La Virgen sigue cautivando a los poetas, como niña, dama de la Vida, auxilio en la muerte

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Una recreación clásica de Santa Ana enseñando a la Virgen Niña
Una recreación clásica de Santa Ana enseñando a la Virgen Niña

La Virgen María siempre ha sido inspiradora de los artistas y los poetas, también en el siglo XX y XXI. Un ejemplo reciente lo encontramos en la nueva antología de la editorial San Pablo, Nuestra Señora en la poesía española actual. Los seleccionadores de la antología son Carmelo Guillén Acosta y José Julio Cabanillas, que en 2018 ya publicaron otra antología, Dios en la poesía actual.

Prólogo del cardenal Sarah

En el prólogo, el cardenal Robert Sarah recuerda la profecía del Magníficat: «bienaventurada me llamarán todas las generaciones». Sarah recuerda su infancia: «mi padre me enseñó a querer mucho a la Virgen; en nuestra casa familiar se arrodillaba para rezar el ángelus todos los días, a mediodía y por la tarde. No olvidaré jamás esos momentos en que cerraba los ojos para gracias a la Virgen María. Yo le imitaba y rezaba a su lado mis oraciones a la madre de Jesús».

«Muchos de los que se acerquen a este libro llegarán a emocionarse con la riqueza inspirada de estos versos, que fortalecerán su amor filial hacia la Virgen Madre», asegura el cardenal africano.

Dama exótica, pero a la vez cercana

La selección empieza con unos poemas marianos de Rafael Alfaro (1930-2014), poeta, periodista y sacerdote salesiano.

Virgen Negra

Así te quiero, oscura piel de ébano
rostro de noche, manos de azabache,
ojos redondos vivos en su tinta,
la brisa de carbón de tus cabellos,
como una rosa negra tu presencia.
Y la sonrisa de tus dientes
sobre mi turbia angustia tenebrosa,
una
luna
de plata, a media voz tu melodiosa
canción de cuna, ante el negro silencio de la muerte.

Hacia el final del libro, hay cinco poemas de José Antonio Sáez, profesor de Lengua jubilado, nacido en 1957, autor de Gozos de Nuestra Señora del Saliente en 2010. Este es un ejemplo, no publicado aún en otros libros.

Así como la Madre dolorosa
acogió al Hijo exánime en su seno
y limpió con sus lágrimas la hermosa
frente rosada que emulara el heno;
allí, donde la muerte no reposa
y aves sombrías vuelan en lo ajeno:
también Tú, desposada, en desconsuelo
dejas a Aquel que guarda bien tu celo.

Casi 70 poemas

Cabanillas coloca cuatro de sus poemas (Nana para Jesús, Señora de las Viñas...) y Guillén Acosta, seis (Spes Nostra; Ella la sencillez...)

Hay 3 de Enrique García Máiquez, 6 de Julio Martínez Mesanza, otros 6 de Luis Alberto de Cuenca, 2 de Miguel d’Ors, 6 de Carlos Pujol, 3 de Pedro Antonio Urbina… así hasta casi 70 poemas.

Las poetisas son pocas en esta selección. ¿Es cantar a María tarea eminentemente masculina? Hay 6 poemas de María Victoria Atencia (nacida en 1931), 3 de Inmaculada Moreno y uno de Beatriz Villacañas. Parece que hay cierta sobrerrepresentación de poetas andaluces, quizá fruto de la vivísima y expresiva devoción mariana de esa tierra, que necesita ser cantada, rezada, declamada, proclamada.

Muchos poemas son devotos, otros son reflexivos. Ninguno es frívolo ni tonto, pero algunos parecen quedarse contemplando el Misterio desde lejos, como con miedo de ser salpicados por él.

Auxilio ante la muerte y la pérdida

Hay algo de esto en los poemas de Luis Alberto de Cuenca, filólogo erudito de la cultura antigua y medieval. Se advierte una evolución en sus poemas, de 2010 a 2018. En 2010, en el poema ‘La Bruja’, contrastaba un cuento de terror que leía, de H.P.Lovecraft, «con las luces del último crepúsculo», recordando que de niño «tenía una imagen de la Virgen especial contra las brujas, en la mesa de noche, que brillaba como un astro, en medio del abismo y sonreía».

Los otros poemas de De Cuenca insisten y profundizan, al contraponer la Virgen como Madre frente a la muerte y las oscuridad.

«Cuando hablo con la Venus de Willendorf
o con una estampita de la Virgen María
que siempre tengo a mano, estoy callando a gritos
el dolor que sentí cuando mi madre
dejó de respirar entre mis brazos…», reconoce en 2018.

Y en un poema pensado para ser leído después de su muerte añade:

«…y repitiendo el nombre de la Virgen
y de su Hijo glorioso, me dispongo a adentrarme,
sin temor ni consuelo,
en los dominios de la noche perpetua».

Así, María es esposa, madre, dama, arquetipo, joven muchacha, niña de Nazareth, símbolo para España, fuente de vida al nacer, fuente de esperanza al morir y muchas cosas más.

María, en nuestros días, sigue cautivando a los poetas, y hablándoles como siempre, ahora y en la hora de nuestra muerte. Los lectores de esta antología lo podrán saborear con muchas voces.

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