Hasta hace solo unos meses, Abdiel, un joven de Puerto Rico, pensaba que el rosario «era cosa de viejas» y rezarlo no entraba en sus planes. Tras abandonar la iglesia pentecostal, decidió probar tan solo una vez y admite que todo aquello contra lo que había luchado durante años desapareció por completo nada más rezarlo. Hoy, espera con ilusión el momento de recibir la comunión, difunde cómo la fe católica ha dado la vuelta a su vida,estudia la vida delos primeros cristianos y asegura, bromeando, que espera encontrarse con esas «ancianas del rosario» para rezar con ellas.
Durante 28 años de su vida, Abdiel fue educado y creció fielmente comprometido con su iglesia pentecostal. Pero conforme se hizo adulto, empezó a percibir algunos aspectos «problemáticos» entre los que cita la adaptación de su iglesia a «nuevas ideologías», el «sensacionalismo«, la «gimnasia mental» de algunos evangélicos para interpretar las Escrituras o la ausencia de «verdades absolutas» que le llevaron a enfrentar un profundo «relativismo».
Buscando la verdad en el libertarismo
Unos aspectos que le llevaron a abandonar su iglesia y continuar buscando la verdad en otras denominaciones o en novedosas corrientes políticas como el libertarismo o anarcocapitalismo, conocido por el lema dont tread on me.
La única certeza que tenía era que nunca buscaría la verdad en la Iglesia católica. Una convicción que se tambaleó cuando, en plena pandemia, acudió a una protesta ante el capitolio de Washington organizada por libertarios, protestantes y católicos.
En aquella protesta escuchó por primera vez una afirmación que, aunque aparentemente hostil, le inspiró curiosidad por la firmeza con que la expresó uno de los manifestantes en pleno debate, que «la única iglesia verdadera es la católica y fuera de ella no hay otra que la de Jesucristo».
Tras 28 años como presbiteriano, cuenta en el canal de Christus Vincit que sorpresa e indignación le invadieron a partes iguales al escucharlo, «conocía a gente muy buena» en su iglesia y jamás habría pensado que un católico afirmaría de sí mismo estar más cerca de las doctrinas de Cristo que los evangélicos.
Los mensajes que encontró en las redes sociales de aquel manifestante le despertaron tanto malestar como curiosidad. «En vez de decir que los católicos adoran imágenes o a María, di que no sabes teología católica», leyó en sus redes.
Ávido de una roca y verdad firme y absoluta a la que aferrarse, Abdiel fue consciente de que si rechazaba a la Iglesia tenía que saber por qué lo hacía.
Desvelando mitos y verdades ocultas
Y comenzó a indagar en la historia de las ideologías primero y después, de la Iglesia. No tardó en comprender las carencias de las doctrinas libertarias, después su origen en las doctrinas evangélicas y, por último, las verdades que le habían sido negadas en su formación relativas a la fe católica, sustituidas por mitos y mentiras.
Asustado por el camino que estaba tomando, sospechando de que podía llevarle a las puertas de «la Iglesia», no podía evitar ver vídeos de conversos o apologistas como el converso Fernando Casanova, el sacerdote Javier Olivera Ravasi o Leonardo Abdala.
Así empezó a indagar en los primeros siglos de la Iglesia, los primeros padres, fieles y doctrinas y se cuestionó por qué como protestante no se le había enseñado prácticamente nada sobre la historia de la Iglesia hasta la llegada de los «grandes reformadores» como Lutero o Calvino.
«¿Cómo pudo ser que durante 1500 años los cristianos creyesen en la Eucaristía como el cuerpo y sangre de Jesús y de repente tengamos que creer que es solo un símbolo? ¿Cómo podía el Señor haber permitido eso?», se preguntaba.
A estas dudas le siguieron más libros, fuentes y vídeos sobre los primeros cristianos, los martirios, los monasterios, la conversión de los pueblos invasores del Imperio romano, la primacía de Roma o la sucesión apostólica.
