Este domingo comenzó el Año Jubilar Guadalupense y para conmemorarlo se están presentando obras que muestran la gran importancia que a lo largo de los siglos ha tenido este santuario mariano situado en Extremadura, y que tanta devoción ha despertado durante la historia.
Ejemplo de su categoría es que en menos de un siglo, entre 1412 y 1503 se registraron hasta 244 milagros atribuidos a la Virgen en este santuario. Cada uno de ellos quedó registrado de manera minuciosa, ya fuera con tinta negra, roja o azul por los monjes jerónimos que entonces custodiaban el monasterio. Este periodo coincide también con uno de los periodos de mayor fervor peregrino.
En dicho registro de milagros aparecen testimonios sobre curaciones, milagros relativos a endemoniados y cautivos e incluso de resurrecciones. Entre los protagonistas de estos hechos extraordinarios registrados por los monjes los hay de toda condición: hombres, mujeres, niños, al igual que gente humilde o incluso reyes como Alfonso V de Portugal, que al creer que moriría invocó a la Virgen morena. «E fecho este voto acaeció cosa maravillosa, que luego -súbitamente e sin entrevalo- fue restituida la salud del rey», aparece escrito sobre este hecho.
Esta recopilación de milagros ha sido llevada a un libro por la investigadora María Eugenia Díaz a raíz de una publicación parcial que realizó a principios del siglo XX en una revista del monasterio fray Isidoro Acemel.
Tal y como recoge la agencia EFE en un extenso reportaje, el santuario de Guadalupe tiene documentados centenares de milagros entre 1412 y 1722, repartidos en nueve códices, pero el libro publicado por la Editora Regional de Extremadura sólo incluye los del primero, al abarcar el período más largo, casi un siglo, y por ser en el que más milagros se escrituraron.
De este modo, los textos incluidos en este libro de casi 900 páginas, que parte de la tesis doctoral que hizo para la Universidad de Salamanca, son «documentos-monumentos», según los define, que reflejan la sociedad y el contexto histórico de una época.
A su juicio, son además una muestra de dos formas de vivir la religión: la del pueblo y la de los clérigos, más racional. Con una prosa directa y dramática, tenían por objeto la predicación, la lectura en el refectorio por su valor ejemplarizante y el entretenimiento de los invitados al monasterio, apunta la investigadora, pero también «propagandístico», para fomentar las peregrinaciones.
«Aumentar la devoción a la Virgen de Guadalupe era, sin duda, una manera de aumentar la expansión jerónima», advierte en el libro. La fama que Guadalupe adquirió con los jerónimos atrajo a peregrinos de muchos rincones de Europa, se extendió al nuevo continente, y le granjeó el favor real desde Alfonso XI a los Reyes Católicos.
El peregrino Münzer hablaba en su libro de viajes de las «pingües rentas» de Guadalupe y las calculaba en 20.000 ducados anuales.
Tras su curación, el rey de Portugal, que defendía el derecho sucesorio de La Beltraneja a la corona de Castilla, peregrinó a Guadalupe y donó un portapaz de oro con muchas perlas y piedras preciosas que valía 500 castellanos. La ofrenda habitual era el peso del peregrino en cera, ya que la iluminación del monasterio no era una cuestión baladí.
De los milagros del códice 1 hay «dos versiones», ya que todos, salvo 14, se repiten en los otros tres medievales con un trato «menos dramático», pero coincidentes en lo sustancial, dice Díaz Tena, doctora en Filología Hispánica afincada en Salamanca.
En 70 relatos se aparece la virgen, casi siempre de blanco y muy pocas veces con el niño en brazos; hay conversaciones con un demonio que «començó a dar grandes balidos e aullidos» y en las que participó un «clérigo exorzista»; e intervenciones sobrenaturales de animales, como el león, asociado a la figura de San Jerónimo.
El «milagro de cómo un honbre que dudava si avía paraíso, purgatorio e infierno» y «saliendo desta vida lo vido allá todo» está en la línea de los viajes al más allá de La Divina Comedia de Dante, según Díaz Tena, que en otro relato ve muchas similitudes con un episodio del Libro del Buen Amor del Arcipreste de Hita.