En su portal, Kendra von Esh sintetiza el ministerio al que está entregada: «Ayudar a cambiar vidas y a difundir el amor de Dios». Lo hace desde su propia experiencia personal: dedicó sus primeros 42 años de vida a compararse con los demás desde el punto de vista personal, físico y profesional, intentando alcanzar lo que la cultura dominante entiende como felicidad, éxito y belleza. Pero… «nunca era lo bastante buena, lo bastante lista, lo bastante delgada, lo bastante educada, lo bastante guapa: nunca, nunca, nunca». Así fue acumulando sensaciones de fracaso, hasta que, en 2013, volvió a la fe católica: «Volví a mi fe y mi relación con Dios ha transformado mi vida. Sé lo que es vivir en plena comunión con Dios, tener una profunda unión con Él, y también lo que es no vivir con él».
¿Cómo se produjo el cambio? Portaluz sintetizó su testimonio:
Durante años Kendra Von Esh desempeñó diversos cargos ejecutivos en empresas norteamericanas logrando mantener en secreto su debilidad: era adicta a la marihuana. Testimonio que ha compartido en vídeos, conferencias y desde su propio portal web con absoluta sinceridad: “No creía tener un problema. Pensaba que la marihuana debían legalizarla en todas partes por ser inofensiva y mejor que el alcohol. Creía, como muchos, que era algo ‘natural’ y que podría dejarla en cualquier momento”.
Pero tal como señala el dicho: Tanto va el cántaro al agua que al final se rompe. Y fue entonces que esta mujer tendría su “noche oscura”.
Negando y ocultando la verdad
Reconocer su adicción ha sido un proceso doloroso. Tanto, que incluso mantuvo el secreto de esta fragilidad mucho años después de haber sido liberada, según ella misma nos relatará.
Comenzó a fumarla en su adolescencia porque era divertido. Le parecía, dice, que estando drogada reía más y la vida era entretenida. De esta forma, poco tiempo después no podía empezar el día sin fumar hierba y cuando se le acababa, era una obsesión el conseguir más. Poco importaba si esto era o no legal, mientras pudiese consumirla… Se estaba convirtiendo en adicta.
En el colmo de la negación, cada mañana le entregaba su alijo de droga diaria al esposo para que lo escondiera y así ella no se la fumara toda de una sola vez. Pero en cuanto el marido se iba ella daba vuelta todo en casa hasta encontrar la droga y fumarla. Aun así, seguía negándose a reconocer que era adicta.
Desperdiciando el don de la vida
Su dependencia, reconoce, se potenciaba además en otros trastornos anexos: “Como muchos saben, el antojo compulsivo de comer es un efecto secundario del fumar marihuana. Debido a esto me daba atracones y luego purgas; la bulimia entraba y salía de mi vida. Después de la purga comenzaba a beber porque no quería volver a comer. Luego me daba un atracón de nuevo, porque no tenía nada en el estómago más que alcohol. Por último, buscaba el placer en forma de pornografía, auto-gratificación, promiscuidad e innumerables horas sin sentido frente al televisor hasta que me dormía. Desperdiciaba mi vida, mi alma, mi cuerpo y mi mente”.
Tanto durante sus estudios universitarios como en el ejercicio profesional, Kendra dice haber tenido serias dificultades para aprender y recordar cosas. Por ello valida los estudios médicos que acusan el nocivo impacto que durante la adolescencia genera el consumo de marihuana para el desarrollo del cerebro. “No había duda de que este era mi caso. Pero no pensé en ello porque nunca estuve lo suficientemente sobria o tranquila; nunca reflexioné sobre nada”, rubrica.
El plan de Dios
En la Pascua de 2013, “Dios me trajo de vuelta a la Iglesia católica después de décadas huyendo de la Fe”, dice Kendra y en su relato nos revela los emotivos detalles de una intervención extraordinaria de la gracia que la liberó de sus adicciones.
De forma accidental entró un día al kiosko del Instituto San Agustin, anexo a la parroquia cercana a su hogar. Allí captó su atención una “oferta” sobre la Consagración al Inmaculado Corazón de María del madre Michael Gaitley. “En ese momento -comenta Kendra- no entendía el papel de María en la Iglesia y por qué todos parecían ser tan devotos de ella. Tampoco sabía de las apariciones marianas ni de los días festivos durante estos primeros meses de mi viaje. Pero me gustaba la idea de un camino más rápido a Jesús, que era a través de ella; así que compré el libro, 33 days to Morning Glory Decidí empezar este acercamiento a Jesús en mi cumpleaños, el 9 de noviembre”, confidencia.
Consagración al Inmaculado Corazón de María
Sin mucha certeza de lo que involucraba la lectura diaria de estas oraciones, decidió abandonarse a lo que esos textos fueran mostrándole. Tampoco expresó en sus rezos ninguna intención, pues el manual aconsejaba dejar que la Virgen María fuera el puente de las gracias que Su Hijo decidiera entregar. Mientras rezaba, la conciencia le recordaba a Kendra que ella era consumidora de marihuana, pero silenciaba esas voces pues no estaba lista para soltar amarras. “Honestamente no pensé que estaba haciendo algo malo”, señala esta mujer en referencia a su adicción y otras de sus fragilidades ya descritas.
Y llegó el momento de responder a Dios y ser liberada por su misericordia… “Me consagré a Jesús a través de María en la Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe. El día anterior, fumé mi último poco de marihuana. El 12 de diciembre fui milagrosamente curada de mi adicción. No quería fumar. No tenía ganas de escarbar en el cenicero para fumar los restos de cogollos y no volví a comprarlos. Mi marido estaba impactado y como yo, cree que ha sido un milagro porque yo nunca había estado en paz sin marihuana. Nunca. Y el hecho de que no la quisiera y no la fumara durante casi un año fue la prueba de que era un regalo de Dios. Se lo debo todo a María por llevarle esa necesidad a Jesús, quien con gusto respondió a la petición de su mamá. Probablemente estés pensando, ‘¿Casi un año? ¿Qué ha pasado?’ Pues, que me caí… dos veces. Reaccioné a la primera caída de una manera y a la segunda de otra completamente diferente. Solo puedo decir: ‘Sed sobrios y velad. Vuestro adversario, el Diablo, ronda como león rugiente, buscando a quién devorar’ (1 Pedro 5,8)… Alabado sea Dios por darme la gracia del valor para compartir al mundo las profundas heridas que Él ha sanado en mi vida. Toda la gloria y el honor son tuyos, Señor, por siempre. Gracias, Santísima Virgen María, por llevarme a tu Hijo. Te estaré siempre agradecida. Me he consagrado a Jesús a través de María cinco veces y me acerco a la sexta con el libro de San Luis de Montfort La verdadera devoción a María«.