «rencillosa», según su hermano Juan. Era trabajadora: «en su casa hilaba y hacía las diversas labores caseras» mejor que las jovencitas convecinas."

Según la descripción de la niña, la Virgen Santa María de la Cruz era «una Señora muy fermosa», cuyo rostro resplandecía, delgada, «mucho fermosa», llevaba toca y saya abrochada por delante, ambas de oro, y zapatos también de oro, sin corona en la cabeza ni sortijas en las manos.

Las apariciones fueron 6, concentradas en 17 días. Tuvieron lugar siempre en el campo, guardando cerdos, en las cercanías de Cubas, a mediodía. A la Señora la veía exclusivamente Inés, y sólo otra vez la oyó otra niña.

Primera aparición: lunes 3 de marzo de 1449, en el paraje de Fuente Cecilia, a mediodía.
La Señora, “muy fermosa” y reluciente, vestía “paños de oro”.

–¿Qué faces aquí, fija?- pregunta la Señora.
–Guardo estos puercos- responde Inés.
–¿Por qué ayunas los días de Santa María en viernes?
– Porque me lo mandaron mis padres.
–Faces bien; pero poco tienes que ayunar este año. Ayúnalo después en los días que cae Santa María, que quien lo ayuna gana ochenta mil años de perdón. E te mando que digas a todas las gentes que se confiesen e aderecen sus ánimas, que sepan que ha de venir gran pestilencia del dolor de costado e de piedras roñas envueltas en sangre, de lo cual morirá mucha gente.
–¿E de esta pestilencia moriré yo en mi padre e mi madre? -preguntó la niña.
-Eso será como Dios quisiese- respondió la señora. Inés no se atrevió a decir nada en el pueblo en esa ocasión.

Segunda aparición: al día siguiente, Martes 4 marzo de 1449, en el Arroyo de Torrejón, a mediodía
La Señora se apareció a la pequeña porquera y le preguntó:

–Fija, ¿por qué no dijiste lo que te mandé ayer decir?
–No lo he osado decir por recelo que no sería creída.
–Cata que te mando que lo digas, e si no te creyeren, yo te daré señal para que te crean.
–Señora, ¿quién sois?
–Eso no te diré agora.

Tercera aparición: Viernes 7 marzo de 1449, en Prado Nuevo, a mediodía
–Fija, ¿has dicho lo que te mandé decir? -pregunta la Señora.
–Sí, Señora, lo he dicho a mi padre e a mi madre e otras personas.
–Lo has de decir e publicar al clérigo e a todas las gentes sin ningún miedo ni temor.

La pequeña Inés volvió a casa y le contó a sus padres lo que decía la Señora, pero su padre respondió:
– Calla, loca, que mientes
Sin embargo, su madre sí la apoyaba y decía:
– Pues, fija, dilo.

Como ya se había enterado todo el pueblo, vino mucha gente a la casa, incluyendo el clérigo local, Juan González, al que contó todo. Como en una versión medieval de Lourdes, el clérigo dijo a la niña:
– Ve hoy y si vieres a esa Señora demándale señal para que lo creamos.

Inés volvió con los cerdos, pero no pasó nada hasta el domingo.

Cuarta aparición: domingo, 9 marzo 1449, por la mañana, en la Ciroleda, donde luego se construiría la iglesia y el monasterio
Inés llevaba los cerdos, acompañada de su padre y hermano. Inés se puso de rodillas para pedirle a la Señora que se le apareciese, y Ella lo hizo.
–No hayas miedo -dijo la Señora.
–Señora, ¿quién sois?
Yo soy la Virgen Santa María -respondió ella.

La Virgen se acercó a la niña, le tomó la mano derecha y, apretándosela, le dejó todos los dedos juntos y el pulgar formando cruz con los demás. Y le dijo:

-Anda, vete con esta señal porque crean, e aquesto pasarás tú por ellos, e vete a la iglesia, e llegarás cuando salgan de Misa, en enséñalo a todas las gentes porque te crea lo que dijeres, pues que llevas señal.

