Un obispo confiesa en Aparecida cómo la Virgen lo curó de una grave enfermedad en 2018

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El obispo Onécimo Alberton, titular de la diócesis de Rio do Sul, en el sur de Brasil, ha confesado públicamente desde el santuario mariano Nuestra Señora de Aparecida cómo se curó en 2018 de una grave enfermedad gracias a la intercesión de la Virgen recuperándose totalmente de sus dolencias.

En un emocionante testimonio, el obispo explica a los feligreses presentes durante la Novena a la Virgen que “fui tocado por las manos misericordiosas de Jesús, por intercesión de la Madre Aparecida. En mi dolencia, en mi enfermedad yo sentía su presencia junto a mí, por la intercesión de su amor”.

15 operaciones y 15 consagraciones a María

Tal y como recoge Camino Católico, el 3 de julio de 2018, Monseñor Alberton tuvo que ir al hospital porque tenía un dolor abdominal intenso. En ese momento, “fue identificada una obstrucción intestinal e infección, que requirió cirugía urgente. Tres días después, se identificó una infección fuerte causada por una bacteria llamada Síndrome de Fournier”.

“El médico me informó que la situación era muy grave y que podía morir en la mesa de operaciones. En la sala de espera, me sentía como tantos peregrinos, como tantos enfermos, que no tenían otro lugar hacia dónde dirigir una palabra, recordaba a mi madre y, en ese momento, recordaba a la Madre de Jesús”, dijo el obispo.

El prelado añadió que posteriormente le dijo a Nuestra Señora Aparecida: “‘Madre, si soy digno del regalo de la vida, te veré en tu casa, en el Santuario. Aquí estoy’. Hubo 15 cirugías, y 15 consagraciones a Nuestra Señora recé en silencio en mi corazón. Nadie sabía de mi experiencia espiritual con la presencia de la Madre de Jesús”.

«Mi Madre, nuestra Madre, muchas gracias»

Después de 90 días de hospitalización, Monseñor Alberton fue dado de alta el 29 de septiembre de 2018. “Sorprendidos también por mi curación y mi recuperación, me trajeron un regalo. Al abrir el regalo había una pequeña imagen de Nuestra Señora Aparecida. Esto, para mí, fue una señal tan vívida, tan fuerte que ella dijo: ‘No tienes que ir a verme, siempre he estado aquí contigo’”.

Monseñor Alberton concluyó: “Hoy, con gracia y como tantos hermanos y hermanas que están aquí y muchos que vinieron aquí, puedo decir personalmente como en ese día: ‘Mi Madre, nuestra Madre, muchas gracias’”. Como una forma de gratitud y demostración de fe a Nuestra Señora Aparecida, el obispo entregó su solideo como ofrenda en el Salón de las Promesas del Santuario Nacional.

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