«En Lourdes, Rebeca rezaba embelesada, mirando a la Virgen», cuenta su hermana

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Laura Rocamora junto al cartel de la película Un ángel llamado Rebeca
Laura Rocamora junto al cartel de la película Un ángel llamado Rebeca

Laura Rocamora, hermana y primera biógrafa de la Sierva de Dios Rebeca Rocamora Nadal (1975-1996), habló con CariFilii acerca de la relación de su hermana y de su familia con la Virgen María, y más en concreto con el santuario de Lourdes. Lo hizo desde los cines de La Vaguada en Madrid, donde asistió al preestreno de la película Un ángel llamado Rebeca, que cuenta la estela que la joven Rebeca dejó, primero en su pueblo, Granja de Rocamora, y su comarca, y luego en cada vez más personas. La diócesis de Orihuela-Alicante promueve su causa de canonización, y ya todo el material está en Roma, atravesando la llamada «fase romana» del proceso.

Rebeca murió con 20 años. Dejaba a sus padres, y a tres hermanas, que en ese momento tenían 22, 18 y 16 años. Laura era la hermana de 18 años.

Una devoción familiar por Lourdes

«Mi madre siempre fue muy devota de la Virgen de Lourdes, y de hecho una de mis hermanas se llama Lourdes», explica Laura a CariFilii.

«Mi hermana Rebeca, de siempre, tuvo amor a la Virgen. Rebeca y mi madre fueron a Lourdes al menos dos veces, la segunda a dar gracias por la curación de su primera enfermedad», detalla.

El tercer viaje a Lourdes ya fue toda la familia, Laura incluida, que lo recuerda bien. Fue el 26 de marzo de 1996: Rebeca moriría exactamente dos meses después, el 26 de mayo.

«Rebeca ya iba en silla de ruedas. Teníamos un Nissan Serena, un monovolumen grande, parecido a una furgoneta y así ella podía ir acostada. Fue ella quien insistió en que había que ir a Lourdes. Ella casi nunca pedía nada, y si pedía algo, es que debía ser importante, así que hicimos lo que pedía. Condujimos de un tirón de Alicante a Lourdes, con las paradas mínimas. Era cansado, pero era ella la que nos daba ánimos a nosotros, los sanos», recuerda Laura.

«Cuando llegamos a Lourdes, diluviaba. No habían abierto las piscinas. Le compramos un chubasquero a Rebeca. Ella dijo: ‘Mamá, vamos a la gruta a rezar el Rosario’. Y allí rezamos con mucha tranquilidad y paz».

Fue un momento muy especial en el lugar donde la Virgen María se había aparecido a Santa Bernadette con 14 años.

«Rebeca rezaba embelesada, mirando la imagen de la Virgen. Había allí un señor con cámara, filmando. Debió ver algo en Rebeca porque la filmó en oración. Luego, ella dijo: ‘ya nos podemos ir a casa’. Recogimos agua de Lourdes e hicimos el viaje de un tirón de vuelta».

Laura sospecha que Rebeca había oído a su madre decir que le hacía ilusión poder ir todos juntos, en familia, a Lourdes. «Quizá Rebeca quiso hacer ese viaje como un detalle para llevar a la familia, además de rezarle a la Virgen», piensa Laura.

En los cines españoles se estrena estos días la película Un ángel llamado Rebeca, que da detalles sobre la curación posiblemente milagrosa que se ha presentado en Roma (habla la mujer milagrada con detalle), el impacto que la joven causó en los que la rodeaban, su don especial para acompañar y consolar con su sonrisa… Pero no recoge este detalle que Laura Rocamora ha querido compartir con los lectores de CariFilii.

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