La Virgen hace una advertencia «particularmente urgente» a la conversión de la humanidad, dice el mariólogo Diego Manetti

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Peregrinos congregados en la colina de Medjugorje.

En la Jornada de La Nuova Bussola Quotidiana celebrada el domingo 6 de octubre participó Diego Manetti, mariólogo y autor del libro Perchè appare la Madonna [Por qué se aparece la Virgen]. Costanza Signorelli lo ha entrevistado precisamente en torno a esa cuestión:

-Antes de responder a la pregunta que da el título al libro (Por qué se aparece la Virgen), demos un paso atrás. ¿Quién es María y cual es su misión?

-Hay una jaculatoria que a mí me encanta, forma parte de las Letanías Lauretanas que se recitan después del Santo Rosario y dice así: «María, Puerta del Cielo, ruega por nosotros». Este epíteto de la Virgen me parece que coincide con lo que Luis Grignion de Montfort, el mas conocido mariólogo de todos los tiempos, explica así: a través de María, el Padre ha entregado a su Hijo al mundo. Pero al mismo tiempo, siempre a través de María, la humanidad entera puede alcanzar al Hijo, puede alcanzar al Padre, puede alcanzar el Cielo. Por lo tanto: María, esta Puerta que se ha abierto para donar el Hijo y la Encarnación, se ha quedado abierta y es precisamente a través de esta Puerta por la están invitados a pasar todos los hijos de Dios. Estás invitado precisamente tú que deseas, a través de Jesús, la plena Comunión con el Padre. Pues bien, la intuición de Monfort, que puede parecer fruto de la espiritualidad particular de un santo de la Iglesia, en realidad tiene un fundamento escriturístico muy sólido. Estamos hablando de cómo Jesús encomienda a toda la humanidad a Su Madre a través de Juan, el apóstol predilecto (Jn 19, 25-27). Jesús, en la Cruz, en el momento en el que está a punto de entregar el Espíritu para volver a Su Padre y rescatar a la humanidad corrompida por el pecado, justo en ese momento decide no dejar a la humanidad sola y huérfana, sino confiarla en las manos de Su Madre.

Diego Manetti, durante un acto mariano en Asís el pasado mes de marzo.

-Por ello concretamente, hoy, ¿en qué consiste este acto de confiar?

-Efectivamente, si María es la Madre de Dios, es la Madre de la Iglesia y se convierte en la Madre de los hombres; por ello, es imposible que Su papel se agote en términos de intercesión. Cuando leemos el capítulo octavo de la Lumen Gentium -es decir, el texto que, al final del Concilio, abordó un poco el tema de María-; pues bien, leyendo el capítulo 62 nos preguntamos: ¿es posible que la única misión de María sea la de interceder y acompañar con la oración a la Iglesia peregrina?

-¿Hay más?

-Hay hechos.

-¿Cuáles?

-Los hechos dicen que María se ha aparecido centenares y centenares de veces. Serán hechos populares, pero siguen siendo hechos. Y es necesario enfrentarse a los hechos. Por ello, si en la Sagrada Escritura, pasando por Grignion de Montfort hasta llegar al Concilio Vaticano II, se oye repetir que María tiene un papel particularmente significativo para la humanidad entera, entonces no nos debería sorprender que la Virgen se haya aparecido muchas veces en medio de los hombres. El criterio frente a estos hechos es, por lo tanto, plenamente evangélico: «Si María es aquella a la cual el mismo Jesús le ha confiado la humanidad entera, ¿por qué tengo que sorprenderme si Ella se aparece?». Para concluir: cuando nos preguntamos quién es la Virgen, ella es sin duda la Madre de Jesús, nuestra Madre y la Puerta del Cielo.

-La Revelación se ha cumplido, por lo tanto para el fiel no es obligatorio -se dice- creer en las apariciones marianas, incluso si han sido reconocidas por la Iglesia. Pero, si de verdad la Virgen se aparece, ¿no es un poco «atrevido» mirar hacia otro lado?

-Es más, se trata de un «desprecio temerario». No uso esta expresión porque sí, es la que usa la misma Iglesia. En el momento en el cual la Iglesia reconoce la sobrenaturalidad de una intervención como el de una aparición mariana, negarlo sería un «desprecio», o bien un rechazo extremo, «temerario» en cuanto somete al sujeto a un riesgo inútil. Es como decir: el Evangelio te enseña a nadar, pero si estás en medio de la tempestad y te lanzan un salvavidas, ¿quién rechazaría una ayuda que te acompaña con firmeza a un puerto seguro?