Durante su investigación le sorprendió descubrir que ya desde el siglo I los primeros cristianos se consideraban parte de la «Santa Iglesia católica» o cómo los primeros apologistas contrapusieron la Tradición a quienes afirmaban que no creerían en nada que no estuviese contenido en las Escrituras, entre muchas otras indagaciones.
Abdiel observaba un parecido nunca antes conocido para él en la iglesia de los primeros cristianos y la que consideraba que, dos milenios después, se hacía llamar católica. Tanto que no podía afirmar con certeza racional que no se considerase ya plenamente católico.
https://www.youtube.com/watch?v=mGHkrb3rnE0
Admirando la misa de los primeros cristianos
Pero le quedaba un largo camino. El primer paso era ir a una misa, lo que concebía como algo tedioso y aburrido comparado a los cultos a los que había asistido durante toda su vida. Pero la posibilidad que le presentó un conocido de ir a un rito que comenzó a configurarse en tiempos de los primeros cristianos que tanto apreciaba le resultó difícil de rechazar.
Lo que vio en aquella «misa tridentina» le resultó completamente ajeno a lo que esperaba y a su experiencia como evangélico: «Había algo diferente, todo el mundo rezando el rosario media hora antes de empezar, los cantos gregorianos, la belleza, no estaban las emociones rodeándolo todo, la reverencia y el silencio sepulcral cuando el padre consagró la hostia… era distinto», relata.
Casi más que todo eso le llamó la atención por encima de todo saber que aquel rito era «el que habían practicado los cristianos de los primeros siglos», ya que mientras era evangélico siempre quiso participar en un culto «que celebrasen» ellos.
«Me conmovió saber que lo que sucedía ahí era lo que pasaba en los primeros siglos, era emocionante. No era solo una canción bonita que cantasen o la predicación, era la Eucaristía«, subraya.
Un milagro de la Virgen y del rosario
Para entonces, a Abdiel no le quedaba duda de que había encontrado la verdad que tanto buscó. Aceptaba todos los dogmas, incluso sabía que los argumentos protestantes que había creído durante siglos en torno a María, como que los católicos la adoran, eran falsos y estaban superados.
Pero venerar a la Virgen le seguía resultando «raro» y se prometió a sí mismo que, aunque católico, guardaría su devoción a María en un segundo plano.
Por eso se sorprendió cuando, aprendiendo latín online, lo primero que le enseñaron fue a rezar el Avemaría. «Ahora ya puedes rezar el rosario«, le dijeron.
Lo cierto es que aunque Abdiel ya había admitido las verdades de la fe, «no vivía como católico». «Había muchos estilos de vida, vicios y malos hábitos que tenía que dejar y que había tratado de hacerlo con toda mi voluntad, pero no había podido», recuerda.
Algo que cambió el 6 de noviembre, cuando compro su primer rosario y lo rezó sin ninguna motivación más que «empezar a hacerlo».
«Ese día me hice católico. Al rezarlo, de un día para otro, cambió todo. Fue un milagro y nadie me va a quitar lo que hizo la Virgen conmigo la primera vez que recé ese rosario: todos los vicios y malos hábitos que tenía se fueron de un día para otro. La Virgen me demostró su amor a través del rosario desde el primer día, no esperó», admite.
La vida después de la conversión
Actualmente, Abdiel se prepara para recibir la comunión y la confirmación, pero asegura que entre las gracias que está «recibiendo de la Virgen», la superación de sus vicios es solo una de muchas.
«El catolicismo te hace negarte, rechazar las cosas de este mundo. Muchas cosas que cambió [la fe] en mi vida fue ser consciente de la importancia de la familia, la forma en que veo el matrimonio y la importancia de la penitencia. Una de las cosas que me ha pasado es el desarraigo del mundo, ahora rechazo las ambiciones materiales porque el Evangelio no se trata de buscar muchas cosas en la vida, sino de llevar la cruz y negarte a ti mismo«, concluye.