Este 24 de abril empezaron a caminar en peregrinación hacia el Rocío unas 50 personas que salen de la cárcel de Huelva: 15 son reclusos, el resto son vigilantes o personal de intendencia.
Para los reclusos, cuentan en agencia Efe, es un momento especialísimo. Y son dos días de libertad para encontrarse con la Blanca Paloma.
Se trata de la decimonovena edición de una de las iniciativas anuales más singulares y emotivas que organiza la prisión provincial de Huelva que, desde el año 2015, cuenta con su propia asociación rociera.
De los 15 reclusos, once son hombres y cuatro mujeres. Todos ellos, tienen en común el ser penados, es decir, que estén cumpliendo condena por algún delito, el estar calificados como presos de segundo grado y el observar buena conducta.
Peregrinación de internos penitenciarios de años anteriores
La comitiva partió sobre las 7:30 horas, coincidiendo con el amanecer, del centro penitenciario de Huelva.
Teresa, una reclusa que participa de esta peregrinación por segundo año consecutivo, explicó a Efe que sentía una gran «ilusión» emprender el camino y culminar algo de lo que «disfrutamos durante todo el año».
Esperanza y contacto con la naturaleza
«Para nosotros supone una puerta a la calle, vivimos con esperanza este momento que supone una experiencia particular que nos permite disfrutar de un camino muy añejo y, además, de la libertad, de 48 horas fuera de la prisión en contacto con la naturaleza», ha remarcado esta mujer a la que le queda poco en prisión «si la Virgen quiere».
La devoción, como en la propia Romería del Rocío, juega en esta particular peregrinación un papel fundamental y los reclusos peregrinos se encomiendan a la Virgen del Rocío, sabedores de que Ella es la artífice de que puedan formar parte de esta experiencia, que viene con recompensa, pues mañana, a su llegada a la aldea almonteña, podrán disfrutar de un almuerzo con sus familiares.
Desde San Juan han partido hacia Moguer, para hacer una parada ante el Simpecado de la Hermandad del Rocío de Moguer, como madrina de la Asociación Rociera. Allí les bendice el párroco del lugar.
En todo el recorrido no faltan cantes, bailes y rezos y estampas como las que podrán verse dentro de apenas un mes cuando las más de un centenar de hermandades rocieras vayan abandonando sus lugares de origen camino del Rocío.
Con vigilancia y sin alcohol
Las única diferencias son que los internos cuentan con vigilancia y no se consume alcohol. Además, los participantes vuelven a sustituir las ofrendas florales que hacen a lo largo del camino por cestas de alimentos no perecederos que se destinarán a los más necesitados.
Tras la parada en Moguer la comitiva se desplazará hasta el paraje El Milanillo para almorzar y desde allí caminar hasta la zona de Villarejo, donde se ubica la casa de la Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de Palos de la Frontera, en la que harán noche. La llegada al Rocío se produce el 25 de abril, un encuentro con la Blanca Paloma en su Ermita, con una misa de despedida de la peregrinación.