Messori, anciano, repasa el papel de María en su vida y repara un santuario

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Vittorio Messori, con 82 años, repasa la acción de la Virgen María en su vida
Vittorio Messori, con 82 años, repasa la acción de la Virgen María en su vida

El intenso testimonio del periodista y escritor, autor de numerosos libros sobre la Virgen, es recogido por un amigo. «María nos atrae por la esperanza que la invade. Si nos encomendamos a Ella antes de presentarnos al juicio que nos espera después de la muerte, podemos esperar la benevolencia de Dios». Una vez le invitaron para hablar de ella con los rabinos de Jerusalén y uno de ellos le dio una respuesta que lo dejó atónito.

En una larga entrevista -casi un testamento espiritual- publicada en exclusiva para el semanario paulino Maria con te, el escritor católico más traducido del mundo explica su devoción a la Virgen y habla de sí mismo al periodista Riccardo Caniato tras la muerte de su esposa: «Sé que esta separación será sólo temporal.» (Nota de Cari Filii: Maria con te no tiene página web, Familia Cristiana publica en su web esa entrevista con Riccardo Caniato, traducida por Andrea Mardegan.)

***

¿La Virgen? La tengo frente a mí. Siempre la tengo delante de mí». Vittorio aparta la mirada de mis ojos y la fija en un espacio vacío como si realmente hubiera alguien allí, visible sólo para él. «¿Cuán presente está María en tus jornadas?», le pregunté, y esta respuesta silenciosa y pensativa me devolvió la medida y la sustancia de esta relación.

Messori quedó conmigo en la Abadía de Maguzzano, en cuyos terrenos ha dedicado un santuario al aire libre a la Madonna degli Olivi. A sus 82 años, después de una delicada operación cardíaca de la que salió bien, lo encontré un poco cansado, con la voz débil pero serena, con el espíritu proyectado hacia el futuro, cuando, y lo dice con un velo de lágrimas en sus ojos, «podré volver a abrazar a mi Rosanna», la esposa fallecida el año pasado, y ver por fin a «la pequeña Bernadette de Lourdes, a Jesús y a la Virgen».

El motivo del encuentro fue la reedición de El gran milagro publicado por Edizioni Ares, que vuelve a traer a las librerías todas sus obras más importantes: desde Hipótesis sobre Jesús hasta Dicen que ha resucitado, pasando por Padeció bajo Poncio Pilato hasta Apostar por la muerte (ndt: los títulos en italiano son: Ipotesi su Gesù, Dicono che è risorto, Patí sotto Ponzio Pilato, Scommessa sulla morte, Il Miracolo)– del escritor católico más traducido del mundo, firma histórica de Periodici San Paolo.

El gran milagro, en particular, saca a la luz el extraordinario prodigio ocurrido el 29 de marzo de 1640 en Calanda, un pequeño pueblo de Aragón: a un joven campesino, devoto de la Virgen del Pilar, de repente le fue devuelta la pierna derecha, después de haber sido amputado dos años antes. Un acontecimiento, hoy casi olvidado, que tuvo gran resonancia en la época y que fue inmediatamente examinado y confirmado mediante un proceso muy cuidadoso, reconstruido con rara precisión documental por Messori. Pero lo que iba a ser sólo un intercambio sobre un único título se convirtió en una extensa charla, el testimonio de un hombre que, en palabras de San Pablo, peleó la buena batalla y no perdió la fe.

– Me dijiste que para la nueva edición de tu libro buscabas un título aún más fuerte…
– El Mayor entre los Milagros. El libro investiga la gracia más extraordinaria que ha concedido la Virgen. De hecho, ¿alguna vez has oído hablar de un hombre al que le volvieron a unir la pierna amputada y enterrada en el cementerio, en presencia de numerosísimos testigos?