-El libro aborda sólo las apariciones modernas, es decir, desde Rue du Bac (París, 1830) con la Virgen de la Medalla Milagrosa, hasta las presuntas apariciones de Medjugorje (1981 hasta hoy) . En medio se pasa por La Salette (1846), Lourdes (1858), Fátima (1917), Amsterdam (1945-1959) y Kibeho (1981-1989). Usted habla de un hilo rojo que conecta todas estas apariciones marianas. ¿Nos lo puede explicar? 

-La imagen ha cambiado desde el bellísimo libro de Jean Guitton sobre la Medalla milagrosa. Es él quien dice: «A partir de aquí empieza un mensaje particular».  Obviamente se está refiriendo a las apariciones de la Virgen a Catalina Labouré en 1830 y habla así por dos motivos fundamentales. Primero: María en aquella ocasión se presentó como «La Inmaculada».

-El dogma de la Inmaculada Concepción no había sido proclamado aún…

-¡Efectivamente! De hecho, con esta aparición la Virgen anticipa la verdad que se convertirá en dogma para la Iglesia católica 24 años más tarde: la Inmaculada Concepción proclamada por Pío IX en 1854. Catalina Labouré ve a la bella Señora rodeada de una inscripción en caracteres dorados y luminosos:»Oh María, concebida sin pecado, rezad por nosotros que recurrimos a vos». Entre otras cosas, en referencia a esta jaculatoria, hay un asunto personal que me impactó mucho.

-Adelante.

-Recuerdo que durante una oración de exorcismo, precisamente mientras el sacerdote exorcista repetía: «Oh María, concebida sin pecado…», el poseído reaccionó con un hastío creciente hasta el punto de gritar: «¡Basta! ¡Basta!». Cuando el sacerdote le preguntó: «¿Por qué te molesta esta oración?», el demonio respondió: «Porque esta no os la habéis inventado vosotros«. Con estas palabras confirmó que la Virgen lo había revelado en la aparición de Rue du Bac.

-Volvamos al hilo rojo que une las apariciones modernas de María. Hemos dicho que el primer aspecto es la Inmaculada Concepción. ¿Y el segundo?

-El segundo aspecto es que María hace una advertencia particularmente urgente para la conversión de la humanidad. Y esta advertencia se caracteriza por la revelación anticipada del plan del demonio. El demonio le pidió a Dios un tiempo para poder poner a prueba a la Iglesia de manera concreta; Dios le concedió el último de los veinte siglos sobre el cual se habría articulado el camino de dos mil años de la Iglesia. Por lo cual es evidente que la Virgen, poco antes de que tuviera inicio este último siglo de prueba, empieza a aparecerse para decirnos a todos:»Convertíos, haced penitencia, volved a Dios, no ofendáis Su Santo Nombre». Esta revelación anticipada de los planes de Satanás llega a asumir, en Medjugorje, un carácter mucho más dramático. La Virgen llega a decir: «Estas apariciones son las últimas para la humanidad. ¡Daos prisa en convertiros!» (17 de abril de 1982, Medjugorje). En resumen:ella es la Inmaculada que nos pone en guardia sobre el demonio y nos guía en una batalla que -con Medjugorje- está llegando a su fin.

-De hecho, intentemos entender: en el libro se habla de estos tiempos, de los nuestros, como  tiempos en los cuales «Satanás se ha liberado de las cadenas»…

-Esta es exactamente la expresión que usó la Virgen. Pero puede haber sido interpretada erróneamente, o como si se tratase de la última batalla antes del final de los tiempos.

-¿Y en cambio?

-No es así. La respuesta nos la da la Virgen cuando dice: «Habrá un tiempo de paz para los que dirán que Sí a Mi Hijo que es el Rey de la Paz», y así nos responde también el Apocalipsis. Hay dos combates: un primer combate escatológico en el cual el demonio se libera y combatirá con ella, la Mujer vestida de Sol. Después habrá un periodo de «paz y prosperidad» al cual le seguirá el segundo desenlace final. Quien se enfrentará al dragón infernal en esta última batalla será el mismo Jesús. Entonces, es verdad que hoy Satanás está furioso, sabe que le queda poco tiempo, está preparando todos los ataques, pero este es sólo el primero de los dos combates que coincide con el tiempo de los diez secretos de Medjugorje.

