La Virgen dijo: «Id a Laus», donde se curan las heridas del alma y del corazón

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El pasado 1 de mayo, se abría en Laus (Hautes Alpes) el Año Jubilar declarado con motivo del 350º aniversario de las apariciones de la Virgen María a Benoîte Rencurel, que se dieron desde 1664 hasta 1718.

Estas apariciones fueron aprobadas por la Iglesia el 4 de mayo de 2008. En el decreto de aprobación, se anima a los fieles a buscar renovación espiritual en este lugar.
Hemos celebrado la fiesta de Nuestra Señora de Laus el domingo pasado, 4 de mayo,.

La reciente aprobación eclesiástica y lo escondido y humilde del lugar, hace que, a la mayor parte de los españoles les resulte un lugar desconocido, y mucho más desconocido todavía el mensaje de la Virgen allí, o las gracias con las que ha sido bendecido.

Solo unos pocos datos, con el fin de que el propio lector cumpla el deseo de la Virgen: «Id al Laus«, y pueda acercarse a este lugar de gracias y de conversión, primero conociendo lo que allí sucedió y sucede todavía; y, si tiene posibilidad, acudiendo físicamente en peregrinación a Laus.

Para adentrarse en el mensaje que la Virgen dio en Laus, y en las gracias que quiere derramar en todos los que peregrinen física o espiritualmente a este santuario, recomiendo vivamente el DVD «ID AL LAUS. María, refugio de pecadores», video oficial del Santuario en español (puede adquirirse en España AQUÍ).

Para tener más datos prácticos sobre el santuario, la web oficial (de momento sólo en francés e italiano) es www.sanctuaire-notredamedulaus.com

Laus, lugar de conversión
Lo más característico de Laus es su finalidad: la llamada a la conversión. La Virgen dijo a Benita: «Yo he pedido Laus a mi Divino Hijo para la conversión de los pecadores y Él me lo ha concedido«. Y, efectivamente, aunque se dan en Laus muchas curaciones físicas; sobre todo, allí se curan las heridas del alma y del corazón. Es lo que se conoce como la gracia de Laus, que es la gracia de la conversión y la curación interior.

Los perfumes de Laus
Se trata de un olor característico de origen sobrenatural, que algunas personas pueden percibir. Son señal del encuentro entre dos personas, y van, en muchos casos, acompañados de una gracia de conversión.

El aceite de la lamparilla
En 1665, la Virgen ofrece el aceite como medio de curación: «Si se toma y se aplica el aceite de la lámpara de la Capilla, recurriendo a su intercesión y con fe, curara. Dios me ha dado este lugar para la conversión de los pecadores». Se trata de aceite natural que se repone de forma milagrosa en la lámpara del altar.

Benoîte Rencurel
Nació en 1647 en Saint-Etienne d´Avançon en una familia humilde. Después de la muerte de su padre en 1654, tiene que trabajar como pastorcita. Antes de empezar las apariciones ya llevaba una vida de oración y ayunaba por caridad para dar su comida a niños más pobres. Tras comenzar la relación con la Señora, su vida espiritual se intensifica. Acabará llevando una vida de grandes penitencias, ofreciendo muchas mortificaciones por la conversión de los pecadores. Uno de los signos que hicieron creer en la autenticidad de las apariciones fue su cambio de vida, que se traducía en una vida de intensa caridad. Actualmente, se encuentra en proceso de beatificación.

La misión de Benita es llevar las almas a Jesús, de modo especial, a la Confesión y a la Eucaristía.

La Cruz de Avançon
Es donde, en 1669, ve a Jesús en la Cruz, con el Cuerpo todo ensangrentado, que le dice: «Es para hacerte ver lo que Yo he sufrido por los pecadores y el Amor que he tenido por ellos». En este mismo sitio, un ángel le dice: «he aquí lo que ha sufrido vuestro Padre, ¿no querríais sufrir por amor a Él?». Como esta visión se repite varias veces, ella responde a Jesús: «Mi Dulce Jesús, si sigo viéndote en este estado, voy a morir».

Crucifixiones místicas
En 1673, cuando cuenta con 26 años, Jesús le dice «Hija mía, yo me hago ver en este estado para que vosotros participéis de los dolores de mi crucifixión«. Esta gracia de las crucifixiones místicas duró 9 años, comenzaba todos los jueves por la tarde.

María, Madre y Maestra de Benita
Hablando de cómo era la Virgen cuando se le aparecía, Benita nos cuenta: «No se la puede ver sin quererla». Ella la llama, con frecuencia, «la buena Madre».

Acercarnos a Nuestra Señora de Laus, en este año jubilar, en el que se derramarán gracias todavía más abundantes, servirá para acoger a María como Madre buena y Maestra en nuestras vidas.

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