Inés dejó los cerdos a su hermano, fue a la iglesia, llegó a tiempo para la bendición final y enseñó a todos cómo le ha quedado la mano. Los parroquianos, que conocían a la niña, lo aceptaron como un signo divino, crearon una cruz improvisada y salieron en procesión al lugar de la aparición.

Quinta aparición: ese mismo domingo, pero al mediodía
Santa María llamó a Inés por dos veces, los parroquianos dieron a la niña la improvisada cruz y salió con ella hacia donde la llamaba la Virgen, que caminaba mientras Inés la acompañaba a su izquierda portando la Cruz. Santa María cogió la Cruz con su mano derecha de manos de Inés, se arrodilló, la clavó como palmo y medio en tierra y dijo a Inés:

– Fija, finca las rodillas de cara a la procesión, e ten la Cruz fasta que llegue. En han de facerme aquí una iglesia que llamen Santa María. Tú fas de volver agora a la iglesia con la procesión. E con algunas criaturas inocentes estará ante mi altar hoy con la noche. E me han de decir dos Misas de Santa María ante mi altar, e te han de poner bajo de los evangelios de dichas Misas. E dichas las dos Misas te han de llevar a la iglesia de Santa María de Guadalupe, e llevarás cuatro libras de cera. Estarás dos días, e a la venida te han de traer
acá; en faciendo oración la señal será desfecha.

Esta imagen en Cubas de Sagras recuerda el momento en que la Virgen planta una cruz donde quiere que le dediquen una iglesia (aunque la vidente Inés dijo que no llevaba corona, el pueblo no ha dejado de darle una)

Los parroquianos vieron a Inés arrodillada ante la cruz. La niña les explicó lo que había visto. Algunos paisanos se quedaron guardando la Cruz y recogiendo arena de las pisadas de la Virgen. La pequeña vidente volvió a la parroquia para explicar las peticiones de la Señora.

Al día siguiente, lunes, ante cuatro notarios, el capellán de Humanes, los alcaldes de Cubas y Piedrahíta, el vicario parroquial, Juan González, y vecinos de otros pueblos lo explicó todo con detalle (esos son los documentos cuya copia tenemos).

Después de declarar, siguiendo las instrucciones de la Virgen, salió con su padre hacia el santuario mariano de Guadalupe, en Extremadura. Son 300 km de ida y vuelta. Tardaron 4 días en llegar, el viernes 14 hacia las tres de la tarde. Permanecieron en el santuario hasta el domingo 17 y hablaron con los frailes-médicos ("era casi un ciento", dice la documentación).

Ellos examinaron la extraña forma de la mano con los dedos en forma de cruz pero consideraron que era algo de nacimiento. Dejaron a Inés y sus acompañantes dormir una noche más en el santuario pero al día siguiente, por la mañana, ¡la mano estaba completamente curada! Los frailes no salían de su asombro.

Sexta y última aparición, miércoles 19 de marzo por la tarde, en el lugar de Cubas donde se clavó la cruz.
Recién llegada de Guadalupe, Inés se arrodilla ante la Cruz. Enseguida se le aparece la Virgen. "Le pregunta por qué se le curó la mano en Guadalupe y no en Cubas, y Santa María de la Cruz le responde que «eso la enviara a Guadalupe» y que Inés no la entendiera bien…"

El acta de la declaración ante cuatro notarios y 21 testigos del 10 de marzo se la enviaron el mismo día al arzobispo Carrillo (el de la serie de televisión) que la recibió en Benavente y dio orden a los arciprestes de Illescas y de Madrid de investigar el caso.

En el lugar donde se plantó la cruz se celebró misa diaria junto a ella, hasta que el 7 de abril de 1449 el arzobispo ordena construir una iglesia. Para el 9 de marzo de 1450 ya se ha terminado, con mano de obra voluntaria y una infinidad de testimonios de sanaciones milagrosas.

Se llama al sitio entonces "Santa María de la Cruz" y se conserva documentación notarial de 76 milagros reconocidos allí en los 50 años posteriores, de los que 20, muy impactantes tuvieron lugar en los primeros meses.