-¿Cuáles son las señales concretas de lo que usted nos está diciendo?

-El centenario de Fátima concluyó con un hecho evidente. El 7 de diciembre de 2017, vigilia de la Fiesta de la Inmaculada, monseñor Henryk Hoser dijo públicamente que «a partir ahora se puede ir en peregrinación oficial a Medjugorje». Si el enviado de la Santa Sede dijo esto en Medjugorje significa que hemos dado un paso enorme de acercamiento a los secretos. Aún más concreto, significa: si mañana tuviesen que empezar los secretos, nadie podrá decir «yo no podía venir», porque la Iglesia ya no pone ningún obstáculo. Es por lo tanto un signo enorme de acercamiento a la revelación de los secretos. Por lo que se refiere al primer combate escatológico del que habla el Apocalipsis, hay signos evidentes en nuestro tiempo: un recrudecimiento de la persecución a la Iglesia, tiempos de guerra que son cada vez más imperantes, la autodestrucción del hombre y de la creación, calamidades naturales sin precedentes.

-En el libro insiste mucho sobre el papel fundamental de tres Papas en el contexto del plan de María. ¿Quiénes son y por qué?

Juan Pablo II, a principios de los años 80, se dirige de manera apasionada a la Virgen: de hecho, en ese momento el Santo Padre estaba muy preocupado por cómo Europa del Este y su Polonia natal están siendo aplastadas por el comunismo. Le dirigió esta súplica: «Amada Virgen, vuelve a aparecerte porque yo solo no puedo». Unas semanas más tarde le dispararon en la plaza de San Pedro y durante el traslado al Hospital Gemelli le oyeron invocar: «¡Ven Madre! ¡Ven Madre!». Cinco semanas después empiezan las apariciones en Medjugorje, precisamente en una tierra de confín entre Occidente y ese Oriente sometido a la opresión comunista. El segundo papa es Benedicto XVI por un motivo inequívoco. En 2010 es él quien reaviva el papel profético de Fátima cuando dice: «Es una ilusión pensar que la profecía de la Virgen de Fátima ha concluido». Por último está el Papa Francisco quien, apenas un mes después de su nombramiento, consagró su pontificado a la Virgen de Fátima. Él, un Papa argentino, a pocos años del centenario… por muchas razones esto no tiene ningún sentido salvo en los planes proféticos de la Virgen. De hecho, creo que este Papa, en medio de las diversas contradicciones, está dando libertad a cuantas más personas mejor, para acercarlas a la barca porque el diluvio está llegando. Creo que María está usando a este Papa de manera profética.

-A pesar de la dimensión histórica de las apariciones de la Virgen, hay una dimensión interior en esta batalla contra el maligno y hay un nivel personal del triunfo del Corazón Inmaculado de María… 

-María habla al corazón de cada uno y, efectivamente, si nos ponemos detrás de María, si la seguimos de verdad, con el tiempo nos daremos cuenta de que su mensaje nos habla a nosotros personalmente. La primera lucha es, por lo tanto, la que hay dentro de nosotros. Nosotros podemos decir tranquilamente que si no se añade nada al Evangelio, entonces es verdad que el Evangelio me enseña que no puedo añadir una hora más a mi vida. A lo mejor esta tarde tengo que rendir cuentas a Dios de todo el recorrido de mi vida, entonces mi tiempo de los secretos es ahora y aquí; esto lo sabe sólo Dios. La lucha la tenemos, ante todo, dentro de nosotros; con una diferencia, sin embargo,  que muchos exorcistas me confirman y es que el demonio en los últimos tiempos ha multiplicado su actividad extraordinaria. ¿Por qué? Si por un lado hay una multitud de personas que está en pecado mortal, por el otro hay hombres y mujeres llamados a una misión en la Iglesia y que, precisamente por esto, son atormentadas y vejadas por el Maligno. Pero la batalla que cada uno de nosotros está viviendo ahora, en el propio corazón y en la propia vida, está inserta en el gran plan de María. Que es sólo uno, dentro y fuera de nosotros, para cada uno individualmente y para la humanidad entera: es la sanación física, el final de los tormentos, es la alegría y la paz en el corazón, es la liberación del mal, la promesa del Paraíso ya abierto en la Tierra… En una palabra: es el triunfo del Corazón Inmaculado de María.

Traducción de Elena Faccia Serrano.

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