¿Es la Virgen de Akita la Mujer del Apocalipsis? La reflexión de un periodista experto en apariciones

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Agnès Sasagawa, con la imagen peregrina de Fátima y la Virgen de Akita.

El periodista Pierre Barnérias, tras años de experiencia en televisión y radio, se especializó en la realización de documentales para el cine en torno a la fe. En 2010 logró un gran éxito con Érase la fe.

A partir de ese momento se centró en una investigación a fondo sobre las apariciones de la Virgen María.

En 2014 abordó en otra película de gran impacto, M et le 3eme secret [M y el Tercer Secreto], los misterios en torno al Tercer Secreto de Fátima.

https://vimeo.com/224294766

Y recientemente ha plasmado en un libro autobiográfico el impacto de las manifestaciones marianas en su propia vida: M, la fin d’un monde et Môa! 

En un artículo publicado en el portal mariano francés Notre histoire avec Marie [Nuestra historia con María], Barnérias recuerda una aparición en particular: Akita.

Nuestra Señora de Akita, en Japón: ¿la Mujer del Apocalipsis?

A lo largo del año 1973 (los días 6 de julio, 3 d agosto y 13 de octubre), la Virgen María se apareció tres veces a través de una imagen de Nuestra Señora de Todos los Pueblos de Amsterdam (Holanda), situada en el convento japonés de Akita, al norte de la isla de Honshu, y que luego esa imagen lloró 101 veces entre 1975 y 1981. Mucho menos conocida que las apariciones de Fátima, Nuestra Señora de Akita se sitúa en continuidad con ella e incluye un «terrible aviso» a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, que debemos comprender y difundir.

La imagen de la Virgen y Europa

Curiosamente, las apariciones de Nuestra Señora en Akita forman parte de las escasas apariciones reconocidas por la Iglesia. ¿Por qué curiosamente? Porque de las aproximadamente veinte mil apariciones censadas en el mundo, solo 17 han recibido la bendición de Roma. Esta aparición en el único país que ha conocido la devastación del armamento nuclear está estrechamente vinculada al continente europeo. Ese vínculo pasa en primer lugar por la presencia de la imagen de la Virgen, cuyo modelo proviene de los Países Bajos, país mayoritariamente protestante, donde la Santísima Virgen se apareció en 1945 en vísperas de la bomba atómica, con la cruz de su Hijo a sus espaldas.

Nuestra Señora de Todos los Pueblos, en Amsterdam.

María se presenta en Amsterdam como Nuestra Señora de Todos los Pueblos. Veintiocho años después, esa imagen fue hallada por casualidad en el convento del instituto secular de las Siervas de la Eucaristía en Japón.

La imagen de Nuestra Señora de Akita que lloró 101 veces.

Si el 25 de marzo de 1945, en Amsterdam, Nuestra Señora ya parecía alertar al mundo sobre el peligro de una guerra nuclear, su presencia en Japón en 1973 no parece algo trivial.

Un mensaje ligado a las apariciones de Fátima

Entre 1973 y 1981, los japoneses asistieron a 101 lacrimaciones de Nuestra Señora de Todos los Pueblos. Y algo más. La Santísima Virgen transmitirá un mensaje apocalíptico como para no poder dormir. El 13 de octubre, la Reina de los Profetas anuncia una catástrofe terrible, peor que el diluvio de la Biblia, acompañada de la destrucción de “tres cuartas partes de la humanidad” si el hombre continúa su camino de locura sin Dios. Avisa de una terrible catástrofe en la que “los supervivientes envidiarán a los muertos”.

Pues bien, ese 13 de octubre de 1973 está estrechamente vinculado a los acontecimientos de Fátima. Cincuenta y seis años antes, día por día, en su última aparición, Nuestra Señora de Fátima se manifestaba a 70.000 personas congregadas en Cova de Iria (Portugal), con un sol ebrio que parecía ir a estrellarse contra la tierra… En 1917, en Fátima, la Virgen obró un milagro único y grandioso en cuanto que había sido avisado, para que, como dijo ella, “todo el mundo crea”. En 1917, los curiosos escépticos se fueron de allí con un miedo cerval.

Una multitud fue testigo del Milagro del Sol en Fátima.

Si el milagro fue en 1917 muy visible y quedó sin consecuencias para los 70.000 curiosos, en 1973, en Japón, Nuestra Señora puso en palabras la catástrofe anunciada.

¿La Mujer del Apocalipsis?

