El exorcista invocó a la Virgen y el exorcizado italiano habló de diosas aztecas sanguinarias

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El exorcista oficial de Padua, Sante Babolin
El exorcista oficial de Padua, Sante Babolin

En 2006, el sacerdote Sante Babolin, de la diócesis italiana de Padua, ya preparaba su jubilación cuando el obispo le decidió nombrar exorcismo diocesano. Desde entonces, no sólo se dedica a este ministerio sino que habla y escribe sobre él y participa en las asociaciones de exorcistas de Italia y del mundo.

Babolin ha estudiado y enseñado filosofía en Roma (en la Gregoriana, La Sapienza, Saint Sulpice y la Urbaniana) y también en la Universidad Pontifica de México, según explica el semanario católico mexicano DesdeLaFe.mx.

Nuestra madre, en lengua náhuatl…

Babolin pasó años en México y adquirió devoción a la Virgen de Guadalupe de México. Por eso, a menudo realiza los exorcismos acompañado de una imagen de esta advocación y la menciona como Guadalupe Tonantzin («nuestra madre Guadalupe», en lengua náhuatl).

Pero en cierta ocasión, se encontró con una asombrosa respuesta en un exorcizado, que recoge el semanario mexicano.

En Italia, en el santuario de la Virgen de la Gracia en Villafranca, Padua, empezó a realizar un exorcismo a cierto joven italiano. La acción del demonio ya se manifestaba en el joven. Siguiendo el ritual, el sacerdote pasó a mencionar a la Virgen:

—Por la Santísima Virgen María, Guadalupe Tonantzin

Y entonces el joven «respondió violentamente y con furia en los ojos»:

Tonantzin, no; ¡Coatlicue!

Coatlicue es una diosa azteca, llamada «la del faldellín de serpientes», una diosa a la que los aztecas daban culto con grandes sacrificios humanos que recordaban los enemigos derrotados de la diosa en su mitología. Aunque los aztecas llamaban «tonantzin» (madre nuestra) a varias divinidades femeninas, y también a ésta, no era una diosa agradable ni maternal en ningún sentido.

A la izquierda, Coatlicue, con su faldellín de serpientes; su cabeza la ocupan dos serpientes enfrentadas, pero no siempre se representa así. Su culto implicaba sacrificios humanos.

El exorcista italiano quedó asombrado, pero continuó orando y mencionando a la Virgen de Guadalupe.

Prima di Lei, tutto era mio lí! -gritó iracundo el exorcizado.

Es decir: «Antes de ella, todo esto era mío allá!«, refiriéndose, parece, al México precristiano, lleno de violencia, esclavitud y sacrificios humanos.

Cuando finalizó el exorcismo, como suele suceder, el joven volvió a su estado normal y no recordaba nada. El sacerdote le preguntó si sabía algo de México y su historia, pero él no sabía nada. Después el exorcista le pidió que pronunciara «Coatlicue». Por ambas preguntas, quedó claro que la palabra no significaba nada para él, no sabía nada de México ni de su cultura prehispánica.

La ayuda de la presencia de María

En varias ocasiones (por ejemplo, en su artículo La Virgen María y su presencia en los exorcismos) el padre Babolin anima a que siempre que se pueda los exorcismos se realicen en un oratorio o lugar adecuado alejado de la gente, con una imagen visible del Crucificado y otra de la Virgen María.

En otra ocasión, el diablo, más enfadado de lo usual, le dijo: “¡A la que está allí [mirando la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe que estaba en la capilla] ya no puedo soportarla más; y también a ti, prete [expresión italiana despectiva en lugar de sacerdote], no te aguanto más!”

En este caso Babolin respondió:

– Tienes que vértelas con Él [señalando el Sagrario]; yo hago lo que Jesús me pide.

– Tú, prete, no entiendes nada; a ti no te soporto, porque tú eres la Iglesia. Tarde o temprano llega la Iglesia y yo no puedo nada contra la Iglesia – dijo el endemoniado, según el exorcista italiano.

Babolin explica que en ocasiones empieza sus exorcismos leyendo las palabras que le dijo Nuestra Señora de Guadalupe a san Juan Diego: “¿Acaso no estoy yo aquí, yo que tengo el honor de ser tu madre? ¿Acaso no estás bajo mi sombra, bajo mi amparo? ¿Acaso no soy yo la fuente de tu alegría? ¿Qué no estás en mi regazo, en el cruce de mis brazos? ¿Por ventura aún tienes necesidad de cosa otra alguna? Por favor, que ya ninguna otra cosa te angustie, te perturbe”.

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1 Comentario

  1. Aunque nunca he compartido todos estos testimonios de exorcismos (no que no existan, o se realicen, sino que se publiciten), ni de esos artículos que «ven demonio en todos lados, como en cualquier pretendido detalle oculto de la última de WALT DISNEY», ni los creyentes que ven demonio en todas partes, porque soy de la firme convicción de que al demonio, como «sumo orgulloso» lo único que le mueve es el reconocimiento, luego -sabiduría popular «el mejor desprecio es no hacerle aprecio»- en el presente caso no me cuadra que el demonio invoque a una diosa pagana.

    Los demonios, ángeles caídos, proceden de la misma mano creadora de Dios, aunque luego se rebelaran, por eso «no hay otros dioses fuera del Señor» (Cfr. Isaías 45,5), y los mismos demonios con los que se tropezó el Señor, en vida, le reconocen como tal «salían demonios de muchos, dando voces y diciendo: Tú eres el Hijo de Dios. Pero él los reprendía y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Cristo.» (Lucas 4,41).

    Me parece extraño que un demonio hable «de una pretendida diosa pagana» ¿para qué iba a hablar de ella si no existen otros dioses? Si hemos de creer a ese demonio, de este testimonio, daría a entender que hay otros dioses, como el caso de esa deidad pagana, cosa que sabemos que no es así; o el testimonio de este exorcista, por más bien intencionado que sea, no deja de ser erróneo. Es teológicamente imposible que un demonio cite a un dios pagano porque ellos mismos saben que sólo hay uno, y verdadero, en el cielo, en la tierra y en el abismo (Cfr. Filipenses 2,10), mucho menos que María Santísima (que es criatura humana, aunque bendecida con privilegios como su Inmaculada Concepción, o Ascensión) ande por ahí luchando con diosas paganas inexistentes, y, en todo caso, en momentos cronológicos diferentes, pues María, nunca preexistió.

    Bienintencionado si, muy raro todo, también.

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