Yihadistas de Estado Islámico mutilaron a la imagen de la Virgen de la parroquia católica de Karamlech (Irak), la tiraron, le cortaron la cabeza y las manos, la dejaron en el suelo… Pero hoy esta imagen vuelve a estar con su pueblo, en su parroquia, y más bendecida que nunca. El Papa la bendijo y los cristianos de todo el norte de Irak reunidos en Erbil la veneraron en la misa de Francisco en Kurdistán. Vuelve a ser Madre fértil y amorosa la que los yihadistas consideraban estéril e impotente.
Restaurada, aún mantiene las grietas en las manos y el cuello, como Cristo Resucitado aún podía enseñar sus llagas en las manos y el costado. Ella tiene su historia de dolor y desprecio, como tantos iraquíes, como tantos hijos en todo el mundo, pero eso no le impide amar. Más aún, ahora puede amar mejor, herida entre los heridos.
Una profanación en 2016
La imagen mariana estaba originariamente en la iglesia de San Adday en la ciudad de Karamlech, situada a unos 60 kilómetros al sureste de Mosul. En 2016 el templo fue profanado e incendiado por los terroristas del Estado Islámico (ISIS).
El padre Thabet Habeb, párroco de San Adday, que acudió con sus fieles a la misa en Erbil con el Papa, explicó a la agencia Aciprensa que la imagen volvió a Karamlech el jueves 18 de marzo.
“El viernes 19 la pusimos en la iglesia con una ceremonia sencilla en la que participaron los fieles de la parroquia que estaban haciendo el Vía Crucis”, relató.
Coraje para continuar
“Tenerla aquí es un signo de coraje y valentía para el pueblo. Que puedan ver todos que la imagen destruida y restaurada vuelve a la iglesia con una nueva apariencia es un bello signo”, afirmó. “Esto los alienta a tener el coraje de continuar”, aseguró el sacerdote.
“En Semana Santa estará en nuestras celebraciones junto a la cruz que enviamos a Mosul para la oración con el Papa”, añade. “Esa cruz volvió el 8 de marzo y se quedará en la iglesia. Con ella haremos el Vía Crucis en Viernes Santo”, agregó.
Los fieles de la iglesia St. Adday también hicieron una cruz de tres metros de alto que estuvo presente en la ciudad de Mosul, donde el Papa presidió una oración de sufragio por las víctimas de la guerra, en la llamada Plaza de las Iglesias.
El P. Habeb calcula que tras las guerras y persecuciones de las últimas décadas deben quedar unos 150.000 católicos de rito caldeo en Irak, aferrados a su antigua liturgia y a la poesía religiosa de San Efrén, el gran teólogo sirio del siglo IV.