10 enseñanzas marianas del beato Pablo VI: «Sea Ella estrella de la evangelización siempre renovada»

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Pablo VI es, desde el domingo 19 de octubre, el beato Pablo VI. En el Ángelus tras la ceremonia de proclamación, el Papa Francisco destacó la devoción mariana del nuevo beato.

«Antes de invocar todos juntos a la Virgen con la oración del Ángelus, me agrada subrayar la profunda devoción mariana del Beato Pablo VI. A este Pontífice el pueblo cristiano le estará siempre agradecido por la Exhortación apostólica Marialis cultus y por haber proclamado a María “Madre de la Iglesia”, con ocasión de la clausura de la tercera sesión del Concilio Vaticano II. Que María, Reina de los Santos, nos ayude a realizar fielmente en nuestra vida la voluntad del Señor, tal como lo hizo el nuevo beato», proclamó el Papa Francisco.

El dominico José A. Martínez Puche, en su reciente recopilación comentada «Beato Pablo VI: escritos esenciales», considera que los textos de Pablo VI sobre María «son una auténtica delicia de fe, de amor y de elegancia que empuja al alma hacia lo que es esencial a nuestra vida cristiana».

En su blog mariano en inglés «Mondays with Mary» el teólogo Tom Perna ha realizado una recopilación del pensamiento de Pablo VI en 10 frases o puntos que considera representativos, y que Cari Filii reproduce utilizando las traducciones y numeración oficiales de Vatican.va.

10 enseñanzas de Pablo VI sobre María

1. Nos es por tanto muy grata y consoladora esta práctica tan honrosa para la Virgen y tan rica de frutos espirituales para el pueblo cristiano [la devoción del mes de mayo; nota de Cari Filii]. Porque María es siempre camino que conduce a Cristo. Todo encuentro con Ella no puede menos de terminar en un encuentro con Cristo mismo. (Mense Maio, párrafo 2)

2. Vale, pues, también para la imitación de Cristo la norma general: Per Mariam ad lesum (A Jesús por María). No se turbe empero nuestra fe, como si la intervención de una criatura que nos es semejante en todo, menos en el pecado, ofenda nuestra personal dignidad e impida la inmediata intimidad de nuestras relaciones de adoración y amistad con el Hijo de Dios. (Signum Magnum, parte 2, párrafo 20)

3. Ejemplo para toda la Iglesia en el ejercicio del culto divino, María es también, evidentemente, maestra de vida espiritual para cada uno de los cristianos. Bien pronto los fieles comenzaron a fijarse en María para, como Ella, hacer de la propia vida un culto a Dios, y de su culto un compromiso de vida. (Marialis Cultus, 21)

4. Los misterios gozosos nos sitúan así, cada vez que recitamos el Rosario, ante el acontecimiento inefable, centro y culmen de la historia: la venida a la tierra del Emmanuel, Dios con nosotros. (Gaudete in domino, párrafo 22)

5.“Procuraremos alcanzar este insuperable bien orando; orando con constancia y diligencia, como ha hecho siempre la Iglesia desde los primeros tiempos; orando de modo particular con el recurso a la intercesión y a la protección de la Virgen María que es la Reina de la paz”. (Mense Maio, párrafo 9).

6. Junto con Cristo, ella recapitula todas las alegrías, vive la perfecta alegría prometida a la Iglesia: «Mater plena sanctae laetitiae» y, con toda razón, sus hijos de la tierra, volviendo los ojos hacia la madre de la esperanza y madre de la gracia, la invocan como causa de su alegría: «Causa nostrae laetitiae». (Gaudete in Domino, párrafo 34)

7. También el último trazo biográfico de María nos la describe en oración: los Apóstoles «perseveraban unánimes en la oración, juntamente con las mujeres y con María, Madre de Jesús, y con sus hermanos»(Act 1, 14): presencia orante de María en la Iglesia naciente y en la Iglesia de todo tiempo, porque Ella, asunta al cielo, no ha abandonado su misión de intercesión y salvación (Marialis Cultus, 18)

8. Luminosa sentencia de San Agustín: «María fue, por lo tanto, más feliz al recibir la fe en Cristo que al concebir la carne de Cristo. De suerte que la consanguinidad materna de nada le habría servido a María, si Ella no se hubiera sentido más afortunada por acoger a Cristo en el corazón que en el seno». Y también en Ella es donde los cristianos pueden admirar el ejemplo de cómo cumplir, con humildad a la vez que con magnanimidad, la misión que Dios confía a cada uno en este mundo, en orden a la propia salvación eterna y a la del prójimo. (Signum Magnum, párrafo 21)

9. Nada Nos parece más oportuno y excelente que el que se eleven las voces suplicantes de toda la familia cristiana a la Madre de Dios, que es invocada como «Reina de la paz», a fin de que en tantas y tan grandes adversidades y angustias nos comunique con abundancia los dones de su maternal bondad. (Christi Matri, párrafo 5)

10. En la mañana de Pentecostés, Ella presidió con su oración el comienzo de la evangelización bajo el influjo del Espíritu Santo. Sea Ella la estrella de la evangelización siempre renovada que la Iglesia, dócil al mandato del Señor, debe promover y realizar, sobre todo en estos tiempos difíciles y llenos de esperanza. (Evangelii Nuntiandi, 82).

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