El 2 de enero: la fecha en que la Virgen del Pilar habló con Santiago Apóstol, ¿cómo se estableció?

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A finales del siglo XIII se escribe, quizás por primera vez, el relato de la presencia de María de Nazaret a orillas del río Ebro, dando ánimos a un Santiago apenado por la poca repercusión que había tenido su predicación en Zaragoza.

En el patio porticado de alguna casa a orillas del río, donde pasaban más desapercibidos al poder romano, los primeros cristianos se encuentran con la madre de Cristo que les anima a fundar una iglesia allí mismo.

Ese texto, en los folios finales del códice Moralia sive Expositio in Job, hoy en el archivo del Pilar, fijaba en 1297 por escrito la tradición oral de la venida de la Virgen.

Para entonces, ya era historia el pequeño templo que, respetando restos de la casa romana en la que estuvo María, había sido reedificado en tiempos de san Braulio en el siglo VII y en cuyo pórtico se encontró su sepulcro en 1272.

Es la iglesia que citan la crónica del monje Audaldo de Conques, viajando con el cuerpo de san Vicente mártir el 855, y el testamento del barcelonés Moción, que muere el 986 en la Zaragoza musulmana. La misma, que organizando un barrio mozárabe, se encuentra Alfonso el Batallador cuando conquista Zaragoza en 1118.

EL ESTADO de ruina que presenta hace que el papa Gelasio II y el obispo Pedro de Librana pidan limosnas para reparar la iglesia de la Bienaventurada Virgen María, de gran importancia por "su antigua nombradía de santidad y dignidad".

A partir de entonces, los reyes y los papas acometen la construcción de un nuevo templo románico junto a la antigua capilla, al edículo rectangular romano que custodiaba la Sagrada Columna que recuerda la presencia de la Virgen en Zaragoza, quizás de manera física pues María muere unos once años después y sabemos, por los textos, que acompañaba a los discípulos de su Hijo en los viajes de evangelización.

María, a la que la liturgia cesaraugustana refiere como venida "en carne mortal", potencia una continua llegada de peregrinos, protegidos por los jurados de la ciudad en 1299. Vienen a visitar el "altar de Santa María del Pilar de la iglesia de Santa María la Mayor de Zaragoza", tal como lo explica un documento de 1324 que nos menciona los abundantes hechos milagrosos de la Columna que se besará desde muy temprano, pues en 1412 es tradición que "se agenollan las gentes a besar el Pilar de Santa María".

Aunque lo más vistoso es el templo de Santa María, antecesor de la actual basílica del Pilar, la intensidad devocional reside en el claustro, en el altar de Santa María del Pilar que hoy centra la Santa Capilla edificada en el siglo XVIII. Este lugar del claustro será el escenario de los milagros que se van relacionando con la imagen gótica que se coloca en torno a 1440 (como ha estudiado la profesora Lacarra vinculada a la milagrosa vuelta a la vida de la reina Blanca de Navarra que peregrinó al Pilar) y que alcanzará universalidad con el incontestable milagro de Calanda, en 1640, cuando el joven Pellicer ve repuesta la pierna que le había cortado el médico, que vivía junto a los que le vieron pedir a las puertas del templo.

LA VIRGEN del Pilar será el referente de la religiosidad mariana como consecuencia de estos sucesos milagrosos y de una larga tradición que la consideraba "la primera que se fundó entre todas las iglesias dedicadas a la Virgen María", como escribió el papa Calixto III en 1456 y como reiteraba Fernando el Católico en 1481, "en atención a la celebridad histórica de la santa capilla, construida por Santiago el Mayor".

Este monarca, gran devoto pilarista, escribe en 1504 que para ningún occidental "es desconocido como en la ciudad de Zaragoza existe un templo de especial celebridad, santo y antiquísimo, dedicado a la Madre de Dios con el título de Santa María del Pilar".

Todos ello hace que Zaragoza la nombre patrona en 1642 y que se creen las fechas pilaristas.

La primera es la del 12 de octubre, fiesta principal desde 1631, y la última la del 20 de mayo de 1905 en que fue coronada canónicamente.

Pero, en medio de las dos se impone la del 2 de enero del año 40, en cuya madrugada estuvo la Virgen con el apóstol.

La aporta la venerable madre María de Jesús de Ágreda en las páginas de su famosa Mística ciudad de Dios, publicada en 1670.

La monja concepcionista relata como Jesucristo ordenó a María, antes de irse a Éfeso, que fuera a Zaragoza para decirle a Santiago que regresara a Jerusalén una vez que construyese un templo dedicado a María.

Un viaje que, según la madre concepcionista, lo hizo por los aires sobre "un trono real de una nube refulgente, acompañada por un número grande de serafines de Jesucristo y por los mil ángeles marianos".

Aceptada la fecha propuesta por la venerable, figura clave del barroco, fue cobrando importancia hasta generar la Misa conmemorativa de la Venida de la Virgen en la madrugada del 2 de enero del año 1909. Su éxito lo demuestra la anécdota que cuenta como en la noche del 1 de enero de 1916, los actores que están en el Teatro Principal tienen que parar la representación, pues nada más sonar las primeras campanadas avisando de la misa los espectadores se pusieron sus abrigos y marcharon al templo del Pilar.

Hoy, 1.975 años después de la venida de la Virgen la pasión sigue viva y las campanas han vuelto a sonar recordando el origen de la devoción zaragozana, manifestada en ese Pilar que, según el Nobel Jacinto Benavente, "es el símbolo de todos los ideales que son alma de un pueblo".

Ver también: www.basilicadelpilar.es/venida.htm

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