«Soy duro, no suelo llorar, pero con la Virgen sí»: la devoción mariana del Papa en «Ella es mi mamá»

0
9016
El Papa con la Virgen de Aparecida, patrona de Brasil

El padre Alexandre Awi Mello es un sacerdote brasileño de los Padres de Schoenstatt que está finalizando su doctorado en Mariología en la Universidad de Dayton en Ohio y es director de la revista Tabor. También, desde septiembre de 2017, es secretario del dicasterio de Laicos Familia y Vida en el Vaticano.

Ha publicado en la editorial Monte Tabor (www.montetabor.es) el libro Ella es mi mamá, con el subtítulo «Encuentros del Papa Francisco con María». Se trata de un diálogo con el Papa acerca de la Virgen María, que acompañado de explicaciones y contexto histórico se convierte en una catequesis ágil, casi con ritmo de conversación. Una primera edición la publicó ya en 2014 en portugués, luego en italiano. Y ahora, en español.

El libro surge a partir de unas conversaciones entre este experto en mariología y el Papa Francisco, que empezaron el 26 de diciembre de 2013 en la Casa Santa Marta. El padre Alexandre ya conocía con anterioridad al cardenal Bergoglio, pero aún así reconoce su sorpresa por la cercanía y disponibilidad del Papa Francisco.

«A lo largo de la entrevista y posterior elaboración del material descubrí el valor de la teología sapiencial del Papa Francisco, que una tan espontáneamente teología y espiritualidad», escribe el autor. «Este libro se centra más bien en el testimonio de un hijo de María, de un devoto que se encuentra personalmente con la Santísima Virgen y experimenta en esa relación un camino para vivir más profundamente su encuentro con Jesús», explica el padre Alexandre, refiriéndose al Pontífice argentino.

El brasileño había preparado 20 preguntas sobre la Virgen María para hablar con el Papa, y en ellas se basó el libro. El Papa llevaba entonces solo unos meses de Pontificado, y las cosas que dijo se han visto luego ratificadas en sus decisiones, y en algunos casos matizadas.

«Ella es mi mamá, con ella puedo llorar»

Al final de la entrevista, el Papa resume su relación con la Virgen. «Ella es mi mamá. Y probablemente sea la única persona con la que me atrevo a llorar. Porque yo soy muy duro. No suelo llorar. Pero con la Virgen sí, lo he hecho. Ella lo sabe. Siento que con ella puedo llorar».

No hace falta el dogma de «María corredentora»

Sobre el debate por declarar a María «corredentora», el Papa responde: «Yo estoy, y Benedicto XVI lo mismo, fuertemente resistente a la declaración a la declaración de María Corredentora. «Es caer en un declaracionismo nominalista; ya sabemos en qué sentido fue compañera de Cristo en la redención, en qué sentido, si quiere usar la palabra, fue co-redentora, pero no hace falta usar el término como bandera», añade.

Más aún: «es querer decir más de lo que ella quiere que digan de ella o de lo que Jesús quiere que digan de ella», añade. El Papa, en varios documentos y declaraciones insiste en que «la realidad es superior a la idea»: prefiere que la gente conozca las realidades a que se atasque buscando «nominalismos» para las ideas.

¿Mensajes, apariciones? Mejor «locuciones interiores»

El autor comentó al Papa casos de «mensajes de la Virgen», citando las supuestas apariciones en San Nicolás, Argentina, que el autor considera «bastante verosímil».

Pero Francisco responde: «Me incomoda cuando te vienen con los mensajes. Es decir, la Virgen no tiene una agencia de correo, ¿no? Pienso que teológicamente se puede explicar como locuciones interiores. Pero eso es un abanico que va desde una mera inspiración, que es implícita, hasta una locución interior fuerte. Son locuciones interiores que tiene una persona especialmente dotada».

