Del 18 al 21 de febrero tuvo lugar la peregrinación de Reino de Cristo a Fátima, en la que este año participaron casi dos mil peregrinos venidos de toda España, en su mayoría jóvenes (800), una parte de ellos solos y muchos de ellos con sus familias, y entre ellos hasta 70 sacerdotes.
Esta peregrinación nació en 1992 en Talavera de la Reina (Toledo), cuando tres sacerdotes reunieron a 250 jóvenes para la primera experiencia, sin saber que con el tiempo se difundiría por todo el país y congregaría a sacerdotes y familias de toda España en torno a la Santísima Virgen en el lugar de sus apariciones de 1917. En efecto, desde el año 2000 tiene un carácter nacional y solían viajar en torno a 600 personas, que fueron creciendo hasta los dos millares de la semana pasada.
Este año el lema de la peregrinación era Por tu amor, inspirado en las apariciones de Nuestra Señora a Francisco, Jacinta y Lucia.
El obispo de Orihuela-Alicante, José Ignacio Munilla, al frente del grupo, celebró misa el último día en la Capelinha, y para describir el espíritu que reinó durante el evento citó una expresión de San Agustín: «Una sola alma en varios cuerpos», con la que describir unos actos que, en palabras de los organizadores, «tienen como secreto la presencia materna de María«.
Dos momentos muy especiales
Cuando el sábado 18 los peregrinos llegaron a Fátima, en el pasillo que conduce a la Capelinha los jóvenes fueron recibidos en un pasillo por las familias, que elevaban unas velas «como señal de bienvenida y saludo a la Madre del Cielo». Muchos de esos padres recibían a sus hijos en el mismo lugar donde ellos fueron peregrinos como jóvenes lustros atrás.
Otro momento emotivo fue cuando los casi 60 bebés presentes fueron alzados por sus padres para ofrecérselos a la Virgen de la Capelinha, rodeados por un centenar de sacerdotes (los peregrinos y otros) y por miles de fieles.
Según los convocantes, todos esos jóvenes «a los pies de la Madre han aprendido estos días a mirar con esperanza y alegría al futuro de la historia, que camina hacia el triunfo del Corazón Inmaculado de María«, prometido en Fátima.