Cuando los nazis visitaron Montserrat buscando el Santo Grial y se negaron a besar a la Moreneta

0
16321

El pasado lunes 9 de marzo millones de espectadores de RTVE pudieron revisitar, en la teleserie de ficción y aventuras "El Ministerio del Tiempo", un capítulo peculiar de la historia de Europa y los santuarios marianos: la visita del jerarca nazi Heinrich Himmler el 23 de octubre de 1940 a Montserrat. 

La serie de fantasía y aventuras recoge la escena con bastante fidelidad y quizá con un espíritu incluso más mariano que en el desarrollo histórico de los hechos.

El monje benedictino que atendió al nazi
El acontecimiento lo conocemos por la descripción del joven monje benedictino Andreu Ripol (o Ripoll), que fue quien atendió a la comitiva nazi por saber alemán… y para evitar que el abad Marcet y otros monjes se trataran con ellos. Quedó descrito con detalle en el reportaje Los vimos pasar, de Juan Sariol y Jaime Arias, publicado en 1948, ya después de la derrota de Hitler. También se recogió en la novela de Montserrat Rico de 2012 La abadía profanada. De hecho, la novelista habló con el monje Ripoll en el año 2000, poco antes de morir el clérigo.

Era el mismo día que Hitler y Franco se encontraban en la estación de tren de Hendaya. Hitler quería el apoyo de Franco para la guerra mundial. Y Himmler, en Monserrat, buscaba, al parecer, el Santo Grial, relacionando Montserrat con el mítico Montsalvat de las leyendas del caballero Parsifal (según el poema del siglo XIII de Wolfran von Eschenbach o la ópera de Wagner de 1882).

Himmler saluda a su anfitrión, el monje Andreu Ripol en 1940

Himmler llegó al monasterio acompañado de dos docenas de oficiales (detalle que recoge la teleserie española) y del general Karl Wolff, experto en esoterismo y ciencias ocultas.

Himmler habló con el monje Ripol, preguntándole por el Grial o el Santo Cáliz, o la relación del monasterio con Perceval o Parsifal. Ripol le respondió que no había nada de eso en el monasterio.

Cuando Himmler se dedicó a comentar que Jesucristo no era judío, sino ario, y a tratar de justificarlo con fantasiosas genealogías. Himmler aseguraba al monje que según sus estudios arios los judíos eran descendientes de Esaú -el hermano "malo"- mientras que los descendientes del otro hermano, Jacob, eran arios. El joven monje, por supuesto, le llevó la contraria de forma tajante. 

Para acabar la visita, el monje le explicó que la gran reliquia del monasterio era la imagen de la Virgen de Montserrat, una talla románica del siglo XII, venerada durante 8 siglos. Le explicó que era tradición subir al camarín de la Virgen a besarla. Himmler se negó a hacerlo y comentó que ellos (los nazis) acabarían con "esas supersticiones".

En la teleserie, el elemento racista
En la teleserie española -rodada en el castillo de Uclés, en Cuenca, antigua sede de los caballeros de Santiago pero bastante distinto a Montserrat- no pueden mostrar el camarín de la Virgen, así que un monje muestra una estampa de la Virgen de Montserrat, la "Moreneta" (llamada así por el color negro de su piel) y le anima a besarla, pero el Himmler de la película se muestra racista y se niega a besar a "una negra". Los expertos consideran hoy que el color negro se debe a un oscurecimiento del barniz de la talla medieval, aunque los poemas en honor a la Virgen suelen remitirse al Cantar de los Cantares, cuya dama -símbolo del alma, o de la Iglesia, enamorada de Dios- proclama: "Soy negra, pero hermosa". 

La imagen de la Virgen de Montserrat que Himmler no quiso besar

Himmler no encontró nada útil en Montserrat, sintió y comunicó que no se le había tratado bien y de hecho Franco hizo llegar una queja al monasterio. Además, en el Hotel Ritz de Barcelona perdió -o le robaron- su maletín negro.