– También has dedicado a la Virgen “Hipótesis sobre María” y la biografía de la Soubirous, así como cientos de artículos…
– Por eso me llaman «un Madonnaro” (ndt: se llaman así los que se ganan la vida pintando con yesos colorados imágenes de la Virgen en las calles) de lo que hoy estoy orgulloso, pero no siempre fue así. En mi acercamiento al cristianismo, me fascinó primero la Palabra de Dios, Jesús, luego su presencia eucarística, la liturgia. La Virgen quedaba en un segundo plano. En mi enfoque racional se podría encontrar un carácter más protestante que católico, por lo que el énfasis puesto en el papel de la Virgen en la economía de la salvación se lee como un exceso. En apoyo de esta tesis, algunos se refieren al estar mas bien escondida María en las Escrituras o destacan cómo Jesús, en los Evangelios, después de la Resurrección, elige aparecerse a otras mujeres y a los discípulos.

Pero sabemos que desde la cruz Jesús confió a su pueblo a la Virgen y desde aquí se explican sus apariciones que jalonan la historia del cristianismo después de la Ascensión y, de acuerdo con numerosos místicos, podemos decir que estamos seguros de que la primera preocupación del Resucitado ha sido la de visitar a su Madre. Y que lo hizo en privado, en la más total y deseada intimidad, mientras después se hacía visible públicamente para dar testimonio de la verdad de la Resurrección.

– Mencionaste una ruta de conversión. ¿No naciste católico?
– Tuve una educación que fue fruto de esa parte atea y concreta de la región Emilia. En casa, mirábamos a la Iglesia y a los curas como humo en los ojos y si salían en las conversaciones era para hablar mal de ellos. En la universidad fui estudiante de una intelectualidad laicista que rechazaba el pensamiento religioso. Yo era un estudiante talentoso y atraía la simpatía de los profesores. Alessandro Galante Garrone y Norberto Bobbio querían iniciarme en una carrera universitaria. Pero durante mi tesis comencé a leer la Biblia, a sentirme intrigado por la religión, por las cuestiones teológicas y por el magisterio.

– ¿Cómo se produjo este punto de inflexión?
– En ese momento no sabía por qué pasaba. No lo buscaba. La religión nunca me había interesado, había vivido muy bien hasta entonces, tomando la vida tal como venía, sin hacerme preguntas que me proyectaran fuera de la comprensión empírica. Me encontré como empujado a hacerme católico. Me fascinaban los sacramentos. Comencé a asistir a Misa, inicialmente en secreto, sin fanfarrias, también porque cuando mi madre se enteró llamó al médico preocupada: «Corre», le dijo, «que Vittorio está enfermo«.

Sólo más tarde comprendí que había sido elegido, precisamente por mi educación muy racional y antitética, para demostrar a través de mis escritos que los Evangelios son fiables, que Jesús existió realmente y que, de ser así, él es Dios, vive aquí y ahora, él es el Señor de la historia y vale la pena seguirlo».

– ¿Cómo lo tomaron tus profesores?
– Mal, como por otra parte también mis padres. La conversión fue un nuevo comienzo. Tuve que revisar mis posiciones, empezar de nuevo, mis certezas cambiaron. Los profesores que me elogiaban no querían creerlo: «¿Pero es verdad que te hiciste católico?». Pero al verme inflexible, me repudiaron. Pero a Norberto Bobbio volví a verle…

– Cuéntame…
– Tuve un encuentro muy profundo durante el período en el que curaba una serie de entrevistas para la editorial San Paolo sobre el sentido religioso y de la vida con figuras también de no creyentes de gran renombre en el contexto cultural de la época. Luego, las entrevistas se fusionaron parcialmente en el volumen Investigación sobre el cristianismo (ndt: Inchiesta sul cristianesimo). Bobbio humanamente todavía sentía cariño por mí, pero durante la entrevista tuve la sensación de que mis preguntas, los argumentos con los que respondía a sus firmes convicciones, le molestaban y que no podía esperar para despedirse de mí.

