María, madre de la Misericordia, explicada por el padre Mariano de Blas: una madre que se apiada

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“María, madre de la misericordia” es el tema del que predica el sacerdote Mariano de Blas, Legionario de Cristo, en el Congreso Arquidiocesano de Renovación Carismática que se realizará los días 18 y 19 de junio en Douglas County Fairgrounds Center, Castle Rock, Colorado (EEUU).

El Padre Blas, de nacionalidad española, radica en Los Ángeles, colabora con la estación Guadalupe Radio en el programa “La alegría de vivir” y es autor de siete libros.

Para dar a conocer el papel de María en la obra de la misericordia el Padre Mariano concedió una entrevista a la periodista Carmen Elena Viilla, de  El Pueblo Católico, la publicación en español de la diócesis de Denver, EEUU.

***

– ¿Por qué Maria es madre de la misericordia?
– Es un acto de la misericordia de Dios el habernos dado a María como madre. Necesitamos una madre que se compadezca, que distribuya la gracia y que esté al tanto de nuestras necesidades. Jesús dijo: “Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados y yo os daré descanso” (Mt. 11, 28) y nos da a la Santísima Virgen para que nos ayude a llegar al cielo.

– Siendo exenta del pecado original y redimida de una manera especial, ¿podemos los pecadores acudir a ella con la certeza de que vamos a ser acogidos y entendidos?
Ella nos va a redimir de lo que es el pecado, lo que son las miserias de sus hijos. Ella es doctora en todo este tipo de situaciones. Pongo un ejemplo: un sacerdote que no se casa, no tiene familia pero a través del confesionario conoce todas las batallas y también los traumas de una familia y por eso puede ayudarles.  De la misma manera, María nos puede ayudar y entender nuestra lucha mejor que nadie.

– ¿Cómo intercede por nosotros María ante Dios?
– Como en las Bodas de Caná, cuando intercedió diciendo “No tienen vino” (Jn. 2, 3). Ella no hizo el milagro, pero lo consiguió, incluso antes de que Jesús comenzara su vida pública. Esta intercesión sirvió para que el Padre celestial adelantara, diríamos, “la hora” de Jesús.

– ¿Cómo podemos pedirle a María que nos enseñe a perdonar?
– Cuando Jesús le dice: “Ahí tienes a tu hijo” (Jn. 19, 26) no excluyó a nadie. Ella puede enseñarnos a vivir el perdón exhortándonos a hacer lo que Jesús hizo cuando perdonó a los pecadores en el calvario. Por otra parte, como ella no va a ser juez entre sus hijos sino Jesucristo, ella intercederá y le pedirá que tenga misericordia.

– ¿Cómo en este año de la misericordia podemos acercarnos más a María?
Rezar el rosario es una forma muy agradable porque es una oración que a María le encanta y que le gusta mucho a Jesús. Pero también manifestándole una confianza absoluta porque una revelación privada, ella nos quiere a cada uno más que a todas las mamás del mundo juntas: las que han existido, las que existen y las que existirán. Si ella nos quiere tanto tenemos primero que sentirnos confiados en ella, y no tener miedo a ningún problema, a ninguna dificultad. Ni siquiera a los pecados más grandes porque ella nos va a decir que para todo hay perdón. A mí me ha ayudado mucho ver que, si el amor de María es tan grande, siendo una criatura, ¿cuánto más será el amor de Dios? ¡Infinitamente mayor! Y me ha ayudado a entender el amor de Jesucristo en la Eucaristía.

– ¿Por qué?
– ¡Imagínese la comunión de la Santísima Virgen en las primeras misas que celebraban los apóstoles! Debió haber sido algo especial. Ella tuvo en su seno a Jesús, físicamente. Experimentó la maternidad, el embarazo. Ahora era una cosa diferente. Recibía a su Hijo en la Eucaristía y lo veía con absoluta fe. Para ella la comunión es como un recordatorio y un revivir la maternidad de Jesús. Lo hizo con un fervor y una fe extraordinaria que motivaba a los demás presentes a imitarla.


 
– Desde su experiencia con los inmigrantes, ¿cómo ve usted la relación de los hispanos con la Virgen María?
– Me llama la atención no solo a mí sino a todos los padres que trabajan aquí. Acabamos de tener un congreso de sanación interior. Ahí se veía el fervor y el cariño tanto a la Virgen como a la Eucaristía. Estábamos confesando doce sacerdotes y nos admirábamos de la sinceridad y el arrepentimiento de las personas que llevaban 20 o 30 años sin confesarse. ¡Qué conversiones tan fenomenales!

Para saber más sobre el Padre Mariano, adquirir sus libros o escuchar sus podcasts visite la página padremariano.net

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