Cuando se hizo la luz sobre el misterio de La Salette: en un archivo vaticano estaba el texto original de los secretos

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En el santuario de La Salette, un monumento refleja el momento en el que la Bella Señora habla a Mélanie y Maximin.
En el santuario de La Salette, un monumento refleja el momento en el que la Bella Señora habla a Mélanie y Maximin.

La Iglesia reconoció en 1846 la aparición y el mensaje, pero no los dos secretos entregados a los videntes, Mélanie y Maximin. Ciento setenta años después, el descubrimiento de los originales da nueva dignidad a los pastores, según explica David Murgia en Il Timone:

Los verdaderos secretos de La Salette

Durante más de 170 años han sido objeto de instrumentalización y críticas. Considerados unos visionarios y unos locos y exaltados, la damnatio memoriae dura hasta nuestros días, con una leyenda negra que aún pende sobre estos dos simples pastores franceses: Mélanie Calvat y Maximin Giraud, conocidos como los videntes de La Salette.

Mélanie (Melania) y Maximin (Maximino), los videntes de La Salette.
Mélanie (Melania) y Maximin (Maximino), los videntes de La Salette.

Todo tiene inicio en un pequeño municipio del sudeste de Francia, La Salette. Aquí, una Bella Señora se apareció, en 1846, a los dos pastorcillos entregándoles un Mensaje que estaba destinado a todo el mundo, no sólo a Francia. La Bella Señora también le entregó a cada uno de los videntes un secreto, los secretos de La Salette. Lo que sucedió durante esta aparición (reconocida oficialmente por el obispo de Grenoble, monseñor Philibert de Bruillard el 19 de julio de 1851), aún no está del todo claro. En el sentido de que la Iglesia, oficialmente, ha reconocido la aparición y el correspondiente mensaje que habla de conversión y oración, pero no ha reconocido de manera oficial, en cambio, los denominados «secretos». Secretos que con el tiempo han sido reescritos en varias ocasiones (Mélanie lo hará durante su vida en cinco ocasiones, mientras que Maximin lo hará sólo en dos) y han sido cada vez más difíciles de comprender. Sobre todo por los contenidos considerados apocalípticos. Secretos que siempre han acompañado la vida de los dos videntes, marcándolos como fanáticos desequilibrados.

Los originales

Ha sido una «operación verdad» llevada a cabo de manera concreta la que nos ha permitido encontrar (gracias a la ayuda del padre Gian Matteo Roggio, mariólogo y provincial de los Misioneros de La Salette), en el archivo de la Congregación para la Propagación de la Fe, los dos textos originales (que debían permanecer secretos), conservados en el Vaticano y escritos de puño y letra por los dos videntes, y enviados a Pío IX. Hablamos, por tanto, del primer (y, por consiguiente, si queremos, del más genuino) texto en absoluto, en el que Mélanie y Maximin escriben lo que la Bella Señora les ha dicho.

Los autores del hallazgo.

Lo escriben -desobedeciendo, muy a su pesar, la petición de no divulgación que les ha hecho la Bella Señora- porque se les hace creer que el Papa (Pío IX) en persona los quiere leer. No hay infierno. Ni apocalipsis. Ni el fin del mundo. Los contenidos de los secretos son los típicos de ciertos ambientes de la época: anuncio y profecías concernientes a Francia (que perderá su papel cristiano en Europa), el mundo entero (que debe hacer penitencia), Pío IX (será perseguido), la Iglesia. Y, después, el nacimiento del anticristo de una religiosa y las persecuciones que sufrirán los Papas. En resumen, en estos escritos, que han permanecido durante más de 170 años en estanterías polvorientas del Vaticano, encontramos una serie de temas en parte ya conocidos, pero sin todo el contexto que ha rodeado a los dos videntes durante mucho tiempo. Contexto que ha «corrompido», de manera inevitable, las sucesivas ediciones del secreto.

Es decir, finalmente  -gracias a los documentos originales- se pone la palabra «fin» a todas las consideraciones milenaristas y descabelladas que desde hace más de un siglo y medio acompañan a esta aparición mariana. Y, sobre todo, se restituye la dignidad a estos dos pastores que, aún hoy, son considerados por una parte de los expertos como unos soñadores. No. Mélanie y Maximin no eran para nada unos locos ni unos mentirosos.

Los videntes

Mélanie y Maximin, en la época de las apariciones, eran dos muchachos pobrísimos y marcados por dificultades afectivas. Después de la aparición, su vida no cambia. Ciertamente, lo que ha sucedido los trastoca a ambos. Sin embargo, para ellos el encuentro con la Bella Señora no cambia su condición de vida. Al contrario, de alguna manera la empeora. Mélanie se verá obligada a vagar por Italia y el extranjero, sin meta alguna. Como una larga peregrinación. Se verá obligada a pedir limosna para poder comer. Algunos la ensalzan y otros, que la consideran una visionaria, una fanática, la critican. Allí donde fuera, en cuanto la reconocen, se convierte en objeto de curiosidad y de admiración, pero también de burla y contestación por el secreto que le había sido confiado. Tras conocer a Annibale Maria de Francia, el santo de los huérfanos le pide ayuda para fundar la congregación religiosa Hijas del Divino Celo (aún hoy la madre general de esta congregación religiosa lleva su anillo, el anillo de Mélanie). Morirá en completo anonimato en Altamura, en Puglia, Italia. «Ha muerto la mujer francesa», dirán los vecinos de la localidad.

