En la Granada nicaragüense existe un personaje conocido como «el guardián de la Virgen María», que tras cuarenta años es toda una institución en la ciudad y más ahora que se acerca la Inmaculada, la fiesta en la que piensa cada día del año. El por qué lo explica el diario El 19 en este reportaje
Desde hace 40 años don Arnulfo Martínez, cada vez que se levanta hace dos cosas; da las gracias a Dios por un nuevo día y brinda sus oraciones a la Virgen Inmaculada Concepción de María, de la cual es muy devoto.
Este hombre tuvo una infancia dura, durmió en las calles de Granada donde forjó su carácter, quiso ser mecánico, pero el destino lo llevó al taller de zapatería de Jaime Barberena “Lora Gata” en donde aprendió el oficio, con el que se gana la vida desde 1976.
Su devoción y amor por la Virgen María, surgió casi accidental, ni siquiera las desventuras que vivió siendo niño, ni un accidente que tuvo en Río San Juan, cuando perdió un dedo de su mano, le hizo acercarse a la Madre de Jesucristo.
“Un día me llegaron a visitar dos personas a la casa, me preguntaron que si quería colaborar con La Purísima, les dije que no podía, pero me llevaron a una reunión a la fuerza, me pidieron que fuera a visitar a una señora enferma y no fui, pero al día siguiente de esa reunión, el mayordomo de la festividades renunció”, cuenta don Arnulfo.
Se estaba en pleno novenario y al comité mariano de Granada, les urgía encontrar un nuevo mayordomo. Don Arnulfo se ofreció a visitar los hogares para convencer algún cristiano a asumir la mayordomía, pero nadie quiso aceptar.
“Yo en ese entonces veía que para eso se debía hacer un gasto enorme, lo sigue siendo, pero en esa época nadie quiso ayudar, entonces como dice el dicho me enterré el puñal solito, porque me hice cargo y recogí el dinero para las celebraciones, pero hubo un hombre que se robaba el dinero que iba recogiendo”, relata.
De esa manera, casi por obligación don Arnulfo participa de las celebraciones que se organizaba en la famosa calle de Cuiscoma, lugar donde cada 7 de diciembre el pueblo se desborda a festejar a María. En Granada la tradicional Gritería no es tan popular, pero el amor a la Virgen María es muy fuerte.
La calle de Cuiscoma es adornada por miles de luces y bello altares que son elaborados por las manos prodigiosas de los artistas y escultores granadinos.
Don Arnulfo es llamado el Ángel Guardián de la Virgen María, su devoción le fue llegando sin darse cuenta y fue precisamente una experiencia personal con su esposa e hijo, la que lo acercó definitivamente.
Al inicio de los años 90, Arnulfo junto a uno de sus hijos se preparaba a asistir a una procesión del novenario, pero en esa ocasión el hijo no quiso acompañarlo.
“Una vez iba por el barrio La Sabaneta, iba con los villancicos, mi hijo de crianza no me acompañó, pero mi esposa me dijo que me fuera, le respondí que no porque la miraba enferma, pero me convenció, a los pocos minutos mi hijo me buscó y me dijo que su mamá se estaba muriendo, corrí a pasos agigantados, le pregunté que tenía y me respondió que se estaba muriendo”, relató.
En esa ocasión, Arnulfo buscó a un médico cubano, este le recomendó que si era creyente de la Virgen María, que le rezara y le recetó un par de pastillas.
“Mi mujer iba a vomitar, la tenía en mis brazos, pero de repente escuchó al final de la calle el canto de la virgen, mi mujer prefirió irse a dormir, el canto siguió por varios minutos, el dolor de mi esposa se calmó. Al día siguiente el doctor la volvió a revisar y nos aseguró que ella sufrió un derrame, pero inexplicablemente se recuperó a los pocos días”, subraya Arnulfo.
Esa experiencia, no pudo ser más que un milagro de la Virgen María, sostiene don Arnulfo.
A partir de ese milagro, este humilde zapatero granadino la venera, la cuida y cada día le brinda sus oraciones, la celebra su novenario y la festividad solemne el 7 y 8 de diciembre.
Le construyó un altar, dio hacer una imagen de madera que fue esculpida por el maestro Pedro Vargas. La imagen tiene 30 años y permanece en el hogar del zapatero, que por cada par vendido, destina un porcentaje para festejar a la virgencita.
“Yo le pido a la virgen que cuide a mi país, sobre todo de los efectos del Cambio Climático, que es algo muy serio que vamos a sufrir los países”, dice Arnulfo.
Sus hijos que en cada procesión, recogen la limosna que ayudará a celebrar el 7 de diciembre.
A sus 62 años, don Arnulfo cuenta que su madre tuvo 10 hijos y que a él le dio mala vida, sin embargo no le guarda rencor, la ama y hoy reconoce que la Virgen le ha ayudado a entender cada situación vivida en su infancia y adolescencia.
“Soy una persona sufrida que dormía en las aceras, mi mamá era pobre, éramos diez hijos, siempre me apaleaba, si estoy vivo a estas alturas, es porque Dios y la Virgen María me quiere tener en este mundo para servirle”.
María, Reina de las Familias, ruega por nosotros