El 8 de enero de 1815 se produjo según los habitantes de Lousiana una clara intervención de la Virgen en su advocación del Pronto Socorro durante la batalla de Nueva Orleans en el marco de la guerra anglo-estadounidense.
De hecho, el desarrollo de dicha batalla fue tan ‘sobrenatural’ que hasta el general americano Andrew Jackson, el que fuera el séptimo presidente de Estados Unidos, vio una actuación sobrenatural.
Los británicos querían conquistar Nueva Orleans y para ello contaban con 15.000 soldados bien formados, oficiales con gran experiencia y una flota de más 50 barcos. En el bando contrario, los americanos apenas eran 6.000 hombres entre milicianos, esclavos afroamericanos y civiles por lo que el desenlace parecía bastante. De hecho, estaban tan seguros los ingleses de que vencerían que incluso llevaban consigo los funcionarios que se deberían encargar de gestionar la ciudad.
El miedo era grande entre los americanos pues sabían que sólo un milagro podría hacerles vencer esa batalla. Por ello, las monjas ursulinas instaron junto al obispo William Dubourg a acudir a la capilla de estas religiosas a rezar frente a la imagen de la Virgen del Pronto Socorro para pedirla que les ayudara.
Las ursulinas y el pueblo, unidos en sus oraciones a la Virgen
Durante toda la noche del 7 al 8 de enero las monjas y una multitud de ciudadanos, sobre todo mujeres, rezaron ante la Virgen. La priora del convento hizo un voto público de que celebrarían una misa de acción de gracias cada año si los americanos lograban vencer.
Y mientras todos los reunidos en el convento rezaban ante la Virgen y celebraban misa, un mensajero entró en el templo mientras el obispo procedía a la consagración anunciando que el milagro se había producido y que la Virgen haciendo honor a su advocación había prestado un pronto socorro a los habitantes de Nueva Orleans.
El sobrenatural desenlace de la batalla
El desarrollo de la batalla mostraba a los americanos la presencia de la Virgen en sus filas. No duró más de 25 minutos y pese a su aplastante superioridad los británicos fueron masacrados. 2.500 de ellos murieron, resultaron heridos o fueron hechos prisioneros. En el lado americano apenas hubo siete muertos y seis heridos.
Según los cronistas de la batalla, cuando los británicos se dispusieron al ataque la confusión reinó en sus filas y de ahí se pasó al desorden lo que puso a los americanos la victoria en bandeja.
El general Jackson reconoció el papel de la Virgen
Sin embargo, ni al general Jackson se le escapó que dicha victoria no podía explicarse de manera natural y tras la batalla acudió al convento de las ursulinas para agradecer a las hermanas las oraciones. Luego escribió al obispo para que se realizara un acto de acción de gracias en la catedral por la “señal del cielo” que les llevó a la victoria.
Mientras tanto, las ursulinas cumplieron el voto y cada ocho de enero se celebra una Eucaristía de acción de gracias por esta victoria, tradición que ha seguido hasta nuestros días.
Si la devoción a la Virgen del Pronto Socorro ya era grande antes de la batalla creció enormemente a partir de ese momento. En 1851 Roma aprobó oficialmente esta devoción y en 1895 aprobó la coronación de esta virgen convirtiéndose en la primera imagen de María coronada en Estados Unidos. Y ya en 1928 Nuestra Señora del Pronto Socorro pasó a ser patrona de Nueva Orleans y del estado de Lousiana.
¿Cómo llegó la Virgen del Pronto Socorro a Nueva Orleans?
La imagen de esta Virgen está unida a la de las ursulinas. Todo comenzó cuando en 1727 un pequeño grupo de monjas francesas de esta orden fue enviado a Nueva Orleans para encargarse del Hospital Real y de una escuela. Pero en 1763, Francia perdió sus territorios en favor de Inglaterra excepto la tierra al oeste del Río Missisipi, donde se ubicaba esta ciudad, pero que cedió a su entonces, aliada España. Por ello, las nuevas hermanas que llegaban al convento eran españolas y no francesas.
Tras el estallido de la Revolución Francesa y la toma del poder de Napoleón en 1800 el nuevo mandatario francés firmó un acuerdo secreto con España para quedarse con Louisiana aunque luego vendió este territorio a Estados Unidos.
Fue así como las ursulinas españolas, la mayoría dejaron la ciudad y marcharon a Cuba. Sólo un pequeño número de francesas quedaba en el convento, por lo que temían que fuera cerrado. De este modo, la madre André escribió a Francia a su prima, la Madre San Miguel, para contarle que de no llegar más hermanas la orden perdería su presencia allí.
La Madre San Miguel quería ir a Estados Unidos pero su obispo, no queriéndola perder, le dijo que solo el Papa podía darle permiso para irse a América. El sabía que dicho permiso era prácticamente imposible. Napoleón tenía cautivo en Roma al Papa Pío VII. Sus carceleros tenían órdenes estrictas de impedir toda comunicación con el Santo Padre.
La Madre San Miguel sabía esto, pero decidió escribir al Papa de todas formas, prometiéndole a la Virgen que, si ella recibía una respuesta favorable para poder ayudar a las hermanas en Nueva Orleans y eliminaba todos los obstáculos, le haría una imagen y propagaría la devoción a Nuestra Señora del Pronto Socorro.
En muy poco tiempo, la oración de la Madre San Miguel fue contestada de la forma más extraordinaria. Recibió respuesta del Papa por medio de su secretario dando su visto bueno a su propuesta. Todos los obstáculos desaparecieron de modo que ella y sus compañeras pudieron unirse a sus hermanas en Nueva Orleans. Fiel a su promesa, el 31 de diciembre, de 1810, la Madre San Miguel colocó en la capilla del convento de Nueva Orleans, una estatua nueva que el obispo de Montpellier pidió bendecir el mismo. Desde entonces, se le ha dado veneración pública a la virgen María bajo el titulo de Nuestra Señora del Pronto Socorro.
Antes de ayudar en la batalla salvó a la ciudad del fuego
En 1812 un incendio terrible se desató en Nueva Orleans y el viento llevaba directamente el fuego hacia el convento. A las hermanas se les dijo que permanecer allí por más tiempo era peligroso ya que las llamas estaban fuera de control. La hermana San Antonio rápidamente sacó una estatua de Nuestra Señora del Pronto Socorro y la colocó en una ventana de cara al incendio. En ese mismo momento, la Madre San Miguel calló de rodillas, exclamando, «¡Nuestra Señora del Pronto Socorro, estamos perdidas si tú no nos ayudas!». De repente, el viento cambió y las llamas se apagaron. El convento estaba fuera de peligro y el resto de Nueva Orleans se había salvado también de la destrucción.