La comunidad de mujeres: se va Inés, llega Juana
En 1464 un grupo de mujeres devotas del lugar, con Inés a la cabeza (que tiene 27 años) cuenta ya con un edificio para vivir allí en comunidad y oración, llamado un "beaterío" de la Tercera Orden de la Penitencia de San Francisco, con Inés como líder semioficial. Poco después Inés y algunas más dejaron el lugar, viendo que no era ese su llamado. Pero otras perseveraron, y otras llegaron.

En mayo de 1496 llegó la quinceañera Juana Vázquez Gutiérrez, la que popularmente sería llamada «la Santa Juana». Si el lugar ya era famoso, con los milagros de Juana llegaría a lo más alto, es decir, al Emperador Carlos V que llegó a hospedarse allí para hablar con la famosa mística.

Juana se había escapado de su acomodada casa vestida de chico porque no quería que la casaran con un hombre, sino servir a Dios en Santa María de la Cruz. «No quiere un suegro de la tierra, sino por suegro celestial al Padre y por esposo único a su Cristo», registran sus biógrafos.

De hecho, siendo ella un bebé, se puso enferma y su madre prometio peregrinar a Santa María de la Cruz, velar allí una noche y entregar el peso de la niña en cera. La bebé se curó, pero la madre no cumplió su parte. A los 4 años, la niña cayó de una montura y quedó como muerta. Los biógrafos dicen que entonces se le apareció la Virgen y el Ángel de la Guarda. la Virgen la curó. Ya en la infancia veía en la Eucaristía visiones del Niño Jesús, la Virgen, el Rosario, almas del Purgatorio y a su Ángel de la Guarda… con el que consultó continuamente a lo largo de su vida.

La venerable Juana Vázquez Gutiérrez, más conocida como "la santa Juana de la Cruz" o "la santa Juana de Cubas de la Sagra"

En el beaterío mostró una virtud excepcional y gran devoción. A los 25 años de edad, en 1506, la comunidad se dio cuenta de su primera "elevación" o sueño místico, un salto en el desarrollo de su vida mística.

En 1507 experimentó lo que en mística suele llamarse "desposorio místico": sentía que la Virgen era la Madrina que entrega a su Hijo el anillo para su esposa.

En 1508 empezó a mostrar estigmas en su carne. Ese mismo año pierde el habla durante 7 meses… y luego se convierte en una gran predicadora, con permiso de las autoridades eclesiales.

Se activaron en ella dones carismáticos además del de la predicación: don de consejo, lectura de los corazones, éxtasis y revelaciones...

Sin haber estudiado lenguas, convence hablando en vasco al general de los franciscanos, y habla en árabe con unas esclavas musulmanas que el cardenal Cisneros trajo de la conquista de Orán. Ni el árabe ni el vasco se parecen en nada al español y estos casos se consideran auténticos milagros de xenoglosia (hablar lenguas desconodidas, no estudiadas). En cierta ocasión, gran devota del Rosario, hizo construir, bendecir y repartir cientos de rosarios que ella misma juntó… en el proceso de canonización se aportaron datos de 20 milagros obrados con esos rosarios.

Jesús Gómez López, encontró en 1990 una cita manuscrita de 1517 de Hernando Colón, hijo del descubridor de América, que habla del monasterio de Cubas y escribe: «La Cruz es un monasterio de monjas que está una santa mujer viva que se llama Juana de la Cruz, la cual se traspone en vida y dos o tres días, e después resucita».

Murió en 1534, con 63 años, y atrasaron 5 días el entierro para dar tiempo a llegar a mucha gente. Setenta años después su fama era enorme: Tirso de Molina le dedicó una trilogía teatral en 57 escenas y 3.800 versos llamada "La Santa Juana" entre 1613 y 1614. La obra de teatro de Cañizares, "El prodigio de la Sagra", de 1723 fue muy popular y representada. Más de 30 retablos y altares contaban con imágenes suyas. En el proceso diocesano testificaron 123 testigos.

Ahora, en marzo, el mes de las apariciones en las que la Virgen ordenó construir esa comunidad, el Papa Francisco vuelve a impulsar esta figura… y con ella, el lugar santo marcado por la presencia de la Señora.

Quiero recibir Cari Filii News gratuitamente

Quiero suscribirme

Dejar comentario

Please enter your comment!
Please enter your name here