Desde Belén, el Papa Francisco encomendó Tierra Santa, sus habitantes y peregrinos, a la Virgen

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"¡Encomendemos a la Virgen Santa la suerte de la humanidad, para que se le abra al mundo un horizonte nuevo y prometedor de fraternidad, solidaridad y paz!", dijo el Santo Padre introduciendo el rezo del Regina Coeli, al concluir la Misa en Belén, el lugar donde María dio a luz a Jesús, en su viaje a Tierra Santa que ha durado del viernes al lunes.

El Papa Francisco hizo hincapié en que "la Virgen es la persona que más contempló a Dios en el rostro humano de Jesús. Ayudada por José, lo envolvió en pañales y lo recostó en el pesebre"

"A Ella –dijo Francisco- encomendamos esta tierra y todos los que la habitan, para que vivan con justicia, con paz y fraternidad. Encomendamos también a los peregrinos que aquí llegan para beber de las fuentes de la fe cristiana, algunos de los cuales están presentes también en esta Santa Misa. Vela, Oh Madre, por las familias, los jóvenes, los ancianos. Vela por todos los que han perdido la fe y la esperanza; consuela a los enfermos, los encarcelados y todos los que sufren; sostén a los Pastores y a toda la Comunidad de los creyentes, para que sean ‘sal y luz’ en esta tierra bendita; fortalece las instituciones educativas, en particular la Bethlehem University".

“"Contemplando a la Sagrada Familia aquí, en Belén, mi pensamiento se dirige espontáneamente a Nazaret, adonde espero ir, si Dios quiere, en otra ocasión. Abrazo desde aquí a los fieles cristianos que viven en Galilea y aliento la realización del Centro Internacional para la Familia en Nazaret. Encomendamos a la Virgen Santa la suerte de la humanidad, para que se le abra al mundo un horizonte nuevo y prometedor de fraternidad, solidaridad y paz", concluyó el Pontífice”.

El Centro Internacional para la Familia, al que se refirió Francisco, fue una iniciativa de San Juan Pablo II, expresada durante el Encuentro Mundial de las Familias, en 1997 en Río de Janeiro (Brasil), y que fue continuada durante el Pontificado de Benedicto XVI y ahora en el de Francisco.

El proyecto contempla levantar un complejo en la cima de la colina que domina Nazaret y la basílica de la Anunciación; y busca ser un centro de espiritualidad familiar que acoja a las familias que peregrinan en Tierra Santa, de apoyo a las que pasan por dificultades, así como de formación pastoral.

A nivel internacional, su objetivo es apoyar a los episcopados, universidades católicas e instituciones que velan por las familias.

Tras el Regina Coeli, el Papa se trasladó al convento franciscano “Casa Nova”, un centro de acogida para los peregrinos, construido en 1908 y ampliado y bendecido en 1986 que puede albergar a 129 personas. Allí Francisco almorzó con algunas familias de refugiados e indigentes palestinos.

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