que vaya por esos mares,
sin enseñárselo nadie”
Estos versos se leen en la entrada a la capilla de la Escuela Naval Militar de Marín donde se forman los oficiales de la Armada española.
Solo la dimensión espiritual puede dar sentido a la entrega de la vida y al sacrificio. Nuestra espiritualidad tiene profundas raíces cristianas; históricamente el militar español ha sido un hombre de fe.
Las virtudes de las que hacen gala nuestros ejércitos, aunque a muchos les escandalice, son fruto de su formación cristiana en la fe.
La defensa de la fe, servir a una causa justa y la lealtad al Rey, junto al honor y la honra, han sido los móviles de su conducta desde Flandes y lo que les llevó a ser reputados como la mejor Infantería del mundo. Cuando se sirve, incluso dando la vida en el servicio, cuando se jura entregar la vida si necesario fuera, son imprescindibles la fe y la humildad.
Necesarias para ti y para mejor servir a los que mandas.
-“Cuando a uno de ellos le digo que vaya, va; cuando a otro le digo que venga, viene; y cuando ordeno a mi criado que haga algo, lo hace”.
-“Os aseguro que ni aun en Israel he encontrado tanta fe como en este hombre”.
Será de nuevo un capitán, centurión romano el que proclame:
-“Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios”.
Los soldados tienen sed espiritual para dar sentido a la entrega de la vida y el sacrificio “nadie ama más que quien da su vida por los demás”.
Riesgo asumido, pero insoportable a todas luces si se carece de una visión espiritual, moral de la existencia. Como decíamos, en España la espiritualidad tiene profunda raíces cristianas. Soldados de España, hombres de fe y de paz.
Estos hombres de oficio ser soldado han necesitado encomendarse y rezar. Y en su necesidad han recurrido siempre a la Virgen.
La historia de España es una historia de devoción y fidelidad a la Virgen María. Así ha sido en cualquier rincón de España. Fue, es y será, aunque, sabiendo muy bien lo que hacen, haya partidos políticos que se revuelven y patalean cada vez que una manifestación de fe inunda las calles de España.
Pero es pretender meter toda el agua del mar en un agujero hecho en sus orillas. Un soldado nunca dejará de rezar. Si repasamos los patronazgos e himnos de nuestros ejércitos comprobaremos su devoción y dimensión espiritual.
Simplemente veamos el emblema del Ejército de Tierra compuesto por la Cruz-espada de Santiago. Los patronazgos de sus armas clásicas (hoy llamadas especialidades fundamentales) se acogen a su sentir tradicional:
Infantería: La Inmaculada Concepción de María.
Caballería: El Apóstol Santiago.
Artillería: Santa Bárbara.
Ingenieros: San Fernando.
Y así también lo hacen Cuerpos y unidades como:
Intendencia: Santa Teresa.
La Legión: Bajo el patronazgo de El Cristo de la Buena Muerte.
La Guardia Real: San Juan Bautista.
La UME (Unidad Militar de Emergencias): La Virgen del Rosario.
La Armada española está bajo la protección de la Virgen del Carmen, “Estrella de los Mares”
Y el Ejército del Aire, bajo el patronazgo de la Virgen de Loreto.
En sus himnos también se recoge el sentimiento espiritual y cristiano. Desde la fiel Infantería:
besar la cruz aquella
que formaban la enseña de la Patria
y el arma con que habían de defenderla”.
marinos de España crucemos los mares,
delante, la gloria, la leyenda en pos,
debajo las voces de nuestros caídos,
y arriba el mandato de España y de Dios”.
La rosa del viento tomamos por cruz
Jamás bajaremos desde nuestro sueño
A una España sin gloria y sin luz”.
Esta primera semana de diciembre tiene un significado muy especial para los soldados españoles. La denominamos «La semana de las Patronas»: Santa Bárbara, patrona de la Artillería, el día 4; la Inmaculada Concepción Patrona de la Infantería española, el día 8; Nuestra Señora de Loreto, Patrona del Ejército del Aire, el día 10.
Nuestra Virgen Inmaculada es Patrona de España porque España es una historia que Ella guarda en su corazón y es Patrona de su Infantería porque es Virgen caminante, como ellos.
