Montse Grases, del Opus Dei, y los benedictinos mártires en Madrid: la conexión con la Moreneta

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Este 27 de marzo, fiesta de la Virgen de Montserrat, la Congregación para la Causa de los Santos ha hecho públicos varios decretos sobre mártires, beatos y virtudes heroicas de Siervos de Dios, firmados por el Papa Francisco, entre los que destacan dos causas españolas ligadas a esta advocación, la Moreneta, la patrona de Cataluña. Parece ser un "guiño monserratino" del Pontífice.

Uno es el caso de la barcelonesa Montse Grases, una joven del Opus Dei que murió a los 17 años, el 26 de marzo de 1959, en Jueves Santo, dando ejemplo de entereza y fe ante un cruel cáncer. La gente que la conoció destacó siempre su devoción a la Virgen de Montserrat y serenidad frente al sufrimiento. Una amiga, Rosa Pantaleoni, recuerda que pese a la enfermedad "hasta el último momento lo desdramatizó todo, siempre con la Virgen de Montserrat cerca”.

El otro caso es el de los cuatro sacerdotes benedictinos asesinados en Madrid durante la persecución anticatólica de 1936 que pertenecían al priorato de Montserrat en Madrid. El Papa ha reconocido el martirio y como tales serán beatificados. La iglesia de Montserrat en la calle San Bernardo de Madrid nació en 1640, por obra del Rey Felipe IV, para acoger monjes benedictinos de origen castellano que antes vivían en la Abadía de Montserrat en Cataluña y huían de la insurrección armada de esos años. En 1936 los benedictinos de esta parroquia estaban ligados al Monasterio de Silos.

La devoción mariana de Montse Grases

En la familia de la que ahora es la Sierva de Dios María de Montserrat Grases siempre hubo devoción a la Virgen de Montserrat. Su abuela paterna también se llamaba Montserrat.

Manuel Grases, padre de Montserrat, explicaba, según recoge la biografía de José Miguel Cejas sobre Montse Grases, que la talla de la Virgen de Montserrat que tenían en casa primero sus padres (es decir, los abuelos) había sido destrozada durante la Guerra Civil, "porque unos milicianos le habían arrancado la cabeza, durante un registro, a la Virgen y al Niño. La restauramos, y como lleva un manto recuerda un poco a la Virgen de la Merced. Quedó muy bien. Y la pusimos en un lugar de honor en nuestro piso recién estrenado, para que bendijese nuestro hogar".

Montse adquirió el hábito de saludar a la Virgen, al final del pasillo, cada día al llegar a casa. Sus padres, Manuel y Manolita, en los primeros años de su matrimonio solían pasar varias noches de Navidad en el santuario de Montserrat.


Montse Grases con su madre en la Pascua de 1958, con la medalla de la Virgen de Montserrat que antes pertenció a su abuela, también llamada Montserrat

Unas fotos que se conservan de Montse son de la Pascua de 1958, en las que ella aparece con su madre, haciendo broma ante la cámara, llevando una medalla de la Virgen de Montserrat que había pertenecido a su abuela paterna. Manuel Grases se la dio a su esposa, y ella a su hija. "Tiene una orla de rubíes y en el centro, alrededor de la Virgen, está representada toda la escolanía"…

Su madre recuerda cómo supo ella que tenía su enfermedad. Su padre, Manuel, se lo dijo "muy concreto, muy claro, sin disfrazar las palabras": "Montse, tienes un cáncer, un sarcoma de Ewing".

Ella se fue a su habitación. "Allí la vi cómo se arrodillaba a los pies de la Virgen de Montserrat y se ponía a rezar. Luego se sentó y estuvo haciendo brevemente el examen de conciencia. Rezó de rodillas las tres avemarías y se metió en la cama" […] "Luego supe que al arrodillarse delante de la Virgen de Montserrat le había dicho: ´lo que tú quieras´". Ahí empezó su "pasión" de fe y oración ante la enfermedad, cuyo carácter de virtud en grado heroico corrobora ahora la Iglesia.


Imagen de la Virgen de Montserrat (algo distinta
a la talla románica de la Abadía) que Montse
tenía en su habitación
(según este artículo de OpusDei.org)

Cejas comenta en su libro una conexión del fundador del Opus Dei con la Virgen de Montserrat. El 27 de abril de 1954, Montse celebraba su santo… Ese mismo día San Josemaría Escribá, que llevaba años sufriendo de diabetes, experimentó un terrible shock anafiláctico en la sede del Opus Dei en Roma. Creyó que se iba a morir, y Álvaro del Portillo, su principal colaborador, le dio la absolución y avisó al médico. Al principio, Escribá quedó ciego, pero recobró la vista al cabo de unas horas, y para asombro del médico "desde aquel día la diabetes quedó totalmente curada; había sido una caricia de su Madre la Virgen en el día de la fiesta de Montserrat", escribe Cejas.

Los mártires de Montserrat de Madrid

Quien acuda a la iglesia madrileña de Santa María de Montserrat, en calle San Bernardo 79, además de poder saludar a la Moreneta en una imagen similar a la de la abadía catalana, podrá también orar junto a los restos de cuatro sacerdotes benedictinos que descansan allí y ahora el Papa Francisco ratifica como mártires. Estas son sus historias.

El P. José Antón Gómez nació en el pueblo burgalés de Hacinas en 1878 y residía en Madrid desde 1919 en que fue nombrado prior; a él se debe la restauración material de la iglesia de Montserrat y la formación de una pequeña comunidad monástica. El 20 de julio de 1936, ante el cariz que tomaban los acontecimientos, disolvió la comunidad y buscó refugio en casa de algunos amigos y finalmente en una pensión. En ella fue detenido el día 24 de septiembre, conducido a la checa de la calle Fomento y allí fusilado inmediatamente. (Esta checa era "unitaria", contaba con representantes de todos los partidos y sindicatos del Frente Popular: comunistas, anarquistas, sindicalistas, republicanos, libertarios…)

El Padre Antolín Pablos Villanueva era natural de Lerma (Burgos), donde nació en 1871. Estuvo algunos años en las fundaciones que el Monasterio de Silos tenía en México. En Madrid, desde 1919, se dedicó a la investigación histórica. Fue fusilado el 8 de noviembre de 1936 en Soto de Aldovea, junto a cientos de detenidos de la cárcel Modelo.

El Padre Rafael Alcocer Martínez (Madrid, 1889) era un gran orador y un excelente arabista. Detenido en una librería donde se refugiaba, fue asesinado el 4 de octubre en compañía de otro sacerdote de la diócesis de Sigüenza.

El Padre Luis Vidaurrázaga González era un bilbaíno nacido en 1901. Estaba en Madrid desde 1928, donde se dedicaba a la dirección espiritual y a las clases de gregoriano. Refugiado en casa de un amigo, fue delatado, detenido y asesinado en la noche del 31 de diciembre de 1936.

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