El Papa reconoce que en Argentina, en San Nicolás de Arroyos «Dios ahí hace milagros» y que la vidente, Gladys Quiroga de Motta, es humilde y obediente («el obispo le dijo: si tiene más mensajes, me los pasa a mí, no hable más»; esa mujer no habló nunca más«). «En cambio, en Salta la vidente protagoniza, si te acercas te hace así» (gesto de imposición de manos) «y vos te caés de espaldas». «Feo es que protagoniza y no deja de protagonizar. Y le dice al obispo que la Virgen se lo pide».

Con todo, admite que un mismo sitio pueden mezclarse milagros de Dios y falsas manifestaciones o declaraciones. «Gracia y pecado están juntos», dice respecto al caso de Salta.

Sobre Medjugorje, explica que impidió un encuentro en Buenos Aires «porque uno de los videntes iba a hablar e iba a explicar un poco todo y a las cuatro y media la Virgen iba a aparecer. O sea, que él tenía la agenda de la Virgen. Les dije: no, mirá, yo no quiero aquí ese tipo de cosas. Pero hay que distinguir porque a pesar de eso en Medjugorje Dios hace milagros, ¿no?»

El Papa insiste en estos temas en distinguir las locuciones interiores e inspiraciones de la Virgen con mensajes de «videntes» con «apariciones programadas». «Sí, hay gente que se convierte, pero hay también indiscreción, por lo menos la falta de discernimiento«. Rechaza también lo que llama «espíritu de curiosidad».

El Papa con Alexandre Awi, autor del libro entrevista

El pequeño Jorge Mario y la Virgen

El Papa respondió las preguntas sobre su trato con la Virgen siendo niño. Reveló, por ejemplo, que «desde chico nos enseñaban en mi casa a rezar las tres Avemarías, pequeñas devociones». En el libro, el padre Awi da datos históricos sobre esta devoción. Recordó también una imagen de la Virgen que le regaló su catequista de Primera Comunión cuando tenía 11 años, «una imagen chiquitita de metal, muy linda, de la Virgen de la Merced«, patrona de Barcelona (España), de los mercedarios, de la región de Tucumán y del ejército argentino.

Después recordó cuando él y sus dos hermanos de mayor edad ingresaron como internos en un colegio salesiano en 1949, donde conocieron la devoción a María Auxiliadora. También el cura que le había bautizado era salesiano y los abuelos del pequeño Jorge pedían siempre esa bendición «de María Auxiliadora».

En el camarín de María Auxiliadora en Buenos Aires, donde fue bautizado, es donde acudía también a reza el joven Jorge Mario Bergoglio y donde definió su vocación. Cuando era obispo, también rezaba allí: «los curas del santuario decían: ahí está el obispo, debe tener un lío bárbaro».

Rosario cada día, aunque sea sólo una corona

Explicó también que de lo poco que conocía de Roma, cuando llegó como Pontífice, estaba la basílica de «Santa María la Mayor: yo siempre iba allí».

El Papa Francisco explicó también que él es «de Rosario diario», porque «me da fuerzas todos los días. Siento una fuerza tan grande porque voy a estar con Ella y me siento fuerte». Admite, eso sí, que si en Argentina rezaba «prácticamente las tres coronas», una vez como Papa «suelo rezar sólo una corona, más no me da el cuero, por cuestión de tiempo y todo lo demás. Pero siempre, todos los días, rezo el rosario, y lo recomiendo a la gente. El rosario me hace bien».

Después le enseñó al entrevistador algunas de las imágenes marianas que tenía en la sala: «Acá tengo una de la Ternura que me regaló el personal de la casa. Ésa, de la Ternura también, ya estaba aquí. Y esa chiquitita ahí, me la regaló un cura en dificultad y me dijo: ‘yo no sé cuidar mi vida; cuidámela vos’. Aquí tengo a Nuestra Señora de Schoenstatt, que vos me regalaste, y la Virgen de los Milagros de Santa Fe».