El 16 de enero de 1761 el rey Carlos III firmaba un Decreto-Ley por el que proclamaba el “Universal Patronato de Nuestra Señora en la Inmaculada Concepción en todos los Reinos de España e Indias”.
Y es de Infantería porque la Virgen María es caminante, siempre al lado de los soldados. Estaba allí en Lepanto cuando se ganó la batalla gracias al rezo del Santo Rosario, combatiendo con el rosario colgado al cuello. Y volvió la Virgen a querer estar cerca de ellos. Esta vez en Flandes. Un 8 de diciembre de 1585.
La infantería española, la que transformó al peón en soldado y lo convirtió en Señor, tiene oficialmente a la Virgen Inmaculada como patrona desde 1892 por Real Orden de la Reina Regente Doña María Cristina.
Fue el 13 de noviembre de 1892: “Patrona del Arma de Infantería a Nuestra Señora la Purísima e Inmaculada Concepción, que ya lo fue del antiguo Colegio Militar y lo es de la actual Academia General y de un gran número de Regimientos”.
Batalla de Lepanto
Pero la vinculación de los infantes españoles a la Inmaculada Concepción es muy antigua y nace del milagro sucedido en el dique de Empel frente a la isla de Bomel.
Era diciembre de 1585. En Flandes el Tercio de Francisco de Bobadilla después de la toma de Amberes estaba bloqueado por la escuadra holandesa. Cercados y aislados, el hambre y el frío ponían a prueba la resistencia de aquellos infantes españoles.
El milagro de Empel, pintura realizada por Augusto Ferrer-Dalmau
El sábado 7 de diciembre la situación era desesperada y el Maestre Bobadilla llamó a los capitanes y soldados exhortándoles “a rezar para que Dios los librase del espantoso peligro en que estaban”.
“En esto, estando un devoto soldado español haciendo un hoyo en el dique para guardarse debajo de la tierra del mucho aire que hacía junto a su tienda y cerca de la iglesia de Empel, a las primeras azadonadas que comenzó a dar para cavar la tierra saltó una imagen de la limpísima y pura Concepción de Nuestra Señora, pintada en una tabla, tan vivos y limpios los colores y matices como si se hubiera acabado de hacer”.
La imagen, entre las banderas, es llevada en procesión a la iglesia y los soldados rezan con fe a su Virgen Inmaculada.
Por la noche ocurre algo que no era normal en esa época del año; una gran tormenta de frío congela la superficie de las aguas, aprovechando los infantes para salir de su asedio caminando sobre el hielo sorprendiendo y derrotando, no sin grandes sufrimientos, a la escuadra holandesa.
Todos atribuyen a la protección de la Inmaculada su salvación y victoria y allí mismo la proclaman Patrona de los Tercios de Flandes, aunque ya era venerada desde hacía tiempo como lo demuestra un estandarte de 1550 existente en el Museo del Ejército con la imagen de la Inmaculada. La Virgen Inmaculada se instaló en el corazón de los infantes y no hay infante que la rechace.
Algunos han renunciado a la trascendencia y piensan que la muerte es el final, pero cuando esta se ve cerca y se convive en su proximidad, no hay soldado que no rece, no hay infante español que no se acoja a su Inmaculada antes que se le pare el pulso de su corazón.
El patronazgo de nuestra Infantería lo describe magistralmente un poeta-soldado, el coronel Luis López-Anglada:
oficio de españoles ver la muerte
como un servicio más de honra y de suerte
amiga del más bravo y compañera.
Cavaba para tumba la trinchera
más que para salvarse. Tierra inerte
echa para descanso del más fuerte.
Siempre juntas la muerte y la bandera.
Encontró el cuadro; lo sacó del suelo.
Se arrodillaron todos bajo el Cielo
de la noche de Holanda oscura y fría.
Y no hubo novedad. De madrugada
se heló el mar y sobre el agua helada
desfiló una vez más la Infantería”.
(Luis López Anglada)
Patrona augusta de España, purísima Concepción. Escucha nuestras súplicas protege a tu nación.