Francisco rezó por China a Nuestra Señora de Sheshan con la oración compuesta por Benedicto XVI

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"Pidamos a María que ayude a los católicos de China a ser siempre testimonios creíbles en medio de su pueblo de este amor misericordioso que ella tiene por su Hijo, y a vivir espiritualmente unidos a la roca de Pedro sobre la que está construida la Iglesia": así rezó el Papa este miércoles durante la audiencia general, al recordar que el 24 de mayo, festividad de María Auxiliadora, "los católicos de China rezan con devoción a la Virgen María Auxilio de los Cristianos, venerada en el santuario de Sheshan en Shanghai”.

Francisco glosó brevemente la peculiar forma de la estatua, con Nuestra Señora sosteniendo a Jesús por encima de su cabeza: "María carga a su Hijo, y lo presenta al mundo con los brazos abiertos en gesto de amor y misericordia”.

Ya el año pasado, por estas mismas fechas, el Papa había pedido la intercesión de esta advocación para que "los católicos de China continúen creyendo, esperando y amando, y sean siempre fermento de armoniosa convivencia entre sus conciudadanos".

Una historia de devoción… y destrucción

La Basílica menor de Nuestra Señora de Sheshan es el santuario católico más importante de China y uno de los principales lugares de peregrinación de Asia. Los católicos chinos celebran su festividad en cualquier lugar del mundo, desde la Chinatown neoyorquina a las comunidades chinas de Manila y todo el sudeste asiático. Hoy día es el único lugar de peregrinación permitido por las autoridades comunistas porque el santuario está controlado por la gubernamental Iglesia Patriótica.


Misa en el santuario. A la derecha, la imagen de la Virgen cargando en lo alto con su Divino Hijo.

El templo ha conocido diversas etapas desde la primera iglesia, construida en 1683 por los jesuitas, a la segunda, edificada tras ser asaltada y quemada la original en los disturbios de 1870, y a la tercera, terminada en 1935 tras derribarse en 1925 la anterior por resultar de aforo insuficiente.

Durante los primeros años de la persecución comunista, en la década de 1950, el obispo de Shanghái, Ignatius Kung Pin-Mei, peregrinó al santuario con sus sacerdotes donde hicieron voto de fidelidad a la fe y a la Iglesia. El prelado fue detenido y encarcelado durante más de treinta años.

En 2008, Benedicto XVI compuso una oración a Nuestra Señora de Sheshan (o She Shan) para pedir la protección de la Virgen sobre el país, y la fidelidad de los católicos, a pesar de las persecuciones y martirios, "a la roca de Pedro sobre la que está edificada la Iglesia". Esta oración es la que rezó Francisco este miércoles.

Oración a Nuestra Señora de Sheshan
Virgen Santísima, Madre del Verbo Encarnado y Madre nuestra,
venerada con el título de “Auxilio de los cristianos” en el Santuario de Sheshan,
a la que se dirige con devoción toda la Iglesia en China,
hoy venimos ante ti para implorar tu protección.
Mira al Pueblo de Dios y guíalo con solicitud maternal
por los caminos de la verdad y el amor, para que sea siempre
fermento de convivencia armónica entre todos los ciudadanos.

Con el dócil “sí” pronunciado en Nazaret tú aceptaste que
el Hijo eterno de Dios se encarnara en tu seno virginal
iniciando así en la historia la obra de la Redención,
en la que cooperaste después con solícita dedicación,
dejando que la espada del dolor traspasase tu alma,
hasta la hora suprema de la Cruz, cuando en el Calvario permaneciste
erguida junto a tu Hijo, que moría para que el hombre viviese.

Desde entonces llegaste a ser, de manera nueva, Madre
de todos los que acogen a tu Hijo Jesús en la fe
y lo siguen tomando su Cruz.
Madre de la esperanza, que en la oscuridad del Sábado Santo saliste
al encuentro de la mañana de Pascua con confianza inquebrantable,
concede a tus hijos la capacidad de discernir en cualquier situación,
incluso en las más tenebrosas, los signos de la presencia amorosa de Dios.

Señora nuestra de Sheshan, alienta el compromiso de quienes en China,
en medio de las fatigas cotidianas, siguen creyendo, esperando y amando,
para que nunca teman hablar de Jesús al mundo y del mundo a Jesús.
En la estatua que corona el Santuario tú muestras a tu Hijo
al mundo con los brazos abiertos en un gesto de amor.
Ayuda a los católicos a ser siempre testigos creíbles de este amor,
manteniéndose unidos a la roca de Pedro sobre la que está edificada la Iglesia.
Madre de China y de Asia, ruega por nosotros ahora y siempre. Amén.

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