Sofía cuenta a su madre, la escritora Carmen Posadas, su conversión en Medjugorje: «Empecé a llorar y a llorar»

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Sofía cuenta a su madre en una entrevista su proceso de conversión

Sofía Ruiz de Cueto es la hija primogénita de Carmen Posadas, la escritora hispano-uruguaya ganadora del Premio Planeta. La autora de, entre otros muchos libros, Pequeñas infamías, es una mujer que se declara católica y que abiertamente ha hablado del cielo. Y ahora su hija puede decir lo mismo.

En esta ocasión tanto Carmen Posadas como Sofía Ruiz de Cueto han hablado en una interesante entrevista que la madre hace a su hija en Mater Mundi TV sobre la conversión de Sofía, una conversación sobre el pasado, el momento el que Dios apareció en su vida y cómo vive ahora que está enamorada de Cristo.

Estaba en el peor momento de su vida

Sofía tuvo una conversión total en Medjugorje, precisamente en un momento muy complicado en su vida y mucha culpa de esto la tuvo su socio, que le insistió una y otra vez durante meses en que tenía que ir a aquella peregrinación que finalmente ha cambiado su vida.

“No tenía deseo de ir porque el viaje surgió en una época muy mala, cuando me estaba divorciando. Esto me había llevado a alejarme mucho y si ya no tenía una fe muy grande pues me hizo distanciarme con bastante enfado y rabia”, contaba Sofía a su madre.

«La Virgen te está invitando»

En medio de la vorágine laboral y del divorcio, con niños pequeños de por medio, su socio insistía en que fuera. Pero ella se negaba recordando con enfado a su compañero que “era el puente de mayo, tengo a mis hijos, tengo una agenda llena de pacientes, un congreso y además es el día de la madre y me estoy divorciando”.

“La Virgen te está invitando”, le contestó su socio. “Y ante semejante frase no conseguí encontrar otra que sonara bien que dijera no y entonces le dije que iría”, recordaba la hija de Carmen Posadas.

Accedió a ir aunque «seguía rebotada»

Al final el camino para ir se allanó completamente. Los niños no fueron problema, la agenda se vació aunque “yo seguía rebotada”. Y así fue como llegó a Medjugorje.

Además, los primeros momentos en este pueblo bosnio no fueron fáciles. Según llegaron había misa y adoración. “Salí furiosa, me fui a la cama sin cenar”, contaba.

Pero al día siguiente sería el inicio de su nueva vida. La jornada empezaba con una explicación histórica para Medjugorje, lo cual no le produjo rechazo y accedió a ir. Y después tocaba subir al monte de las apariciones. Se subió rezando el Rosario y una persona llevaba cada misterio.

El punto de inflexión

Cuando tocaba el quinto misterio, su socio le dio el Rosario para que lo llevara ella y no supo decir que no. “Recé y empecé a llorar, llorar y a llorar, y a partir de ese momento me entró paz. Se me fue la ira y la rabia y me entró un sosiego increíble”.

Sofía explicaba que el gran cambio en su vida no se produjo en ese momento sino ya en Madrid, con el mantenimiento de esta gracia. Un sacerdote les advirtió durante el Viacrucis en Medjugorje sobre la vuelta a la realidad y el día a día pues en la peregrinación es muy fácil estar en una nube pero una vez en Madrid, puso como ejemplo, te encuentras un semáforo en rojo y pierdes la paz por ello.

En Medjugorje aprendió a rezar

“Esto me sirvió, fue poco a poco. Cada vez que veía un semáforo en rojo me acordaba de Dios”, afirmaba. Por ello, explicaba que “una vez que lo encuentras de verdad te crea un anhelo y empiezas a querer más y a rezar más. Y a raíz de Medjugorje he aprendido a rezar y el poder de la oración”.

Su vida ha cambiado. Así lo confiesa Sofía. Antes de la peregrinación apartaba aquello que “no era tangible” porque era una mujer muy “autosuficiente y orgullosa”. Pero ahora, se ha dado cuenta “que siempre ha estado ahí dispuesto a ayudarme”.

Sofía, en un posado para una revista junto a su madre, Carmen Posadas

“Cuando has visto que Dios existe, que está ahí y que puedes apoyarte en él para todo, el bagaje de estrés y angustia desaparece. Puedes tener el mismo caos y 20.000 cosas por hacer pero no las gestionas con ese estrés y esa ansiedad porque no recae todo sobre ti”, relataba.

«Mucha ciencia nos devuelve a Dios»

Ella como médico y directora de una clínica hace suya la cita de Louis Pasteur: “un poco de ciencia nos aleja de Dios, mucha ciencia nos devuelve a Dios”.

Para Sofía, “cuanta más ciencia tienes más acabas llegando a Dios” y en el ámbito de la medicina donde se ve tanto sufrimiento tiene ya la certeza de que “cuando la persona encuentra a Dios ese sufrimiento es otro. No lo hay como tal pues puedes tener dolor o puedes sufrir dolor pero cuando una persona está con Dios este sufrimiento o dolor no lo sufre”. “Dios ayuda a muchísimo a quitar este sufrimiento, ves la mano de Dios”, sentencia.

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