Tras Pentecostés, María Madre de la Iglesia: fiesta moderna de raíces antiguas

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María Madre de la Iglesia, con los apóstoles, en la película de 2015 Llena de Gracia
María Madre de la Iglesia, con los apóstoles, en la película de 2015 Llena de Gracia

En Llena de Gracia (fullofgracefilm.com), una película hermosa y contemplativa de 2015, vemos a los apóstoles llegando de distintas partes del mundo para estar con la Virgen María en sus últimos días terrenales. Todos la saludan llamándola «Madre», como lo hizo su Maestro, el mismo Jesús. Quizá esta película sea la que mejor ha recogido a María como Madre de la Iglesia, a partir de su maternidad adoptiva de los apóstoles.

Desde 2018, por indicación del Papa Francisco, el lunes después de Pentecostés se celebra la fiesta de «María, Madre de la Iglesia». Aunque esta advocación y su simbología vienen de tiempos muy antiguos, y en varios países y regiones ya se celebraba litúrgicamente con grandes honores, el Papa Francisco ha querido que sea una fiesta de la Iglesia universal.

San Pedro vuelve de un viaje y saluda a María como madre que lo recibe en el film Llena de Gracia
San Pedro vuelve de un viaje y saluda a María como madre que lo recibe en el film Llena de Gracia

Una fiesta universal desde 2018

El cardenal Sarah, que era Prefecto de Culto Divino en 2018, lo recordaba así en el decreto que lo promulgaba: «La Sede Apostólica, especialmente después de haber propuesto una misa votiva en honor de la bienaventurada María, Madre de la Iglesia, con ocasión del Año Santo de la Redención (1975), incluida posteriormente en el Misal Romano, concedió también la facultad de añadir la invocación de este título en las Letanías Lauretanas (1980) y publicó otros formularios en el compendio de las misas de la bienaventurada Virgen María (1986); y concedió añadir esta celebración en el calendario particular de algunas naciones, diócesis y familias religiosas que lo pedían».

La motivación del Papa argentino la detallaba también Sarah: «El Sumo Pontífice Francisco, considerando atentamente que la promoción de esta devoción puede incrementar el sentido materno de la Iglesia en los Pastores, en los religiosos y en los fieles, así como la genuina piedad mariana, ha establecido que la memoria de la bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia, sea inscrita en el Calendario Romano el lunes después de Pentecostés y sea celebrada cada año. Esta celebración nos ayudará a recordar que el crecimiento de la vida cristiana, debe fundamentarse en el misterio de la Cruz, en la ofrenda de Cristo en el banquete eucarístico, y en la Virgen oferente, Madre del Redentor y de los redimidos».

Con el nuevo decreto de Culto Divino, desde 2018 se establece que esa memoria «deberá aparecer en todos los Calendarios y Libros litúrgicos para la celebración de la Misa y de la Liturgia de las Horas», y detalla que «donde la celebración de la bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia, ya se celebra en un día diverso con un grado litúrgico más elevado, según el derecho particular aprobado, puede seguir celebrándose en el futuro del mismo modo».

Pontificio Colegio Maria Mater Ecclesiae en Roma
Pontificio Colegio Maria Mater Ecclesiae en Roma

Una tradición desde la Biblia

A los pies de Jesús sólo había un apóstol, Juan, junto con María. Y Él encarga al apóstol que reciba a María «como algo suyo» o «como de su casa», es decir, como su Madre. «Madre, ahí tienes a tu hijo; hijo, ahí tienes a tu madre», les dice. Juan, símbolo de la Iglesia, acoge a María como Madre (Juan 19,25).

María, recuerda Sarah, «aceptó el testamento de amor de su Hijo y acogió a todos los hombres, personificados en el discípulo amado, como hijos para regenerar a la vida divina, convirtiéndose en amorosa nodriza de la Iglesia que Cristo ha engendrado en la cruz, entregando el Espíritu. A su vez, en el discípulo amado, Cristo elige a todos los discípulos como herederos de su amor hacia la Madre, confiándosela para que la recibieran con afecto filial».

Los precedentes antiguos

Sarah recordó enseñanzas de antiguos padres de la Iglesia.

San Agustín (354 – hacia 430) decía que María es «madre de los miembros de Cristo, porque ha cooperado con su caridad a la regeneración de los fieles en la Iglesia».

El Papa San león Magno (s.V) dijo que «el nacimiento de la Cabeza es también el nacimiento del Cuerpo», es decir, que si María es la que da a luz a Cristo, cabeza de la Iglesia, también da a luz a los miembros de su cuerpo místico, es decir, la Iglesia, los cristianos.

El título de Madre de la Iglesia lo usaron ya en su magisterio Benedicto XIV (en el siglo XVIII) y León XIII (pontífice de 1878 a 1903, gran impulsor de la Doctrina Social de la Iglesia).

Así, San Pablo VI se inspiró en todos estos precedentes para declarar en 1964, en la tercera sesión del Concilio Vaticano II, a la bienaventurada Virgen María como «Madre de la Iglesia, es decir, Madre de todo el pueblo de Dios, tanto de los fieles como de los pastores que la llaman Madre amorosa», y estableció que «de ahora en adelante la Madre de Dios sea honrada por todo el pueblo cristiano con este gratísimo título».

María como Madre de la Iglesia ligada a Pentecostés, los apóstoles y sus dones
María como Madre de la Iglesia ligada a Pentecostés, los apóstoles y sus dones

Juan Pablo II reforzando a Pablo VI

Después, San Juan Pablo II retoma ese título de Madre de la Iglesia en su su Carta Encíclica Redemptoris Mater de 1987 citando al Concilio Vaticano II.

Así, retoma un texto de 1968 conocido como el «Credo del pueblo de Dios»: «Creemos que la Santísima Madre de Dios, nueva Eva, Madre de la Iglesia continúa en el cielo su misión maternal para con los miembros de Cristo, cooperando al nacimiento y al desarrollo de la vida divina en las almas de los redimidos».

Y citando a Pablo VI añadió: «El conocimiento de la verdadera doctrina católica sobre María será siempre la clave para la exacta comprensión del misterio de Cristo y de la Iglesia». «María está presente en la Iglesia como Madre de Cristo y, a la vez, como aquella Madre que Cristo, en el misterio de la redención, ha dado al hombre en la persona del apóstol Juan. Por consiguiente, María acoge, con su nueva maternidad en el Espíritu, a todos y a cada uno en la Iglesia, acoge también a todos y a cada uno por medio de la Iglesia. En este sentido María, Madre de la Iglesia, es también su modelo», insiste Juan Pablo II.

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