La última meditación del Adviento de 2015 del padre Raniero Cantalamessa al Papa y a la Curia romana, en tanto que predicador de la Casa Pontificia, meditó sobre la figura de María, su relación con la imagen de la Iglesia y su posible implciación ecuménica, basándose en el capítulo VIII de la Lumen Gentium del Concilio Vaticano II.
Empezó su predicación recordando que junto al título de Madre de Dios y de los creyentes, la otra categoría fundamental que el Concilio usa para ilustrar el rol de María, es la de modelo, o de figura de la Iglesia.
El Concilio, ha recordado, realizaba una profunda renovación de la mariología, respecto a la de los últimos siglo.
“El discurso de María ya no es en sí mismo, como si ella ocupara una posición intermedia entre Cristo y la Iglesia, sino reconducido, como había sido en la época de los Padres, en el ámbito de esta última”.
Por otro lado, el padre Cantalamessa ha puesto de relieve la importancia ecuménica de esta mariología del Concilio, es decir, cómo podría contribuir – y está contribuyendo- a acercar a católicos y protestantes sobre este delicado terreno y controvertido que es la devoción a la Virgen.
A propósito ha observado que “es un hecho alentador descubrir que los mismos iniciadores de la Reforma han reconocido a María el título y la prerrogativa de Madre, también en el sentido de Madre nuestra y madre de la salvación”.
Pero, también se ha preguntado: ¿Cómo es posible que hayamos llegado a la situación actual de tanto desagrado por parte de los hermanos protestantes hacia María, al punto que en algunos ambientes se considera casi un deber disminuir a María, atacar en este punto a los católicos, pasar de largo todo lo que la escritura dice sobre ella?
Así, ha explicado qué camino le parece la salida de esta triste situación sobre María. “Tal camino pasa por un sincero reconocimiento por parte de nosotros los católicos por el hecho de que muchas veces, en los últimos siglos, hemos contribuido a volver a María inaceptable a los hermanos protestantes, honrándola a veces de manera exagerada y desconsiderada, y sobre todo no colocando tal devoción dentro de un cuadro bíblico bien claro que dejara ver su rol subordinado respecto a la Palabra de Dios, al Espíritu Santo y al mismo Jesús”, ha explicado el padre Cantalamessa.
Por parte de los protestantes, ha añadido, “creo que haya que tomar acto de la influencia negativa que tuvo en sus actitudes hacia María, no solamente la polémica anticatólica, sino también el racionalismo”.
Por eso, el predicador ha indicado que “María no es una idea, sino una persona concreta, una mujer y como tal no es fácilmente teorizable o reducible a un principio abstracto”.
Ella -ha asegurado- es el símbolo mismo de la simplicidad de Dios.
A propósito ha hablado de la esperanza de que, en un tiempo no lejano, “católicos y protestantes podamos no estar más divididos, sino unidos por María, en una común veneración, diversa quizás en las formas, pero concorde en reconocer en ella a la Madre de Dios y a la Madre de los creyentes”.
Finalmente, el padre Cantalemessa ha reflexionado sobre cómo el Año de la Misericordia nos ayuda a descubrir algo nuevo de la Madre de Dios.
Así, ha asegurado que “María es madre y puerta de misericordia en un doble sentido”. Ha sido la puerta a través de la cual –ha observado– la misericordia de Dios, con Jesús, ha entrado en el mundo, y es ahora la puerta hacia la cual nosotros entramos en la misericordia de Dios y nos presentamos al ´trono de misericordia´ que es la Trinidad.
En esta línea ha recordado que María no es solamente el canal y mediadora de la misericordia de Dios; es también el objeto y la primera destinataria. “No es solamente aquella que obtiene misericordia, sino también aquella que ha obtenido, primero y más que todos, misericordia”, ha afirmado el padre Cantalamessa.
Misericordia es sinónimo de gracia, por lo tanto, el título ‘llena de gracia’ es sinónimo de ‘llena de misericordia’, ha explicado.
Para concluir, el predicador de la Casa Pontificia ha asegurado que María, que en el Magníficat glorifica y agradece a Dios por su misericordia hacia ella, nos invita a hacer lo mismo en este Año de la Misericordia. “Nos invita a hacer resonar cada día su cántico en la Iglesia, como el coro que repite un canto detrás de la solista”, ha finalizado.