Rosa y Nora, la conversión en cadena de dos hermanas en Medjugorje: cambio total en lo personal y también en lo laboral

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Rosa y Nora transformaron su agencia de viaje en una únicamente de peregrinaciones

Rosa y Nora son hermanas de sangre y también en Cristo, tras una conversión en cadena que tuvo a Medjugorje como centro neurálgico. Este encuentro tan profundo con Cristo y con la Virgen transformó completamente la existencia de estas napolitanas, que incluso dieron un giro a la que era su agencia de viajes para que pasara a ser únicamente una agencia de peregrinaciones. Además, desde Facebook, “Pellegrine per sempre”, rezan en streaming el Rosario, ya sea desde su casa o desde los lugares a los que peregrinan. Y son miles de personas las que siguen a diario este apostolado online de las hermanas.

Su historia muestra que la vida puede cambiar en un segundo y que además la fe puede ser un foco de atracción, no tanto ante las palabras sino más bien al observar el cambio en la otra persona.

Rosa y Nora compartían una agencia de viajes, una de las muchas que había en la ciudad italiana de Nápoles. Organizaban viajes a los destinos más populares del mundo y no les iba mal. Pero el encuentro con la Virgen en Medjugorje les hizo dar un paso más. Cambió sus vidas y hasta el propósito de sus profesiones.

En una entrevista con La Nuova Bussola Quotidiana las hermanas hablan sobre esta bella experiencia de fe. Rosa cuenta que antes de conocer a María ambas eran chicas que simplemente vivían acorde a su edad: “ganas de divertirse, de poder compartir cenas con amigas y con ganas de viajar, sobre todo. Un deseo que luego se convirtió en nuestro trabajo. En 1998 nos embarcamos en la aventura laboral de una agencia de viajes. Estábamos felices de poder trabajar en el campo del turismo”.

Tiempo después –agrega Rosa- conoció a un sacerdote de Nápoles. “Mi vida, en ese momento, sentía que no estaba del todo llena. Y el encuentro con este sacerdote y con el grupo de oración que dirigía fue el inicio del camino, que aún continúa, del verdadero sentido de la vida”, agrega.

Rosa y Nora, en Medjugorje

El amor a la Virgen surgió, por así decirlo, un poco por casualidad. Rosa recuerda que el sacerdote napolitano que conoció organizaba muchas peregrinaciones a Medjugorje. “Una vez, pues, decidí ir también a comprender esta realidad que desconocía.  Sí, había estado allí cuando tenía diez años, pero ciertamente no tenía la percepción de lo que estaba frente a mí. Entonces, ese fue mi segundo viaje a Medjugorje. En ese lugar cambió mi existencia, mi trabajo, mi vocación: Nuestra Señora me hizo sentir su amor. Me sentí como en casa. Allí fue el comienzo de todo mi viaje. A mi regreso, entonces, sentí el deseo de compartir con mi hermana Nora todo lo que había vivido en ese viaje”, relata.

Nora confiesa que al principio no entendió a su hermana Rosa tras regresar de Medjugorje. Ella se consideraba una persona de fe y no creía que este lugar en Bosnia pudiera también cambiar su vida, por lo que su vida siguió como hasta entonces.

Sin embargo, en un momento concreto tuvo una gran crisis existencial por lo que viendo la paz con la que vivía Rosa decidió pedir ayuda a su hermana. “Quería entender de dónde venía todo esto. Y entonces me acerqué al grupo de oración también”, añade.

Hubo para Nora un momento culminante. Explica que pasaron “por un momento de profundo dolor cuando una amiga nuestra murió. Entonces, toda la familia de la chica quería ir a Medjugorje y acudieron a nuestra agencia para organizar el viaje. Y mi hermana Rosa se ofreció para acompañarlos a este destino”.

Rosa cuenta que en aquella peregrinación conoció a una monja, la hermana Benedetta. “El Señor había respondido a mi oración porque le había pedido un ángel que pudiera instruirme sobre cómo guiarme en un viaje tan particular. La hermana Benedetta era ese ángel.  Y fue ella quien fue el instrumento del Señor: me inculcó el amor a la Virgen María. Y así, poco a poco, con el camino espiritual que había iniciado y que comenzaba a compartir con mi hermana, fui madurando – en mi corazón – la conciencia de hacer algo más por el Señor. Así fue que junto con mi hermana comenzamos a planificar algunas peregrinaciones. Arriesgamos mucho al comienzo de esta nueva aventura. También hemos arriesgado económicamente, hay que decirlo. Pero la Madre no dejó de cumplir con nuestras expectativas. Nos ayudó mucho también en cuestiones prácticas. ¡Conoce bien el corazón de sus hijos!”.

De este modo, la agencia que vendía vacaciones, cruceros y destinos exóticos decidió dar un giro completo a su trabajo. Nora cuenta que fue en 2005 cuando “decidimos dedicarnos por completo a Dios”.

“Nuestro trabajo se ha convertido en una verdadera misión, en una vocación que sentimos profundamente. Pero la belleza de todo esto radica, sobre todo, en compartir con los demás, con las mismas personas a las que llevamos a los lugares marianos, no solo con Medjugorje, nuestro camino de fe. Crecemos con ellos porque nos dan mucho”, afirma.

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