Perdieron a su único hijo, él se quería suicidar, el matrimonio se hundía… hasta que en Medjugorje «resucitaron»

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Romano y Silvana resucitaron en Medjugorje. Su vida era silencio, vacío, oscuridad y desesperanza desde que Andrea, su único hijo, falleciera en un accidente de tráfico con tan sólo 18 años. Era una familia acomodada, con grandes contactos, una buena empresa y todo lo que aparentemente daba la felicidad. Pero un día todo se vino abajo, y en esta espiral de dolor este padre de familia llegó incluso a plantearse el suicidio. Pero la Virgen lo rescató y le devolvió él y a su mujer literalmente la vida.

Éxito en el mundo del motor

Romano Magnani afirma que ha recorrido el mundo entero, de Chile a Japón. Pero ahora únicamente sale de Italia para viajar a una pequeña aldea bosnia. «¡Medjugorje lo es todo, para mí Medjugorje es el mundo, el mundo entero!», afirma este hombre que ha encontrado el consuelo de Cristo y de su Madre en este lugar.

Relacionado con el mundo del automovilismo y del motociclismo, Romano ha estado con los mejores pilotos (Agostini, Valentino Rossi, Prost, Mansell…) y sus inventos han sido fundamentales para aumentar la seguridad de los cascos.

Experimentaba el éxito en los negocios, su familia era estupenda pero no necesitaba a Dios

Con Silvana tuvo a su hijo único Andrea, un niño al que definen como atento, bueno y siempre positivo. Con 16 años dijo que no quería estudiar y su padre le puso al frente de la tienda que tenían especializada en ropa para motoristas. En dos años quintuplicó los beneficios.

Romano tenía grandes planes para su hijo, pero el 25 de marzo de 2001 Andrea murió en un accidente de tráfico. El mundo se vino encima de esta familia. «El dolor era insuperable«, asegura su padre en un documental sobre su conversión.

Un abismo profundo

Silvana confiesa que se sentía fuera del mundo, ausente. «Cuando los padres experimentan una pérdida así de grande parecen zombis. Vives en la ilusión de que todo esto es un sueño. Pero cuando comíamos y no estaba su plato o no oíamos el sonido de sus llaves comprendes que ya no está«.

Su padre entró en un abismo profundo. Cuenta que «con el tiempo la realidad del dolor se convirtió para mí en oscuridad, una oscuridad tremenda». Recuerda que le «costaba mucho esfuerzo aceptar esta realidad. Pensé en quitarme la vida, muchas veces contemplé el suicidio. Era vivir en el infierno».

Este dolor empezó también a afectar al matrimonio. Ella veía «la crisis profunda» de Romano, pero a su vez Silvana también sufría enormemente. «Pasábamos días y días en silencio, nos abrazábamos para consolarnos, pero sin palabras. No teníamos nada que decirnos el uno al otro, porque si decíamos algo no podíamos aguantar y nos echábamos a llorar», recuerda el padre de Andrea.

Medjugorje

Sin saber cómo este matrimonio que no había necesitado a Dios pero ahora se hundía en el sufrimiento acabó en Medjugorje. Allí, afirma Romano, «recibí la misericordia de la conversión. Encontré la luz, una luz intensa, la voluntad para vivir, para vivir más. Y eso no lo tenía antes cuando contemplaba el suicidio. Esa luz la vi en Cristo, justo aquí en Medjugorje».

Entonces tanto él como su mujer comprendieron que la vida no acababa con la muerte de su hijo, que el cielo existía. Y entonces toda esta oscuridad que rodeaba sus vidas se fue disipando.

Silvana afirma que en Medjugorje mirando al cielo dijo a su hijo: «Andrea, yo te cuidé 18 años, sabes que nosotros no podemos más. Ahora que estás cerca de Dios es tu turno de ayudarnos a nosotros. Y creo que desde el Cielo lo movió todo».

Desde aquella conversión en Medjugorje este matrimonio ha vuelto en numerosas ocasiones. En muchas de ellas han traído consigo a otras familias que han sufrido como ellos la pérdida de un hijo.

«Mártir de la familia»

«Quiero mucho a la Virgen porque sé que siempre la tengo cerca. Siento su amor a mi lado. Y cuando algo ocurre, siempre le pido a Ella: ‘Ayúdame en esta situación’. En los momentos de tristeza, en los que me quitan la paz…», asegura Silvana.

Esta obra de Dios a través de la Virgen en Medjugorje ha salvado su matrimonio y su familia. Allí «nació un amor aún más bonito» que el que habían experimentado a lo largo de las más de tres décadas que llevaban juntos.

Romano lo tiene claro: «Mi hijo fue un mártir, un mártir de la familia, que renovó a su padre y a su madre. Así que puedo decir ahora: ¡gracias Andrea!».

Uno de los frutos de su conversión es la nueva «misión» a la que se siente llamado Romano. Ha compuesto e interpretado numerosas canciones, muchas de ellas relacionadas con la Virgen de Medjugorje.

Una de ellas, Medjugorje, la dulce conversión, cuenta su propia historia. Parte de la letra dice:

Ya no quería nada más de la vida,

y muchas veces quería que acabara,

tenía rencor a Dios y a todo el mundo,

la muerte era mi único pensamiento.

Después fui con mis amigos queridos a Medjugorje, unidos en el dolor.

Y nuestra Madre, leyendo lo que está en mi corazón, hizo que desapareciera el rencor hacia el Señor.

Desde la desesperación por mi dolor, me llevó a una conversión tranquila y gentil.

Ahora vivo, gracias a Medjugorje,

gracias a la Virgen, gracias al Señor.

Sé que un día volveré a ver a mi hijo,

gracias a la conversión que me regaló en Medjugorje.

Vídeo original: Fruits of Medjugorje.

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