Las 15 promesas de la Virgen María a quien rece el Rosario, según el beato Alan de la Roche

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El primer gran impulsor del rezo del Rosario, encadenando avemarías, fue el español Santo Domingo de Guzmán.

Preparando un sermón para predicar en Notre Dame de París en la fiesta de San Juan, la Virgen se le apareció y le explicó que a Dios le gustaba el rosario de Avemarías porque le recordaba ciento cincuenta veces el momento en que la humanidad, representada por María, había aceptado a su Hijo como Salvador.

Santo Domingo murió en 1221 y aunque había difundido esta devoción entre todas las clases sociales, al cabo de un par de generaciones se fue debilitando. 
 
En 1349, al extenderse en Europa la peste negra, el beato Alan de la Roche, superior de los dominicos en la misma provincia de Francia donde había comenzado la devoción al Rosario, experimentó otra visión.

Se le aparecieron Jesús, la Virgen y Santo Domingo y le pidieron que reviviera la antigua costumbre del rezo del Santo Rosario. El Padre Alan comenzó esta labor de propagación. Él fue quien difundió "las 15 promesas" asegurando que la Virgen las había asegurado.
 

El 7 de octubre de 1571, tras la batalla de Lepanto y la campaña de oración de rosarios que el Papa había pedido en los países cristianos, San Pío V instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias el 7 de octubre que Gregorio XIII llamó después "Nuestra Señora del Rosario". Actualmente se celebra la fiesta del Rosario el 7 de Octubre y algunos dominicos siguen celebrándola el primer domingo del mes. 

 
Las Quince Promesas de la Virgen María a quienes recen el Rosario
1. Aquellos que recen con enorme fe el Rosario recibirán gracias especiales.
 
2. Prometo mi protección y las gracias mas grandes a aquellos que recen el Rosario.
 
3. El Rosario es una arma poderosa para no ir al infierno: destruye los vicios, disminuye los pecados y nos defiende de las herejías.
 
4. Se otorgará la virtud y las buenas obras abundarán, se otorgará la piedad de Dios para las almas, rescatará a los corazones de la gente de su amor terrenal y vanidades, y los elevará en su dedeo por las cosas eternas. Las mismas almas se santificarán por este medio.
 
5. El alma que se encomiende a mi en el Rosario no perecerá.
 
6. Quien rece el Rosario devotamente, y lleve los misterios como testimonio de vida no conocerá la desdicha. Dios no lo castigará en su justicia, no tendrá una muerte violenta, y si es justo, permanecerá en la gracia de Dios, y tendrá la recompensa de la vida eterna.
 
7. Aquel que sea verdadero devoto del Rosario no perecerá sin los Sagrados Sacramentos.
 
8. Aquellos que recen con mucha fe el Santo Rosario en vida y en la hora de su muerte encontrarán la luz de Dios y la plenitud de su gracia, en la hora de la muerte participarán en el paraíso por los méritos de los Santos.
 
9. Libraré del purgatorio a aquienes recen el Rosario devotamente.
 
10. Los niños devotos al Rosario merecerán un alto grado de Gloria en el cielo.
 
11. Obtendrán todo lo que me pidan mediante el Rosario.
 
12. Aquellos que propaguen mi Rosario serán asistidos por mí en sus necesidades.
 
13. Mi hijo me ha concedido que todo aquel que se encomiende a mí al rezar el Rosario tendrá como intercesores a toda la corte celestial en vida y a la hora de la muerte.
 
14. Son mis niños aquellos que recitan el Rosario, y hermanos y hermanas de mi único hijo, Jesus Cristo.
 
15. La devoción a mi Rosario es una gran señal de profecía.


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