La Virgen de Luján… y cómo afecta al confesarse

Explicó también que la devoción por la Virgen de Luján le llegó siendo ya obispo, por las peregrinaciones diocesanas, en las que pueden participar más de un millón de personas en cada edición. Él allí solía quedarse confesando de seis a diez de la tarde, y también a veces de noche. Cuando confesaba en el lado de la basílica donde pasaba la gente después de haber visto a la imagen «allí pescabas las ballenas, los pescados gordos», es decir, los pecadores que, impactados por la Virgen, y arrepentidos, acudían con lágrimas a confesarse. El Papa suele llevar encima, también en Roma, un pequeño pañuelo muy especial: un purificador con el que se ha limpiado a la Virgen de Luján durante años.

El Papa con la Virgen de Luján

El Papa explica que la experiencia de los santuarios marianos y populares se puede aplicar a las parroquias en zonas con mucha gente de paso. A esas parroquias, en vías muy transitadas, les pide «santuarizarse». «¿Qué significa? Tener la puerta abierta todo el día, que haya un cura confesando todo el día y una persona para acoger a la gente que quiera preguntar alguna cosa», especifica el Papa.

También explica el inicio de su devoción por el icono de la Virgen que Desata los Nudos: «Me mandaron una felicitación para Navidad con esa imagen y me gustó». Y explica que al imagen se inspira en un texto de San Ireneo de Lyon, del siglo II, probablemente del año 180 d.C.: «El nudo de la desobediencia de Eva fue desatado por la obediencia de María. Lo que la virgen Eva ató con su incredulidad, lo desató la Virgen María con su fe».

María como protectora y señora de ternura

El libro, en cada tema mencionado por el Pontífice, busca su base bíblica y teológica e histórica: cómo nació esa imagen, qué significados profundos tiene, cómo encaja en la tradición de la Iglesia, qué le dice al hombre de hoy… Así aborda también a la Virgen de Aparecida, patrona de Brasil, o las citas marianas en sus encíclicas. También habla de la devoción oriental al «Manto de la Virgen» que es también la protección de la Virgen, el equivalente ruso y griego del «Sub tuum praesidium» («bajo tu amparo nos refugiamos»).

También habla de la «Virgen de la Ternura» ucraniana, que es una Eleoúsa, es decir, una Virgen en la que las caras del Niño y la Madre se tocan. El entrevistador analiza esta devoción y lo relaciona con toda la pastoral del Papa sobre la evangelización y pastoral «de la ternura».

El libro recoge también las reflexiones del Papa sobre María como imagen de la Iglesia, que llevan a reflexionar sobre el ser femenino de la Iglesia y las virtudes femeninas que la Iglesia debe ejercer, como María. «Cuando se dice que es una injusticia que las mujeres no puedan celebrar misa, recuerdo que María no era sacerdote y era más importante que todos los apóstoles», explica el Papa al autor.

La Virgen, como la Iglesia, como todas las madres, también vive una cierta «fatiga del corazón»: el cansancio de una madre ante la vida desastrada de sus hijos, por ejemplo, pero un cansancio con esperanza, un cansancio que no se cansa.

«Soy muy duro, no suelo llorar, pero con la Virgen sí»

Al final de la entrevista, el Papa resume su relación con la Virgen. «Ella es mi mamá. Y probablemente sea la única persona con la que me atrevo a llorar. Porque yo soy muy duro. No suelo llorar. Pero con la Virgen sí, lo he hecho. Ella lo sabe. Siento que con ella puedo llorar».

Alexandre Awi trabaja desde 2017 en el Vaticano,
en el Dicasterio de Laicos y Familia

El libro, de 235 páginas, incluye una estampa de la Virgen de Schoenstatt, otra de la que Desata los Nudos y 9 oraciones marianas que el Papa usa o ha escrito. Cada declaración del Papa va acompañada de información sobre su contexto histórico y doctrinal, por lo que la conversación con el Pontífice se convierte en una clase, detallada pero sencilla y nada farragosa, de teología mariana. En español está en www.montetabor.es

Quiero recibir Cari Filii News gratuitamente

Quiero suscribirme

Dejar comentario

Please enter your comment!
Please enter your name here