Amanda Evinger era una calvinista estadounidense que se preparaba para ser misionera protestante y que había sido formada en el rechazo a cualquier devoción a la Virgen María. Ahora ella es una católica devota, amante del Rosario y una evangelizadora a través, precisamente, del amor a María.
No fue fácil para ella este cambio con respecto a la Virgen, pues habían sido muchos años de confusión en torno a ella. “Cuando estaba en el Reformed Bible College estudiando para ser una misionera protestante, recuerdo tristemente tirar un rosario que me habían regalado, llena de miedo al verlo”, explica en un artículo del National Catholic Register, que recoge Aciprensa.
Esta mujer, madre ahora de cuatro niños, recuerda que en aquel momento aunque su corazón “se desgarró al hacerlo”, tenía un profundo miedo a tener un rosario cerca, debido a todos los argumentos doctrinales engañosos que “se oponían agresivamente a la oración del Rosario”, o cualquier devoción mariana, que había escuchado durante su vida.
Aterrorizada de rezar el Rosario
Ya incluso en el seno de la Iglesia Católica y ayudando como voluntaria con las Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa –cuenta Amanda- “estaba aterrorizada de ofender al Señor si rezaba el Rosario”.
“Estaba profundamente perturbada por el hecho de que las hermanas siempre usaban un gran rosario completo alrededor de sus cinturas, y rezaban el Rosario cada vez que podían, abrazando la enseñanza de la Madre Teresa: ‘aferrarse al Rosario como la enredadera se aferra al árbol, porque sin Nuestra Señora, no podemos soportar’, señala.
Amanda también recuerda que las misioneras de la Caridad “tenían un gran celo al rogar” a las familiar para que rezaran el Rosario. De hecho, cuenta que estas religiosas «con coraje y sinceridad tocaban puertas con rosarios en sus manos, preguntando si podían rezar un rosario con la familia”.
Las dudas en su corazón
“En medio de la cultura de la muerte, donde las familias son sacudidas por las tempestades de confusión y angustia, el Rosario diario puede actuar como un arca de salvación”, confiesa ahora esta mujer, Sin embargo, señaló que en algunas ocasiones escuchar a las hermanas rezando la hacía llorar, “mientras luchaba por descubrir la verdad real y cruda sobre los dogmas marianos”.
Esto la hizo cuestionarse seriamente: “¿Estaba diciendo que el Ave María realmente era una blasfemia como me habían dicho desde la infancia, por tantas personas que amaba y en las que confiaba? ¿Qué tenía de malo solo rezarle a Jesús? ¿Por qué uno ‘necesitaba’ rezar a la Santísima Madre? ¿Dónde se mencionaba la devoción mariana en la Sagrada Escritura?”.
Por ello, empezó a leer y a buscar respuestas a muchas de sus dudas con respecto a la Virgen: “Reflexioné sobre los escritos de los primeros Padres de la Iglesia, Thomas Merton, Santo Tomás de Aquino, San Benito, Santa Teresa de Ávila, el Cardenal John Neumann y muchos otros”, afirmó.
De acuerdo con Amanda, algunos anglicanos y protestantes, así como los cristianos ortodoxos, mantienen la tradición de la devoción mariana con todo su corazón. “¿Por qué Calvino y Zuinglio lo abandonaron, y qué significó esto para mí?”, se cuestionó.
Un oasis de paz en su alma
“Poco a poco, principalmente rezando la hermosa y venerable oración del Rosario mismo, encontré paz al rezarlo”, indica Amanda, quien añadió que sus oraciones a la Virgen respondían cada vez con más frecuencia.
Cada vez que recurría a la Virgen en busca de ayuda, Amanda comenzaba a “sentir un oasis de paz en mi alma atribulada”. Asimismo, poco a poco comenzó a comprender la profundidad, la autenticidad y el poder luminoso de la devoción mariana, y más especialmente, del Rosario.
Una fuente de gracias
Indicó que tras las citas que fue leyendo de fuentes católicas sobre el Rosario, esta oración “comenzó a tener sentido para mí, por fin, y las gracias que fluyen de esta fuente contemplativa comenzaron a inspirarme como nunca antes”.
«Como el Papa León XIII escribió una vez: ‘El Rosario es la forma más excelente de oración y el medio más eficaz para alcanzar la vida eterna. Es el remedio para todos nuestros males, la raíz de todas nuestras bendiciones. Ya no hay una forma excelente de orar”’, recordó.
Asimismo, afirmó que el Rosario es una base de esperanza, una fortaleza espiritual y un jardín de fecundidad etérea, al que recurren los peregrinos católicos “a menudo golpeados por las pruebas de la vida y arrojados por las tormentas de la tentación”.