«Soy creyente y rezo todos los días, pero, para ser honesto, no soy un modelo a seguir», confiesa Oleksandr Shvetsov, quien perdió una pierna en la guerra, cayó en el abismo de la depresión, el alcohol y las drogas… hasta que la Virgen de Lourdes le rescató.
El soldado Oleksandr perdió una pierna en el frente, luchando contra el Ejército ruso en la región ucraniana de Luhansk. No fue en la actual invasión sino en la de 2014, en los albores del conflicto en el Donbass. El diario Avvenire cuenta su historia.
Alcohol y anfetaminas
Este veterano de guerra de 38 años vive en Zhytomyr y se ha convertido en un «samaritano de los amputados de guerra». Un «médico del alma» que ha decidido dedicarse a organizar «peregrinaciones de esperanza» para ex militares, como aquella que «me devolvió la vida en Lourdes», afirma.
«Tuve que vender una casa para ampliar la de mi madre y necesitaba un documento del distrito militar. Cuando llegué, me invitaron a unirme al Ejército. A mi lado había otros muchachos a quienes les preguntaron si estaban listos, dijeron que sí. Yo tampoco pude negarme y acepté», comenta sobre su reclutamiento.
El veterano de 38 años se ha convertido en un ‘samaritano de los amputados de guerra’.
Tenía 29 años y comenzó a formar parte de la 30ª Brigada Mecanizada. «Nuestros comandantes nos enviaron al frente en las afueras de la ciudad de Lugansk. No habíamos tenido tiempo de construir trincheras cuando el enemigo nos atacó. Después de una hora y media de lucha, algo voló cerca de mí. Intenté levantarme pero mis piernas ya no podían sostenerme«, rememora.
«Mis compañeros me arrastraron hasta quedar por detrás de ellos. Los médicos nos estaban esperando; había muchos heridos más», relata. Primero fue un trayecto en ambulancia y después el vuelo en helicóptero al hospital militar de Járkov «donde tuvo lugar la amputación de la pierna».
El soldado Shvetsov estaba vivo, pero lleno de cicatrices… no solo en el cuerpo sino también en el espíritu. Es más, durante meses se negó a llevar la prótesis de la pierna. «No acepté lo que me había pasado y empecé a beber. Luego vinieron las anfetaminas; pensé que me ayudarían psicológicamente. Fue una ilusión», señala.
«Después de una hora y media de lucha, algo voló cerca de mí. Intenté levantarme pero mis piernas no podían sostenerme» (en la foto: Olelsandr, el primero por la izquierda).
Y, entonces, le ofrecieron ir a Lourdes. «Antes de ir tenía un dolor de cabeza terrible, estaba muy preocupado. Visité las fuentes del santuario y el problema desapareció«, afirma. Oleksandr no habla de curaciones ni de milagros.
«Soy pragmático, pero a partir de ese momento me dije que mis antiguos compañeros también debían sentir lo que yo había sentido. Así nació la idea de acompañarlos a Lourdes», comenta. Y no solo a los pies de los Pirineos sino también a otros lugares especiales para el alma: desde Cracovia hasta el Mar Rojo.
Llamó a su proyecto «Hero Bus» porque todo empezó con un minibús. «Lo tenía contratado. Había 18 plazas. Sin embargo, no tenía suficiente dinero para el combustible y el alojamiento del primer grupo de veteranos discapacitados que quería llevar a Francia», relata el ex soldado ucraniano.
Llamó a su proyecto «Hero Bus» porque todo empezó con un minibús.
Y fue recibiendo gracia tras gracia. «Hice un post en Internet que recibió miles de respuestas. Y, un mecenas, Yuri Kogutyak, aceptó pagarlo todo», explica. «Con un compañero que perdió una pierna y un brazo recorrimos en octubre 120 kilómetros. El objetivo era comprar un endoscopio para un hospital en Kiev. Al final el kit completo nos lo regaló una empresa», comenta.
Oleksandr todavía recuerda la terrible experiencia de la guerra. «La amistad nos une en el frente, pero, no puedo esperar a ver a los niños jugando felices en los parques sin el miedo inhumano a las bombas», concluye.