Anna Sila es una cantante francesa (y violonchelista) que ha reflexionado mucho sobre la Virgen María en los últimos meses. La interpreta en «Jesús de Nazareth en Jerusalén«, un musical, más bien ortodoxo en doctrina, que triunfa en París y a partir de enero estará de gira por otras ciudades francesas. El compositor es Pascal Obispo y el escenógrafo, muy cinematográfico, es Christophe Barratier.
Y Anna es María.
«Para trabajar este papel necesitas silencio verdadero», insiste en una entrevista en el diario normando Tendance Ouest.
Dar espacio al silencio y la quietud
Reflexionando sobre María, ha llegado a la conclusión de que debe dar «un gran espacio al silencio y a la ausencia de movimiento».
Es también un gesto contracultural. «Tendemos a hacer demasiado, a movernos a todas partes, a gritar, a decir demasiado y creo que es allí donde podemos perdernos. Ahí me perdería interpretando el papel de María. No hay que olvidar el aspecto sagrado que hay que proteger. Intento mantenerme ahí tanto como puedo, en silencio interior. Así he trabajado el papel«.
María, escuela de humildad
Le preguntan qué ha aprendido de María interpretándola.
«María es la escuela de la humildad», dice Anna Sila. «Ella sabe lo que va a pasar en la historia, en los tres años que se representan. Va hacia algo que conoce, pese a que sufrirá con la pasión de su hijo Jesús. Es como si sufriera un dolor que otros no tienen, un dolor que debe vivir. Eso requiere que la actriz dé un paso atrás«.
De las distintas escenas del musical, ella destaca la del Gólgota.
«Es una de las escenas más fuerte. Es una escena difícil de interpretar porque requiere todos nuestros estados de ánimo. Y después hay que cantar. Pero es una escena hermosa. Son escenarios espirituales que resonarán en cada uno: ‘la esperanza de una vida más fuerte que la muerte, un nuevo comienzo'».
Y sobre la Resurrección: «Es un signo de esperanza simbolizado por una llama que vacila, un vislumbre de la fragilidad del silencio».
Superarse con algo más grande que uno mismo
Anna Sila empezó su carrera como violonchelista y cantante. Participó en la edición francesa del concurso televisivo La Voz, en su cuarta temporada. Dice que lo vivió como «el superarse haciendo algo más grande que uno mismo», algo que también experimenta en este musical bíblico. Afirma que es un musical «hermoso y atrevido, que atrae al público«.
Señala que las palabras y actos de Jesús siempre permanecen. «Y encarnar el papel de María me desafía, entre la esperanza, la fe y las preguntas».
Sobre su trasfondo religioso personal, explica que sus abuelos maternos eran muy religiosos. «Creo que por eso este espectáculo es más fuerte para mí», añade. «Me conmueve mucho leer los diálogos, cantar las canciones, vivir el guión».
L’adieu, la canción que canta María, en el musical, tras la muerte de Jesús
María, Reina de las Familias, ruega por nosotros