Pero después de su muerte sucedió algo curioso: su esposa me llamó para decirme que su marido le había ordenado destruir las entrevistas e intercambios de cartas que había tenido con periodistas e intelectuales, recomendándole que guardara sólo esa discusión sobre la fe que había tenido conmigo. No lo sé. Tal vez fue una forma extrema de reiterar sus creencias, o tal vez fue su apertura igualmente definitiva a otra lectura de la existencia.

– Volvamos a «Madonnaro»…
– Al principio vivía con malestar ciertas manifestaciones devocionales que acompañan al culto mariano y que descartaba como sentimentalismo. Luego terminé capitulando. Al fin y al cabo puedo atestiguar que nadie puede permanecer indiferente ante el encanto de María.

Si volvemos al mundo protestante, pocos saben que en Gran Bretaña los lugares de culto más visitados por los anglicanos son las iglesias católicas dedicadas a la Virgen, como la Santa Casa de Nuestra Señora de Walsingham, en Norfolk. Pero María ejerce también una gran fascinación entre los musulmanes que ven en ella a la buena Madre de un profeta, y lo mismo ocurre entre los judíos.

– ¿Los judíos?
– Después del enorme, y para mí inesperado, éxito de “Hipótesis sobre Jesús”, fui invitado a Jerusalén. Me esperaba un comité de rabinos y profesores a quienes debía dar cuenta de algunos conceptos que había expresado en mis escritos sobre el pueblo judío y su papel en la historia. Al principio me sorprendió este tipo de examen, pero lo que siguió fue una discusión tranquila respetando las posiciones de cada uno. Además, siempre he hablado bien de los judíos, a quienes Dios ha puesto en el centro de los asuntos humanos.

En esa ocasión me presentaron a un rabino muy influyente que me dio un testimonio extraordinario sobre María de Nazaret. Me presentó a su hijo, y luego me dijo que tanto él como su futura esposa habían escapado milagrosamente de los campos de concentración. Durante mucho tiempo la pareja había pensado que no podrían tener hijos, y en realidad no lograron tenerlos, porque la futura esposa, durante su detención, había sido sometida a mutilaciones parciales con fines de experimentos científicos, como era costumbre en esos lugares de horror.

– ¡Sin embargo tuvieron un hijo y tú lo viste!
– Un amigo suyo, cristiano, de nacionalidad austriaca, los invitó a ir con confianza al santuario de Pietralba (ndt: en el norte de Italia, en zona de lengua italo/alemana, donde iba de vacaciones el obispo Albino Luciani) asegurándoles que en ese lugar la Virgen había superado muchos casos de esterilidad. Los dos esposos judíos no perdieron el tiempo e inmediatamente después de esa visita aparecieron los signos del embarazo. Asombrado, le pregunté: «¿Pero usted es judío, un líder religioso, y fue a llamar a la puerta de una Virgen católica?» Él respondió con otra pregunta: “¿Por qué? ¿Su Virgen católica no es ante todo judía? Ella no pudo defraudar nuestras esperanzas y nos hizo un favor, como judío a judío.

– ¿Qué hace que María sea tan atractiva?
– María nos atrae por la esperanza que la invade. Es parte del sensus fidei, pero ella misma se ha definido en ocasiones como nuestra «Abogada» en el cielo. Si nos encomendamos a Ella antes de presentarnos al juicio que nos espera después de la muerte, podemos esperar la benevolencia de Dios. Cuando uno está en necesidad, llama siempre a su madre. Incluso cuando ella ya no esté aquí. Lo hacen los niños, lo hacen los soldados en el campo de batalla, lo hacen los ancianos que se quedan solos en los refugios. Y la Virgen es la Madre que se nos ha dado por Jesús Crucificado, la Madre que nos da vida en la fe, nos mira, nos cría, nos acompaña, nos protege. Y espero que venga a mí cuando llegue el momento. Tal como estoy seguro que hizo con Rosanna.