Miles de peregrinos visitan cada año el Santuario de La Salette.
Miles de peregrinos visitan cada año el Santuario de La Salette.

Maximin murió jovencísimo. Vivió haciendo mil oficios distintos. Y con su muerte precoz (tiene unos 40 años cuando fallece), toda la atención se centrará en Mélanie. Y, sobre todo, se centrará la morbosidad por conocer el famosísimo secreto, dando vida a una querella que corrió el riesgo de comprometer, verdaderamente, toda la aparición de La Salette. Dos corrientes de pensamiento contrapuestas. La primera, apoyada por los llamados «melanistas», consideraba que el secreto era el principio para comprender la propia aparición. La segunda, apoyada por los «saletinos», valoraba el mensaje prescindiendo del secreto. Entre los grandes defensores de los «melanistas» había figuras intelectuales de la época como Jacques Maritain y Léon Bloy.

La Bella Señora los ha elegido a ellos

Los dos videntes han estado siempre perseguidos por estos famosos secretos. A veces ensombrecidos y juzgados precisamente por sus contenidos. Una sombra que los ha envuelto también después de su muerte. Tanto es así que, aún hoy, su causa de beatificación (legítimamente promovida como se hizo para los videntes de Fátima y la vidente de Lourdes) está parada a causa, precisamente, de estos secretos, sobre los que incumbe un misterio que ha durado más de 170 años. Sí, porque como decíamos al principio, existen distintas ediciones y traducciones de estos secretos. Y no siempre son iguales y coinciden. A lo largo del tiempo, de hecho, los contenidos reales de estos mensajes se han convertido para los estudiosos, los eclesiásticos, los fieles y los apasionados en unos verdaderos rompecabezas. Es más: se han convertido en la «prueba» de la aparición de La Salette. Una obsesión que ha perdurado en el tiempo.

El Santuario de Nuestra Señora de La Salette se encuentra en los Alpes franceses, al sur de Grenoble, en el departamento de Isère.
El Santuario de Nuestra Señora de La Salette se encuentra en los Alpes franceses, al sur de Grenoble, en el departamento de Isère.

Han transcurrido muchos años desde ese famoso 19 de septiembre de 1846, en el que la Bella Señora se apareció a los dos videntes. Y aún hoy La Salette -con sus procesiones, sus funciones religiosas- es meta de peregrinos que llegan a ese lugar procedentes de todo el mundo. No solo. En Italia y en otros países el eco de esos hechos extraordinarios fue acogido y transformado por la devoción popular en lugares de culto, estatuas e iglesias dedicadas a la Virgen de La Salette. Y, sin embargo, sobre la aparición de la Bella Señora sigue flotando la sombra oscura de los secretos. Una evidente e injustificada hostilidad que dura desde hace años. Hasta el punto que ninguno de los dos videntes -como tampoco el obispo que dio la aprobación oficial- está enterrado en el santuario construido en el lugar de las apariciones. Como si se quisiera borrar la presencia de los actores fundamentales de esta historia, porque son incómodos y molestan. Sin embargo, a pesar de todas las reservas, las malas opiniones y las calumnia lanzadas contra los videntes, la Bella Señora que apareció en La Salette decidió servirse, para lanzar su mensaje al mundo, precisamente de estos dos pastores. Y por este motivo Mélanie y Maximin seguirán siendo, siempre, dos figuras imprescindibles de las apariciones de La Salette.

El texto de los secretos

El secreto de Maximin: «El Papa será perseguido. Y su sucesor será un pontífice que nadie se espera. Lo que te digo sucederá en el próximo siglo, lo más tarde en los años dos mil. Un gran país del norte de Europa, hoy protestante, se convertirá. Antes de que todo esto suceda, habrá grandes desórdenes en la Iglesia y por doquier».

El secreto de Mélanie: «Esto será terrible, que algunos ministros de Dios y esposas de Jesucristo se consagrarán al mal, y al final en la tierra reinará el infierno. En ese momento el anticristo nacerá de una religiosa, pero ¡ay de ella! Varias personas le creerán porque les dirá que es aquel que ha venido del Cielo, pero ¡ay de aquellos que le creerán! No está lejos el tiempo, no pasarán dos veces cincuenta años».

La opinión de la grafóloga (Sara Cordella)

Ambos tienen un planteamiento firmemente caligráfico y ambas son grafías muy controladas, de adultos plenamente maduros, a pesar de su joven edad.

Mirando un texto con lupa.
Mirando los textos con lupa.

Maximin: el lenguaje es esencial, sin percepción personal, salvo en la primera parte. Se limita a un relato cronológico en sucesión. La no utilización de palabras que lleven a emociones personales, en lingüística forense, es indicio de verdad.

Mélanie: La grafía está caracterizada por una escasa presión sobre la hoja. Esto indica una delicadeza no sólo física, sino también en la percepción de los estímulos externos. También en este caso se puede decir que es un producto genuino de la voluntad de quien lo escribe, ya que faltan indicios de forzamiento. El control del trazo es mucho más contenido, lúcido, claro y extremadamente frenado.

Traducción de Elena Faccia Serrano.

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