En verano de 1917, la Virgen de Fátima se apareció a los niños videntes en Fátima y les advirtió: «Vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la Comunión reparadora de los Primeros Sábados. Si se atienden mis deseos, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia».
Doce años después, el 13 de junio de 1929, cuando habían muerto ya los dos videntes más jóvenes y Lucía era una religiosa en Tuy (España), la Virgen volvió a aparecérsele pidiendo esa consagración de Rusia: «Ha llegado el momento en que Dios pide al Santo Padre que haga, en unión con todos los obispos del Mundo, la Consagración de Rusia a Mi Inmaculado Corazón». Algo que ella misma había mencionado ya el 13 de julio de 1917, aunque la petición formal llegase doce años después.
El santuario de Pontevedra donde se conserva el altar en que eso sucedió (la «Fátima de España»), hoy está en muy malas condiciones de mantenimiento y requiere unas reparaciones caras que solo podrán ser posibles con donativos y generosidad por parte de muchos.
Los obispos españoles animan a colaborar y se pueden hacer donaciones que desgravan fiscalmente si se hacen a través de DonoAMiIglesia, el portal oficial de donaciones a través de Conferencia Episcopal.
Hay más información en la web www.santuariodelasapariciones.org , en una campaña que apoya también la Fundación CariFilii.
El obispo de Alicante, José Ignacio Munilla, y el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, han animado en un vídeo a colaborar con este lugar mariano tan especial.
«El santuario de Pontevedra fue el verdadero lugar elegido por el Señor para dar a conocer al mundo el tesoro del Corazón Inmaculado de María. La Conferencia Episcopal Española ha querido hacerse especialmente presente en él para custodiar ese tesoro, esa joya para toda la Iglesia española y del mundo», explica Munilla en el vídeo, en relación a la aparición del 10 de diciembre de 1925, en el que la Virgen, que se apareció junto al Niño Jesús, pidió a Sor Lucia que difundiese la devoción de los cinco primeros sábados de mes en desagravio al Corazón Inmaculado de María.
«Ella es nuestra madre y la queremos de verdad. La mejor manera de salvarnos es cumplir con lo que ella nos dice», añade el cardenal Cañizares.
«Nuestro mayor pecado es el de la indiferencia. Os animo a que visitéis ese santuario, lo hagáis vuestro, a que colaboremos con nuestras oraciones, con nuestras ayudas materiales, para poderlo sostener», propone Munilla.
Cómo donar
Los donativos se pueden canalizar a través del crowdfunding del propio Santuario de las Apariciones (pincha aquí).
Nunca se valorará demasiado la excepcional importancia de este santuario, porque es el único lugar del mensaje de Fátima donde habla Nuestro Señor y porque en él se custodia el altar de Tuy. Tanto la aparición de Pontevedra sobre los primeros sábados de mes, el 10 de diciembre de 1925, como la de la Santísima Trinidad en Tuy con la petición de consagración de Rusia, el 13 de junio de 1929, forman parte del mensaje oficial de Fátima, junto con las tres apariciones del Ángel en 1916 y las seis de Cova de Iria (una de ellas en Valinhos).
Fátima, Rusia y Pontevedra
En el libro Un camino bajo la mirada de María (Carmelo de Coímbra, 2013) se recogen fragmentos de las memorias de la Hermana Lucía y de sus cartas, entre ellas las que comentan la necesidad de la consagración de Rusia al Inmaculado Corazón.
Así, el 13 de julio de 1917 en Fátima la Virgen mencionó el tema, aunque la petición en sí la hizo en 1929 estando Lucía en Tuy.
“… Inmediatamente, levantamos los ojos a Nuestra Señora que nos dijo con bondad y tristeza: Visteis el infierno a donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si se hace lo que os voy a decir, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra pronto terminará. Pero si no dejaren de ofender a Dios, en el pontificado de Pio XI comenzará otra peor [nota: tiempo después Lucía defendía que el verdadero inicio de la II Guerra Mundial fue la ocupación de Austria en 1938, siendo Papa Pío XI]. Cuando veáis una noche iluminada por una luz desconocida, sabed que es la gran señal [se considera que fue una «extraordinaria» aurora boreal, la noche del 25 al 26 enero de 1938] que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, del hambre y de las persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre. Para impedirla, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la Comunión reparadora de los Primeros Sábados. Si se atienden mis deseos, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados y el Santo Padre tendrá mucho que sufrir; varias naciones serán aniquiladas. Por fin mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará a Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz.”