– ¿Quieres contarnos algo sobre tu esposa?
– Rosanna murió el 16 de abril de 2022, el sábado de María que ese día coincidía con el Sábado Santo. Pero es también la fecha de mi cumpleaños que compartí con Joseph Ratzinger-Benedicto XVI y en la que Bernadette Soubirous, la santa más querida para mí en el mundo, pasó al cielo en 1879.

Con mi esposa experimenté una comunión de vida que misteriosamente continúa hoy. Rezábamos juntos el Rosario todas las noches y, entre otras cosas, de completo acuerdo, pedíamos que yo fuera el primero en morir. Porque soy un hombre de estudios y no me veo preparado para quedarme solo: Rosanna pensaba en la gestión práctica de nuestra vida. El cielo lo ha dispuesto de otra manera, pero gracias a Dios sigo adelante con la ayuda de Rosy, una persona que lleva más de treinta años en nuestra casa y ha demostrado ser como una hija para nosotros.

¿Qué pensaste después de esta separación? ¿Cómo lo superaste?
– Me pregunté por qué sobreviví a Rosanna y me consuela pensar que esta separación será sólo temporal. No fue fácil, también porque mientras tanto terminé mi colaboración con el Corriere della Sera y perdí mi capacidad de escribir. Tenía una memoria de hierro, ya no la tengo. Ahora, en medio de un discurso, se me olvidan nombres, fechas, situaciones… Pero doy gracias al Señor y a la Virgen por esto porque, al quitarme esto y eso, me hacen sentir precario y me alientan a confiar más en ellos, a desapegarme de mí mismo, de mis certezas, de lo que me hizo vivir en esta tierra y a desear cada vez más la plenitud que vendrá después de la muerte. Y me enseñan a vivir los días con la misma paciencia que mostró María, a respetar con calma los tiempos de Dios, que no son los nuestros. Sin embargo, poco a poco me di cuenta de que si sigo aquí es porque todavía tengo algo que hacer. Y comprendí que debía intentar completar el santuario de Maguzzano.

– ¿Cómo nació esta iniciativa?
– Hace unos veinte años, caminando con nuestro amigo arquitecto Emilio Cupolo por un camino secundario en el olivar de la basílica, nos encontramos con una estatua de la Virgen tendida en el suelo, entre la maleza. Se había caído del pedestal durante quién sabe cuánto tiempo porque estaba en muy malas condiciones y estaba rota en pedazos. Me sorprendió el hecho de que dentro de esos muros sagrados la imagen pudiera haber quedado descuidada. Entonces le propuse a Cupolo que me ayudara a restaurarlo y crear un santuario para ella, que el arquitecto transformó en un proyecto ambicioso, rico en símbolos cristianos. Una obra costosa, sostenida por numerosos donantes que intervinieron con puntualidad providencial cada vez que no tuve fuerzas para hacerlo yo mismo. Pocas personas saben que, frente a aquella Virgen, cuando aún estaba tendida en el suelo, una tarde yo mismo me encontré de bruces, golpeado por el comienzo de un infarto.

– ¿Qué pasó? ¿Estabas solo?
– Ella estaba allí conmigo. Desde el suelo miré su rostro, le confié antes de perder el conocimiento. Y ella intervino: me dio fuerzas para recuperarme, para conducir hasta mi casa, desde donde me trasladaron urgentemente al hospital. Exactamente como sucedió con mi conversión, ni siquiera había buscado este santuario, sin embargo la Virgen quiso que me encontrara con su simulacro, me dejó caer casi muerto, me levantó y ahora ha hecho de este lugar el último proyecto de mi vida. Quien viene aquí encuentra un gran tronco de árbol cortado. En 1999, Maguzzano fue azotado por un tornado; una vieja conífera muy alta fue arrancada de raíz y, al caer, según la física debería haber golpeado a la Madonna de los Olivos pero, inexplicablemente, se desvió unos centímetros, dejándola intacta.

– ¿Qué significado le sacaste?
– El diablo amenaza siempre a María, pero Ella no puede ser vencida y al final aplastará la cabeza de la serpiente.

Traducción de Andrea Mardegan.

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