La espiritualidad nazi: materialismo y fuerza
Himmler encarnó la espiritualidad neopagana del régimen nazi, y fue el nazi que más poder concentró después de Hitler. Ha sido analizado con detalle en una monumental biografía moderna escrita por el historiador Peter Longerich, que analiza su correspondencia. Himmler consideraba al cristianismo como «la peste más grande que se ha generado en la historia». Su madre había sido católica y devota, pero él se había volcado en lecturas esotéricas y en el odio racial.

Himmler y sus nazis en Montserrat, según la teleserie de fantasía "El Ministerio del Tiempo"; se rodó en el castillo de Uclés en Cuenca

Despreciaba expresamente la noción misma de pecado, de amor y la debilidad del Cristo crucificado. En 1928 se convirtió en jefe de las SS, las fuerzas de choque nazi. Llegó a tener bajo su mando los campos de concentración y de exterminio del régimen. Fue, por lo tanto, el responsable más directo del Holocausto.

En 1937 explicaba a las juventudes hitlerianas la diferencia entre el crucifijo, «esa imagen sosa del fracaso» y «nuestros dioses, guerreros armados, que representan las verdaderas características de nuestra raza, la confianza y voluntad de obtener y ganar».

El crucifijo expresaba «humildad y autonegación, cualidades decadentes que nosotros, conscientes de nuestra vocación heroica, debemos repudiar. La corrupción en nuestra sangre causada por la intrusión de esta filosofía extranjera debe acabar».

En junio de 1942, dos años después de despreciar a la Moreneta y su Niño, durante el funeral de su lugarteniente, Reinhard Heydrich, víctima de un atentado, criticó «este cristianismo, la mayor de las plagas que podría habernos afligido, que nos ha debilitado en cada conflicto».

Así recogía El Noticiero Universal la visita de Himmler a Barcelona en 1940

Expresó su creencia en un «dios», llamado por el nombre germánico Wralda, que es «una creencia en el destino». «La esencia de estos megalomaníacos, los cristianos, que hablan de hombres que gobiernan el mundo, debe acabar», insistía, porque «el hombre no es nada especial, sólo es una parte insignificante de esta tierra». La nueva moral que proponía sólo tenía una base materialista, «la escala del macrocosmos y el microcosmos, el cielo estrellado sobre nosotros y el mundo que vemos en el microscopio».

En 2006 la historiadora canadiense Heather Pringle, en su libro «El Plan Maestro», analizó el papel de los «eruditos» de Himmler, su oficina de la Ahnenerbe. Buscaron las raíces arias en Islandia, Bolivia, Canarias, y en la famosa expedición al Tíbet de Ernst Schäfer en 1938.

Como expertos en «ciencia racial», Himmler los puso a coleccionar craneos judíos y a ejecutar experimentos con presos para investigar sistemas de esterilización, la resistencia al frío extremo y la efectividad de gases venenosos. El 23 de mayo de 1945, siendo prisionero de los británicos -había intentado escaparse disfrazado, sin éxito- Himmler se suicidó con una cápsula de cianuro. 

Descristianizar la sociedad
El monje Ripoll, que había estudiado en Alemania -un detalle que recoge el monje de la teleserie española- quizá conocía los esfuerzos nazis por descristianizar al pueblo alemán, con campañas que invitaban a apostatar. En 1933, último año de elecciones en Alemania, hubo 34.000 apóstatas católicos y 57.000 protestantes. En 1937, después de cerrar las escuelas cristianas y afiliar a todos los menores a organizaciones nazis, apostataron 104.000 católicos y 338.000 protestantes. En total, de 1932 a 1944, dejaron la fe oficialmente 648.000 católicos y 2.050.000 protestantes, seducidos o presionados por el nazismo.

Quizá la figura paterna del Papa y la materna de la Virgen María explican la mayor resistencia de los católicos alemanes ante las seducciones nazionalsocialistas, en contraste con los conciudadanos de tradición protestante, más vulnerables a su poderosa y omnipresente propaganda.

Con todo, la Historia siguió su curso. El "reich" nazi que debía durar mil años duró apenas doce, y la Moreneta, 75 años después, recibe más visitantes y peregrinos de más países que nunca. 

Quiero recibir Cari Filii News gratuitamente

Quiero suscribirme

Dejar comentario

Please enter your comment!
Please enter your name here