¿Qué pasa hoy, 101 años después del milagro del sol de Fátima, sabiendo que hubo 101 lacrimaciones de Nuestra Señora en Japón? Las apariciones siguen y se asemejan. Como los mensajes, cada vez más explícitos. La Virgen pide “sacrificios” desde hace un siglo. ¿Quién escucha estos mensajes? Ella llora desde hace ya casi dos siglos en La Salette, sobre todo por el trabajo dominical. ¿Quién la ve? El Papa Francisco nos repite desde el verano de 2014 que la tercera guerra mundial, a base de terrorismo y conflictos larvados, ya ha comenzado. Más recientemente, en abril de 2018, el diario Le Monde titulaba: “¿Apocalypse now?”, hablando de la amenaza real de 20.000 cabezas nucleares que apuntan sobre nuestro hermoso planeta. Y, en el ámbito del medio ambiente, tan pocas personas reaccionan concretamente ante el aumento de la contaminación… Afortunadamente, nada está escrito por anticipado: el éxito de la predicación del profeta Jonás (“Dentro de 40 días Nínive será destruido”, Jon 3, 4) permitió evitar la destrucción de la ciudad. ¿Será hoy nuestra propia conversión capaz de evitar la catástrofe?

Los milagros eucarísticos

Las apariciones de Japón en 1973 y la de Amsterdam en 1945 tienen otro punto en común. También fundamental. Ambas apariciones están ligadas a un milagro eucarístico que ofrece la prueba formal de la transustanciación: a saber, que el sacrificio último de Cristo se renueva todos los días en misa, como proclamó el IV Concilio de Letrán en 1215. Además, 1973, el año de las apariciones de Akita, es el año en el que el milagro eucarístico más antiguo que se conoce, el de Lanciano (Italia), fue reconocido por un equipo de científicos de Naciones Unidas.

El doctor Edoardo Linoli, profesor de Anatomía e Histología Patológica y de Química y Microscopia Clínica, examinó la reliquia de Lanciano, concluyendo que el tejido era humano y cardiaco.

En cuanto a Amsterdam, bastión protestante hostil a toda idea de transformación del pan en el Cuerpo de Cristo, ¡la Santísima Virgen misma dice que la escogió por ser LA ciudad del Sacramento (mensaje del 20 de marzo de 1953)! Nuestra Señora insiste en la idea y se preocupa por nosotros. El 15 de marzo de 1345, esto es, 600 años antes de la aparición de Nuestra Señora de Todos los Pueblos en Amsterdam, ¡otro milagro eucarístico se produjo en la misma ciudad! Un moribundo, Ijsbrand Dommer, quien acaba de comulgar, vomita la Hostia consagrada. Ésta es entonces arrojada al fuego, pero los presentes se sorprenden al ver la Hostia intacta en suspensión encima de las llamas. Finalmente será recogida y llevada en solemne procesión hasta la iglesia.

El milagro eucarístico de Amsterdam de 1345, en tablas de 1555 que se conservan en el Amsterdam Museum.

El milagro es reconocido por el obispo de Utrecht en 1346 y se conmemora cada año, pero en 1578 el ayuntamiento, pasado al protestantismo, prohíbe cualquier procesión. Éstas continuaron, a pesar de todo, pero en silencio.

Pues bien, es una copia de la imagen de la Virgen de Amsterdam la que suscita los acontecimientos de Akita en el convento de las Hermanas de la Eucaristía. En Japón, la Virgen, llorando, insiste incansablemente. En un mensaje a Sor Agnès Sasagawa quiere que comprendamos que Cristo está “realmente” presente en la Eucaristía, como si ya nadie creyera en ello…

Agnes Sasagawa, nacida en 1931, recibió los mensajes de la Virgen en Akita.

En Akita, Nuestra Señora explica e insiste en los sufrimientos de su Hijo, que todavía nos dan un plazo. “He impedido las calamidades ofreciendo al Padre los sufrimientos padecidos por mi Hijo en la cruz”…

El Rosario, la única arma eficaz

El terrible aviso de la Virgen en Akita no parece asustar a nadie. Empezando por los periodistas, que con su silencio o incompetencia redujeron al ostracismo unas palabras confirmadas sin embargo por hechos incontestables. ¿Por qué? ¿Por qué esa sordera del mundo a mensajes de aviso que también ofrecen soluciones? “El aviso de Akita es una repetición del mensaje de Fátima”, subraya monseñor John Shojiro Itô, obispo de la diócesis de Niigata, a la que pertenece Akita.

