El cardenal Walter Kasper fue el obispo de Stuttgart (Alemania) de 1989 a 1999 y presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos de 2001 a 2010. Era el hombre al que Benedicto XVI encargó el diálogo con los cristianos no católicos.
Teólogo experto en ecumenismo, en 2018, con 85 años, publicó un librito titulado María, signo de esperanza, con la intención de acercar la Virgen María a los católicos que no son muy marianos, quizá también a los cristianos de otras denominaciones, dando para unos los argumentos e intuiciones del Concilio Vaticano II, y para los otros los pasajes de la Biblia que le parecen más evocadores.
En español es un libro hermosamente ilustrado, de 94 páginas, de la colección «El Pozo de Siquén» de Sal Terrae, que puede ser una buena puerta hacia María para las personas reflexivas, más estéticas que emotivas.
«Hablo de María porque la Biblia habla de María»
Kasper es muy claro. Recuerda que tanto el calendario litúrgico anglicano como el luterano recoge numerosas fiestas marianas. «Estoy seguro de que si hoy fuera a mi patria, Alemania, y hablara de la Madre de Dios, alguien me diría: «Este culto a María es una superstición y una desviación del Evangelio». Mi respuesta a tales reproches es normalmente que yo hablo de María porque la Biblia misma habla de ella. Yo hablo de la Madre de Dios porque ella está inseparablemente unida al mensaje sobre Jesucristo. María misma ha dicho en el Magnificat: ‘En adelante me felicitarán todas las generaciones’«.
Kasper recuerda además que «se puede pecar de dos maneras, por exceso y por defecto» y recuerda que Pablo VI en su exhortación Marialis Cultus de 1974 advirtió ya de ese peligro, y por eso pedía que la espiritualidad mariana fuese teocéntrica, cristocéntrica, basada en la Biblia y en la liturgia. Eso es lo que busca este librito.
Las distintas dimensiones de María
María signo de esperanza aborda distintas dimensiones de la Madre de Dios: ella es icono del Evangelio, es hija de Sión, es obediente a la palabra, es Madre de la Iglesia, es Madre de todos los vivientes, y hacia el final del libro, especifica el papel de María en la fe católica, y a María como intercesora que ruega por nosotros.
Para satisfacer al lector que pregunta «dónde está eso en la Biblia» hay todo un índice de citas bíblicas al final, no solo de los Evangelios, también del Antiguo Testamento.
«Ella es como la aurora que anuncia la salida del sol, demuestra que nuestra vida no termina en el abismo de las tinieblas sino que nos lleva hacia la luz que ha brillado definitivamente en Jesucristo», escribe el cardenal Kasper para el prólogo en español. El libro nació de una meditación sobre María en Roma, pero se se editó luego pensando en público de lengua alemana, y finalmente se tradujo a otras lenguas.
Un libro para ayudar a rezar
Es un libro para ayudar a rezar y por eso incluye el Cántico de María o Magníficat, el Cántico de Alabanza de Ana (del Libro de Samuel), las Bienaventuranzas, el texto de 1 Corintios sobre «Dios ha escogido a los locos del mundo para humillar a los sabios», una versión del Stabat Mater de Lope de Vega, un villancico del Cancionero de Espira de 1599 («Una rosa ha brotado en un lindo vergel») y finaliza con el antiquísimo himno Sub tuum praesidium («Bajo tu protección nos acogemos, Santa Madre de Dios»).
El texto más curioso del librito son tres páginas de Martín Lutero interpretando el Magníficat: el mismo Lutero admite que el «ánimo y vida íntima» de María «exultan totalmente en el Espíritu». Añade Lutero que «la venerada Virgen María habla por experiencia propia», porque «en este punto ha sido iluminada y enseñada por el Espíritu Santo».
El librito se completa con hermosas ilustraciones: La Madonna con el huso, de Leonardo da Vinci; la Visitación de Giotto; una miniatura del siglo XIII; María, hija de Sion; un detalle de Lorenzo Lotto; la imagen de María Que Desata Los Nudos (advocación alemana que el Papa Francisco ha divulgado), la Madre Dolorosa de Tiziano, la imagen milagrosa de la Virgen de Guadalupe y la Virgen de la Misericordia de El Greco del siglo XVII. La estética, la tradición, la oración y la Palabra de Dios se refuerzan mutuamente en este pequeño volumen qué puede ayudar a la devoción de muchos.