La devoción mariana e hispana de Joseph Espaillat, el obispo más joven de América

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El ya obispo Espeillat contaba su devoción mariana en un hermoso vídeo
El ya obispo Espeillat contaba su devoción mariana en un hermoso vídeo

Joseph Armando Espaillat es noticia por haberse convertido en el obispo más joven de Estados Unidos y del continente americano, con 45 años. El Papa lo acaba de nombrar obispo auxiliar de Nueva York, cuando lleva unos 19 años de sacerdote.

Es el obispo más joven de América, pero viene de la iglesia más antigua de América: República Dominicana. En Nueva York llevaba hasta ahora la parroquia de San Antonio de Padua en el Bronx, un lugar de larga tradición hispana.

Allí ha dirigido durante años el Centro Católico Carismático Hispano (también llamado El Centro del Bronx), trabajando especialmente con jóvenes hispanos. También ha sido el director espiritual de toda la Renovación Carismática de la diócesis (diócesis con 2,8 millones de católicos).

(En este vídeo lo vemos en una noche de oración carismática joven en el centro, a partir del minuto 1:35)

Espaillat entró en el seminario a los 13 años, alimentándose de la fe intensa de su familia. «Doy gracias a mis padres y hermana que siempre me han apoyado, son los que me enseñaron que la Iglesia empieza en casa», ha comentado.

Pero en el origen de su vocación, y en su fortalecimiento, ha estado siempre su devoción mariana, que él quiso detallar en un hermoso videotestimonio durante la pandemia de coronavirus.

«Le doy las gracias a mi abuela, Andrea Espaillat, muy devota de Nuestra Señora de la Altagracia [patrona de República Dominicana], de Nuestra Señora de las Mercedes. Ella me enseñó lo que es ser hijo de María, la devoción a nuestra Santa Madre», explica en el vídeo. «Tengo en mi habitación esta imagen de Nuestra Señora de la Altagracia con la foto de mi abuela».

Una presencia que acompaña

A los 17 años, tras unos años en el seminario menor, rezaba sobre su vocación, y sintió «una presencia mariana«. «Dije: María, me entrego a ti, bajo la advocación de la Altagracia. Lo que pase, es cosa tuya, yo me entrego a ti, Madre de Dios’. Ella me llevó de la mano a su hijo Jesucristo y nunca me ha soltado».

Estudiando en la universidad, lloraba dudando de su vocación. Un amigo le animó a escribir una carta a Madre Teresa de Calcuta. Espaillat tomó una tarjeta de Navidad, escribiendo por delante, por detrás, en esquinas, entre lágrimas. La envió a Calcuta y se olvidó. ¡Y la Madre Teresa respondió con una carta!

Madre Teresa daba su consejo: «Mantente muy cerca a Nuestra Señora al prepararte para el sacerdocio. Especialmente cuando sea difícil, vuélvete hacia ella con confianza de niño. Te mantendrá cerca de su Hijo, como hizo por San Juan al pie de la Cruz. Reza a menudo: María, Madre de Jesús, sé una madre para mí, ahora». esa es una oración que él sigue rezando.

«¡Ahora ella es una santa y está intercediendo con María, por mí!», señala. Y en un 8 de diciembre, día de la Inmaculada, hizo su consagración a la Virgen según el método de Grignion de Monfort.

Oración en Fátima

Más adelante pudo visitar Fátima en Portugal. Muy pronto de madrugada él rezaba allí, sintiéndose llamado por la Virgen. En la misa del día final en Fátima, cuando se despide la gente de la imagen con un pañuelo blanco, «yo empecé a llorar y llorar, porque me iba. Pero en ese momento la Virgen me dijo en mi corazón: ‘no vas a estar solo, voy a caminar contigo'».

Recién ordenado, pudo dar sus primeras bendiciones a su familia en la capilla de Nuestra Señora de Nueva York, en la catedral. El cardenal Dolan le dijo: «espero que seas devoto de la Virgen, te envío a Nuestra Señora Reina de los Mártires».

¡Era la parroquia de su abuela! Durante un año Joseph pudo celebrar misa con su abuela durante todo un año, encantada de poder ver a su nieto sacerdote. Ella murió al siguiente mes de mayo, mes de la Virgen.

«María nunca me ha soltado de la mano, ella me lleva a su hijo. Agárrense de ella, ella es la madre por excelencia», exhorta. «La primera discípula y la peregrina perfecta, que nos enseña a caminar».

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