Nuestra Señora subraya la importancia de rezar el Rosario, única arma ante las catástrofes anunciadas. ¿La prueba? En Hiroshima, el 6 de agosto de 1945, a las 8.31 horas, la población civil de Japón descubre la devastación de la bomba atómica. Ningún superviviente a 1200 metros del centro de la bomba. Las víctimas mueren al instante, abrasadas a 300.000 grados centígrados. A 100 metros de la explosión, un grupo de misioneros jesuitas alemanes se salva milagrosamente. Su casa, típicamente japonesa, queda en pie. “Hemos sobrevivido porque vivíamos el mensaje de Fátima. Hemos vivido y rezado el Rosario cotidianamente en esta casa”, explicó el padre Shiffer.

El padre Hubert Schiffer, S.I., superviviente de Hiroshima, años después con uno de los pilotos del Enola Gay, el B-29 que lanzó la bomba sobre Hiroshima.

A día de hoy, ese milagro, como tantos otros, sigue siendo inexplicable para la ciencia. La misma protección en Nagasaki. Esta vez, son los franciscanos de San Maximiliano Kolbe quienes resultan protegidos. Todos rezan el Rosario a diario. “Quien se confíe a mí mediante el Rosario no morirá”, decía la Virgen a Santo Domingo: “A quienes lo difundan les aseguraré en todas sus necesidades”.

Nuestra Señora previene, aconseja, se inquieta, llora

Nuestra humanidad está de vacaciones, absorbida por un día a día hecho de productos perecederos. Los anuncios de catástrofes espantosas se reservan para las historias de entretenimiento, en las salas de cine, mientras que las iglesias no dejan de vaciarse con cifras que harían palidecer a nuestros constructores de catedrales: 4 o 5% de practicantes en Francia. En estos mensajes de Akita, reconocidos en junio de 1988 por el Vaticano, Nuestra Señora parece ligar todas las futuras catástrofes a la indiferencia, esto es, al desprecio del género humano hacia los sufrimientos de su Hijo muerto hace dos mil años en una agonía pavorosa. El vínculo con la Eucaristía que actualiza ese sacrificio de la Cruz, en Akita como en Amsterdam, es sorprendente. Los milagros eucarísticos se multiplican en estos últimos tiempos.

Una imagen del milagro eucarístico de Buenos Aires en 1996.

En 1996, en Argentina, el futuro Papa Francisco está en primera fila para constatar que una hostia profanada que se encuentra en el fondo de una iglesia se encuentra recubierta de un trozo de corazón humano. La realidad supera la ficción. ¡Más fuerte que Hollywood! La información se quedará en algunos diarios o sitios especializados. Las grandes agencias de prensa estarán ausentes para sus abonados mientras Nuestra Señora nos alerta de la inminencia de una catástrofe mundial en la que lo mejor sería morir en el campo de batalla.

Se nos ha dado un tiempo, eso es evidente. En 2015, el Papa Francisco nos hizo comprender que “sin duda él no estaría ahí en 2017”. Sin embargo, estamos ya en 2018… Desde La Salette, donde Nuestra Señor anunció una terrible guerra civil en Europa, donde “parecerá que Dios ha abandonado a los suyos, hasta El Escorial en España, donde ella anuncia el 4 de febrero de 1989 que va a caer sobre la Humanidad un castigo con grandes lluvias de fuego que reducirán la tierra a cenizas y donde todas las grandes obras que los hombres han hecho y admiran serán destruidas. No hay descanso para ese cielo tan presente y que nos interpela sin cesar. Ante ello, Nuestra Señora nos pide “formar un gran rebaño y unirnos para rezar”.

El Rosario sigue siendo la mejor protección. En 1936, en Fátima, en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, esto es lo que escribía el cardenal Manuel Gonçalves Cerejeira, patriarca de Lisboa (Portugal): “Pueden reírse esos espíritus orgullosos que solo creen en el valor de la razón y en el poder de la fuerza; pero, para el establecimiento del reino de la justicia, del amor y de la paz, el Rosario puede más que todos los ejércitos de todas las naciones, que todos los recursos de la ciencia y los esfuerzos de los políticos. Este arma espiritual actúa con el poder de Dios. Ningún cristiano puede dudarlo. Los hombres se agitan, pero es Dios quien dirige la Historia”.

Traducción de Carmelo López-Arias.

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