Cuentan que el 29 de marzo de 1640 tuvo lugar un acontecimiento que cambiaría la historia de Calanda, como fue la inexplicable restitución de la pierna de Miguel Juan Pellicer después de habérsela amputado un médico 29 meses antes como consecuencia de un accidente laboral.
Según aseguran, se trata del milagro, atribuido a la Virgen del Pilar, "más verificado" de la cristiandad. Ayer, 375 años y una semana después, fue celebrada la efeméride con grandes festejos religiosos a los que acudió el arzobispo de Zaragoza, Vicente Jiménez Zamora.
El templo del Pilar, construido en 1644 junto a la casa natal de Pellicer como señal de agradecimiento y que explica a través de sus frescos toda la historia del milagro, quedó abarrotado a mediodía para celebrar la efeméride del suceso que en aquel tiempo dejó impresionada a la localidad. Jiménez Zamora, acompañado de una decena de sacerdotes, presidió los oficios del Lunes de Pascua, que en esta ocasión tenían el colofón de la conmemoración del famoso Milagro de Calanda. [Web de la parroquia: www.parroquiacalanda.es]
"La fecha del milagro es el 29 de marzo, pero al coincidir este año con el Domingo de Ramos la pasamos al Lunes de Pascua", explicó el alcalde de Calanda, José Ramón Ibáñez.
"Todos los años celebramos este día, pero cada 25 años se hace una conmemoración un tanto especial", prosiguió.
Fue el broche de oro a la Semana Santa calandina que, un año más, atrajo a miles de visitantes a presenciar su momento álgido, la Rompida de la Hora, este año algo alborotada como consecuencia de que algunos decidieron darle comienzo antes de las 12 en punto del mediodía del Viernes Santo.
La ceremonia contó con la homilía del arzobispo, quien dio la enhorabuena a todos los creyentes por la resurrección de Cristo y se sumó a las celebraciones por el Milagro de Calanda que el propio Pellicer, gran devoto, atribuyó a la Virgen del Pilar. No quiso perderse el acto de celebración la presidenta de la Diputación de Teruel, Carmen Pobo, así como el diputado nacional calandino, José Alberto Herrero.
En un momento de la misa, varias asociaciones calandinas se acercaron al arzobispo para saludarle y realizar ofrendas. Pasaron por el altar la agrupación musical Gaspar Sanz, las amas de casa, la cofradía de San Blas, niños del colegio, el CD Calanda, la asociación de comerciantes, los Caballeros y Damas de la Corte de Honor de la Virgen del Pilar y los mayorales del templo calandino.
La historia
La historia del milagro se remonta a 1637, cuando Pellicer, a sus 19 años, trabajaba en Castellón de la Plana al servicio de un tío suyo. Un día cayó de un carro en el que transportaba trigo y una rueda le aplastó la pierna derecha. Tras pasar cinco días en el hospital de Valencia y conocer que le tenían que amputar la extremidad, pidió que le llevaran a Zaragoza.
Llegó semanas más tarde, a primeros de octubre de ese año. El cirujano Juan Estanga le sesgó la pierna por debajo de la rodilla, siendo enterrada por el practicante Juan Lorenzo García. Tras su convalecencia durante dos años en el hospital, pasó a ser mendigo -el destino que le esperaba en la época al que no podía valerse por sí mismo- bajo el consentimiento del Cabildo de Zaragoza, que le entregó un medallón acreditativo.
"El día que sacaba dinero dormía en un hostal del Coso y, si no, en un banco del hospital, donde era muy conocido", explicó la historiadora calandina Conchita Navarro Serred, quien aseguró que se trata del milagro "más verificado" de la historia. Tras pasar calamidades, el hombre decidió volver a su pueblo, "pero su cama estaba ocupada por unos soldados". Sus padres, al ver a su hijo cojo, lo acogieron en su alcoba. Era el 29 de marzo de 1940.
"Él se acostó antes. Cuando la madre fue con el candil a ver si estaba bien notó una fragancia agradable; fue a mirar la manta que le tapaba y vio que no le salía un pie, sino dos. Él estaba en un sueño muy profundo. Cuando despertó, preguntó por qué le habían despertado, justo entonces que estaba soñando que la Virgen del Pilar le traía la pierna", prosiguió Navarro. El miembro, según dicen los escritos de la época, presentaba el mismo aspecto que tenía antes de ser arrancado dos años y cinco meses antes, con cicatrices y señales de granos.
Sentencia afirmativa
Tras su repentina curación, Pellicer volvió a Zaragoza a dar gracias a la Virgen. A instancias del Ayuntamiento de la ciudad se incoó en el Arzobispado, el 5 de junio de 1640, un proceso que acabó el 27 de abril de 1641 en sentencia afirmativa de curación milagrosa cuyo texto se conserva íntegro junto a las declaraciones de 25 testigos.
"El milagro de Calanda es el único con acta notarial", aseguró la historiadora Conchita Navarro Serred.
"El domingo, Gonzalo Gonzalvo, que es el párroco que hizo el museo en la casa de Miguel Pellicer, explicó que, se sea o no creyente, nadie puede negar que esto fue un hecho histórico".
De hecho, explicó la experta, en Mazaleón había un párroco, "que era doctor y al que no le gustaban mucho las cosas de milagros que, de tanto oírlo, se llevó al notario del pueblo a Calanda a los tres días del suceso. Estuvo hablando con la gente y, en vez de levantar acta en contra, la levantó a favor. Es el único milagro con acta notarial", cuyo original todavía se conserva.
"Este hecho histórico marcó un antes y un después en las tradiciones calandinas, ya que hasta entonces nuestro patrón era San Miguel", explicó el alcalde, José Ramón Ibáñez.
Longinos y Felipe IV
En la revista anual de la Semana Santa calandina, Navarro explica que el origen del putuntún Longinos está precisamente en el Milagro de Calanda. El rey Felipe IV, tras tener noticias del acontecimiento, hizo llamar a la Corte a Pellicer para comprobar que la pierna derecha estaba restituida. Tras cerciorarse y besar la extremidad, el monarca le regaló una armadura.
El mozo, de familia humilde, no supo qué hacer con ese objeto y se lo dio al párroco mosén Jusepe Herrero de Tejada, que lo incorporó a la guardia romana ya existente, creada para escoltar el paso del Sepulcro.
Posteriormente fue vendida y hubo rebelión popular. Por tanto, "gracias al Milagro saldría el personaje más famoso de nuestra Semana Santa, el putuntún Longinos", concluye Navarro fiándose de los escritos de su paisano mosén Vicente Allanegui.
Gloria a la Santa Madre. Amen.