Pierre Houcke es el sacristán de la iglesia de Chepoix, un pueblo en el departamento francés de Oise, al norte del país. A mediados de septiembre pasado se dio cuenta de que el altar de la Virgen, a la izquierda de la nave, se estaba hundiendo. Como primera medida quitó tres estatuas para aliviar su peso, y lo comentó con un carpintero pensando en hacer algún arreglo, porque al levantar una plancha de madera habían visto escombros. Pero pasaban las semanas sin que se tomase ninguna medida.
Según cuenta Courrier picard, el 25 de octubre por la mañana, todavía en sueños al levantarse, Pierre escuchó una voz interior «clara y distinta» que le ordenaba: «¡Tiene que ser ahora!» Él entendió a qué se refería la voz y que tenía que ir a la iglesia, así que llamó a su amigo Henri Deffontaines y ambos quitaron unas tablas del suelo para ver qué podía estar causando el desplome.
Fue entonces cuando descubrieron un bloque de piedra. «Sentí entonces la misma intuición que aquella mañana, que me decía: ‘Ve despacio'», confiesa Pierre. Ambos pudieron distinguir una forma humana. «¡Pierre, creo que es una estatua de la Virgen!», le dijo Henri. «Entonces comprendí enseguida que se trataba de una pietà«, concluye el sacristán. Entre ambos consiguieron sacar la pieza en piedra polícroma, que resultó ser, efectivamente, una Piedad, con la Virgen sosteniendo en brazos a Cristo muerto al pie de la Cruz, acompañado por dos personajes que al principio se identificaron como Santa María Magdalena y San Juan Evangelista, pero que luego parecen ser más bien José de Arimatea y Nicodemo.
Ambos avisaron al alcalde, pero la noticia no trascendió hasta finales de febrero, porque no se quiso llamar la atención sobre el templo para evitar acciones de vandalismo. Actualmente se encuentra en el Museo de Arqueología del Oise, en la localidad de Vendeuil-Caply, donde ha sido datada a finales del siglo XV o principios del XVI.
Valérie Kozlowski, directora del museo, anuncia que será restaurada, y señala que obras de estas características son «raras de encontrar en Picardía» y denotan la influencia flamenca en esa región durante el periodo de su tallado. Ella piensa que la pieza fue guardada en ese lugar porque «tal vez se pasó de moda y no quisieron desembarazarse de ella». Pero lo extraño del lugar donde fue encontrada, y el hecho de que no haya registro alguno en los archivos de la parroquia sobre esta obra, ha hecho pensar a otros especialistas en que fue escondida ahí durante el Terror de la Revolución Francesa, un periodo de persecución a la Iglesia que además de miles de mártires causó la destrucción de innumerables obras de arte religioso.
Para el hombre que la encontró, un hombre de fe profunda, lo relevante no es tanto el valor artístico e histórico de la pieza, como el impulso que le llevó a la iglesia aquella mañana: «En Lourdes, María solo hablaba a Bernadette los jueves, y fue el jueves 25 de marzo de 1858 cuando le pidió que cavase en el fondo de la gruta, un poco como hicimos Henri y yo para descubrir esta Piedad».
Fotos: Le Parisien.