La «Hermana Mayor negra de la Blanca Paloma»: una nigeriana en el Rocío, preside una hermandad

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«¡Ve por la sombra, no te vayas a poner más morena!», le grita un colega rociero, y Gloria Peter Ekereuwem, en vez de molestarse, se sonríe.

Nos dice que no andemos con eufemismos. «Soy negra, no de color».

Ella misma se presenta como la «hermana mayor negra de la Blanca Paloma», orgullosa de protagonizar un hecho histórico en la principal romería de España: mujer, inmigrante y africana, es la primera persona de piel negra que dirige la peregrinación de una hermandad filial hasta la basílica de la Virgen del Rocío.

«Soy un ejemplo de integración y de que todos somos hermanos ante la Virgen, porque no hay raza blanca o raza negra, sino la misma raza humana».

Nombrada el 3 de mayo para un mandato anual, camina hacia El Rocío al frente de la hermandad del pueblo onubense de Chucena y de 852 miembros que se declaran encantados. «¡Es una gloria!», clama uno.

La caravana de carretas atraviesa los pinares de Doñana como salida del Lejano Oeste.

«Qué maravilla, ¡me recuerda a África!», suspira la hermana mayor, de 50 años, también presidenta de la ONG Mujeres Entre Mundos (www.mujeresentremundos.es) y locutora de su radio on line y del programa de la Ser en Andalucía Espacio de Encuentro.

Ejerce de puente entre culturas hasta en su sincrética falda rociera, hecha con tela de Ghana. Aunque ella es de Nigeria, del pueblo de Eket, en el Estado de Akwa Ibom, junto al delta del Níger. Tierra de cristianos donde iba a romerías de tres días, dirigía el coro infantil de su iglesia y veneraba a Ingang, la Virgen del Mar, y al santo patrón Itauma. «En el Rocío vuelvo a vivir mi infancia».

Llegó a España en avión en 1986 «con el sueño de estudiar para ser actriz». Se reunió con su esposo nigeriano y tuvieron aquí dos hijos españoles, Ime, de 26 años, que es militar, y Boleka, de 27, que estudia Ciencias Políticas.

Se separó y se dedicó a ayudar a otras inmigrantes. «Muchas llegan engañadas; sus propias parejas las prostituyen». Hoy está casada con el sevillano Ángel, que camina a su lado.

«La Virgen me ha elegido». Recuerda que cuando se compró su vivienda en las afueras de Sevilla quitó un azulejo de la Blanca Paloma para colocar un aire acondicionado, y que una vecina se lo recriminó.

En 2003 hizo su primer Rocío y en 2009 se integró de la mano de amigos españoles en la hermandad de Chucena.

Se postuló para ser hermana mayor, cargo rotatorio, y este año le tocó. «Nadie se ha opuesto, ¡al revés!», aclara, y otro hermano lo certifica: «¡Es la niña bonita del pueblo! Nos ha caído en gracia».

Gloria se alegra de que su exótica presencia ha despertado el interés de sus rocieros por Nigeria y toda África, hasta el punto de que aspiran a viajar juntos allí.

«Cuando Boko Haram secuestró a las niñas, me llamaban para preguntarme si tenía a algún familiar en la zona», destaca de la solidaridad local ante los terroristas musulmanes que «usan el nombre de Dios para matar».

Pide en público patrocinadores para la radio de su ONG. A la Virgen le pide favores privados. «Si me concede lo que le he pedido este año, quito el aire acondicionado y repongo el azulejo».

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