El 13 de junio de 1929 (en Tuy, España), en una noche de adoración a solas, delante del Santísimo Sacramento, tuvo lugar otra aparición, que Lucía describió así:
«La única luz era la de la lámpara. De repente, se iluminó toda la Capilla con una luz sobrenatural y sobre el Altar apareció una Cruz de luz que llegaba hasta el techo. En una luz más clara, se veía, en la parte superior de la cruz, un rostro de hombre con cuerpo hasta la cintura. Sobre el pecho una paloma también de luz y, clavado en la cruz, el cuerpo de otro hombre. Un poco por debajo de la cintura, suspendido en el aire, se veía un Cáliz y una Hostia grande, sobre la cual caían algunas gotas de sangre que corrían por las mejillas del Crucificado y de una herida en el pecho. Resbalando por la Hostia, esas gotas caían dentro del Cáliz».
«Bajo el brazo derecho de la cruz estaba Nuestra Señora, (era Nuestra Señora de Fátima con Su Inmaculado Corazón… en la mano izquierda, …sin espada, ni rosas, pero con una Corona de espinas y llamas), con Su Inmaculado Corazón en la mano. Bajo el brazo izquierdo, unas letras grandes, como si fuesen de agua cristalina, que se deslizaban por encima del Altar, formaban estas palabras: «GRACIA y MISERICORDIA». Comprendí que me era mostrado el misterio de la Santísima Trinidad y recibí luces sobre este misterio que no me es permitido revelar».
«Después Nuestra Señora me dijo: ‘Ha llegado el momento en que Dios pide al Santo Padre que haga, en unión con todos los obispos del Mundo, la Consagración de Rusia a Mi Inmaculado Corazón, prometiendo salvarla por este medio'».
Lucía consideró luego que la “extraordinaria” aurora boreal, la noche del 25 al 26 enero de 1938, fue una advertencia de Dios para el inicio de la guerra.
En 1940, ya en plena guerra mundial, escribía a Pío XII, siguiendo instrucciones del obispo de Leiria:
«Santísimo Padre, en 1929, Nuestra Señora, por medio de otra aparición, pidió la consagración de Rusia a Su Inmaculado Corazón, prometiendo por este medio impedir la propagación de sus errores y su conversión. Algún tiempo después di cuenta al confesor, del pedido de Nuestra Señora, Su Rvcia. utilizó algunos medios para que se realizase haciéndolo llegar al conocimiento de Su Santidad Pío XI. En varias comunicaciones íntimas, Nuestro Señor no ha dejado de insistir en esta petición, prometiendo últimamente, si Vuestra Santidad se digna hacer la consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María con mención especial de Rusia y ordenar que en unión con Vuestra Santidad y al mismo tiempo, lo hagan también todos los obispos de mundo, abreviar los días de tribulación con los que tiene determinado castigar a las naciones de sus crímenes, por medio de la guerra del hambre, y de varias persecuciones a la Santa Iglesia y a Vuestra
Santidad».
¿Cuándo se realizó esta consagración?
En agosto de 1989 (con los regímenes comunistas hundiéndose en Polonia y Hungría), la Hermana Lucía aclaró en una carta (que tomamos del libro citado) cuándo se realizó correctamente esta consagración de Rusia:
»El 31-X-1942, la hizo Su Santidad Pío XII: Me preguntaron, después, si estaba hecha tal como Nuestra Señora la pidió; yo respondí que no, porque le faltaba la unión con todos los obispos del mundo.
»La hizo después Su Santidad Pablo VI, el 13-V-1967. Me preguntaron si estaba hecha tal como Nuestra Señora la pidió. Respondí que no: por el mismo motivo, faltaba la unión con todos los obispos del mundo.
»La hizo Su Santidad Juan Pablo II, el 13-V-1982. Me preguntaron después, si estaba hecha. Respondí que no. Le faltaba la unión con todos los obispos del mundo.
»Entonces, este mismo Sumo Pontífice Juan Pablo II escribió a todos los obispos del mundo pidiendo que se uniesen a él, mandó llevar la Imagen de Nuestra Señora de Fátima -la de la Capelinha- a Roma, y el día 25-III-1984 -públicamente- en unión con los obispos que a Su Santidad se quisieron unir- hizo la Consagración tal como Nuestra Señora la pidió. Me preguntaron, después, si estaba hecha, tal como Nuestra Señora la pidió, y yo dije que sí. Desde ahí, está hecha.
Para contribuir al crowdfunding del propio Santuario de las Apariciones, pincha aquí.
Vídeo de 2020 al inicio de la campaña de apoyo al santuario de las apariciones en Pontevedra