Ocho siglos de devoción a la Merced: encuentran los documentos de la aprobación de Roma

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Procesión con la Virgen de la Merced en Barcelona

El Archivo Diocesano de Barcelona ha sacado a la luz la documentación que explica como la Virgen de la Merced se convirtió en la patrona de Barcelona, sustituyendo a Santa Eulalia, la niña mártir de las persecuciones de Diocleciano en el siglo III.

El 27 de febrero de 1868 el Papa Pío IX dio su autorización, comunicada en una carta dirigida al obispo barcelonés de la época, Pantaleó Montserrat, como fruto de gestiones del obispado, el ayuntamiento y un grupo de nobles que pidió este patronazgo.

El 27 de octubre de 1867 unos setenta nobles de la ciudad hacían «la petición» de que la Virgen de la Merced fuera instituida como patrona de la ciudad. La fecha no es casual. Meses antes, por un decreto papal, se establecía que en las ciudades españolas sólo se podía tener una patrona o patrón. El 9 de noviembre el ayuntamiento «y el pueblo» de Barcelona dirigían una carta al Vaticano con esta demanda y el propio alcalde, Juan López de Bustamante, iniciaba los trámites legales con otra misiva oficial al obispado de la ciudad el 18 de noviembre. Este escrito se envió al nuncio apostólico en España, que lo trasladó a Roma.

En el archivo de la diócesis han recuperado la respuesta de Roma. La Congregación de Sagrados Ritos del Vaticano el 27 de febrero respondía:

«Habiendo expuesto VSI a nuestro santísimo señor Pío Papa IX, que sería muy grato a los fieles encomendados a tu pastoral solicitud que la fiesta de la beatísima Virgen María de la Merced se constituyera como Patronal por esta tu diócesis, Su Santidad, hecha relación de estos votos por el infrascrito Secretario de la Congregación de Ritos Sagrados, y difiriendo clementemente ellos, constituyó la fiesta de la Santísima Virgen María de la Merced, que cae en el día 24 de septiembre, como Patronal por el Obispado de Barcelona; y mandó a la misma fiesta se celebrara bajo el rito doble de primera clase, octava y bajo el doble precepto, a saber, de oír misa y abstenerse de trabajos serviles. Al comunicar a V.S.E. la concesión de Su Santidad, le deseo ardientemente una larga felicidad. De V.S.E En Roma a 27 de febrero de 1868. (Firma) Como hermano C.Obispo de Porto y Santa Rufina, Cardenal Patrizi, Prefecto de la Congregación de Sagrados Ritos.»

Eso significaba que el día de la Virgen de la Merced debía ser festivo laboral y de asistencia obligatoria a misa en la diócesis entera de Barcelona.

No obstante desde el obispado de Barcelona se tardó en oficializarlo, porque durante unos meses intentaron mantener como copatrones a Santa Eulalia y al obispo San Severo, que también murió mártir en Barcelona en época de los romanos. Pero Roma se mantuvo firme: la diócesis y la ciudad debían tener solo una patrona. En junio, ya con el permiso de la Reina Isabel II, se oficializó.

Desde entonces, cuando llueve durante las fiestas de la Merced en Barcelona, se dice que son «las lágrimas de Santa Eulalia», triste por no ser ya patrona. Con todo, en tiempos recientes, Barcelona celebra una fiesta de Santa Eulalia el 12 de febrero como «fiesta mayor de invierno».

El 5 por ciento de las catalanas nacidas antes de 1960 se llaman Mercedes (incluyendo Mercè, Merche, Mertxe, o incluso Cè), pero después del año 2000 menos de un 1% de las niñas reciben este nombre; en el 2010 no eran ni el 0,5%, según contabiliza en la oficina estadística Idescat el periodista Màrius Serra, quien recuerda que la raíz latina «merx» significa «recompensa».

Ocho siglos de gran devoción

El año pasado, 2018, fue importante en la devoción de la Merced. Se cumplían 800 años desde que la Virgen de la Merced se apareció en un sueño al Rey Jaime I de Aragón, a San Pedro Nolasco y a San Ramón de Peñafort, lo que les llevaría a fundar la Orden de la Merced, que hoy ayuda a miles de personas en todo el mundo.

Y se cumplían también 330 años desde que el Consejo de Ciento de Barcelona prometió a la Virgen de la Merced celebrar su fiesta cada año, agradecidos porque su intercesión libró a la ciudad de una plaga de langostas. Y 150 años desde que el Papa Pío IX dictaminó que la fiesta sería el 24 de septiembre.

Una orden viva con los presos y oprimidos

La Orden de la Merced que nació hace 8 siglos es una obra viva. Desde Barcelona se extendió por el mundo y los hábitos de los mercedarios llevan en su escudo los colores de las barras de Cataluña y Aragón. Hoy cuenta con 500 sacerdotes y 700 hermanos que sirven a los pobres y cautivos de todo el mundo.

La Merced es, además, patrona de los presos y cautivos de todo el mundo y patrona de muchos sitios de América y Filipinas, como Tucumán (Argentina), Valparaíso (Chile) o Quito y Guayaquil (Ecuador).

Redentora de las esclavitudes de hoy

En su carta pastoral de esta semana, el cardenal de Barcelona, Juan José Omella, escribió: «Hoy, la Virgen de la Merced sigue siendo redentora de aquellos que se sienten atrapados en formas de dependencia que nos ofrece la sociedad actual. Por ejemplo, muchos jóvenes están atrapados en la prisión de una pantalla,  en la adicción a mundos de fantasía propiciados por tecnologías mal utilizadas, atraídos por la singularidad de egos mal entendidos. Estos jóvenes esperan aplausos remotos y no saben disfrutar del contacto cotidiano más cercano. Muchas personas también se han encontrado sin fuerza, anuladas en medio de la oscuridad, en la dependencia de las drogas y otras adicciones o en la explotación sexual, cuando tal vez intentaban encontrar alivio y alguna solución en su vida. Estos son algunos ejemplos de las esclavitudes del siglo XXI, formas de encarcelamiento que, finalmente, convierten la vida en un callejón sin salida. La Virgen de la Merced, «princesa de Barcelona», como escribió Jacint Verdaguer, en su advocación de redentora de cautivos, nos quiere ayudar a liberarnos de estas formas modernas de «cautiverio»».

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