El pasado lunes México celebró por todo lo alto la festividad de la Virgen de Guadalupe, la gran fiesta mariana de América. En una crónica de El País se muestra la importancia de María para los mexicanos y para miles de peregrinos llegados de todo el mundo.
Filas interminables de fieles inundaban las calles aledañas a la Basílica de Guadalupe. Las arengas y las alabanzas religiosas se mezclaban con el olor a copal y al café que los voluntarios regalaban a los más humildes. La travesía había merecido la pena. Algunos cruzaron valles para ir a verla, otros sobrevolaron los océanos para darse cita. Los más devotos llegaron de rodillas al Altar de las Américas, la recta final del recorrido, agotados y con lágrimas en los ojos. Es la fiesta en honor a la Virgen de Guadalupe, la peregrinación más grande de América. Las autoridades de la Ciudad de México contabilizaron este 12 de diciembre siete millones de personas que acudieron a festejar a la patrona católica del continente.
«Es nuestra santa Madre»
Antonio Vázquez llevaba una pequeña capilla a cuestas. Había caminado decenas de kilómetros desde Valle de Chalco, al este de la zona metropolitana de la capital, para venir a honrar a la virgen morena. El sacrificio de cargar una caja de madera que pesa más de 20 kilos no importaba con tal de estar presente en la celebración. «Es nuestra santa Madre», contaba antes de pasar por el último filtro de seguridad. Alrededor de 4.000 policías y 5.500 voluntarios velaron por el orden y dieron los primeros auxilios a los que llegaban deshidratados, fracturados o al borde del desmayo.
La figura de la Guadalupana se ha convertido en un sello de identidad y un símbolo de los católicos latinoamericanos. Se cree que la patrona se reveló por cuarta y última vez al indígena Juan Diego hace 485 años, el 12 de diciembre de 1531.
Fernando Vincens vino desde Cholula, en el Estado de Puebla, enfundado en el traje que portaban los danzantes prehispánicos. Él y una delegación de 40 bailarines honraron a Coatlicue. Las conchas marinas retruenan con cada paso y las plumas de aves multicolores adornan sus penachos.
Más de 20 millones de peregrinos al año
La explanada está coronada por la nueva Basílica que conmemora este día su cuadragésimo aniversario y por la iglesia original, que data de 1695. La Villa guadalupana es visitada por 20 millones de personas cada año y rivaliza en asistentes con la Basílica de San Pedro, en el Vaticano.
Hay una homilía cada hora, pero la más importante es la del mediodía, la «misa de las rosas», en la que se entonan Las Mañanitas, la canción mexicana que suena tradicionalmente para festejar los cumpleaños. El cardenal de México, Norberto Rivera, pidió durante la ceremonia por los inmigrantes en Estados Unidos y exhortó al presidente electo, Donald Trump, a que deje de ver a los latinos como sus enemigos.
Las autoridades turísticas calculan que cerca de 70.000 extranjeros visitaron el país específicamente para atestiguar las celebraciones: De Tahití a Polonia, desde Los Ángeles y Chicago a Buenos Aires y Río de Janeiro. «Es impresionante, te das cuenta de todo lo que significa la Virgen para los mexicanos», señala el madrileño Ramón Gandarias.
Mucha gente fue a agradecer su intercesión
Unos metros más adelante está Janet Santiago, una mujer mestiza de Tlacolula, en el Estado sureño de Oaxaca. Su peregrinación roba varias miradas porque viene acompañada de una banda de instrumentos de viento y unos globos gigantes con inscripciones de salmos y 12 varillas en alegoría a los apóstoles. “Me concedió varios milagros, los doctores me dijeron que iba a morir en la última operación a la que me sometí y de eso ya han pasado dos años, es gracias a ella”, relata Santiago, quien ha tenido 24 operaciones a pesar de superar apenas los 30 años.
Poco a poco cae el atardecer. La Villa se empieza a vaciar a las tres de la tarde, aunque los festejos se extienden hasta las nueve de la noche. Con el regreso empieza una nueva travesía. El frío, el cansancio y el hambre habían merecido la pena. El 12 de diciembre se festejó a la Virgen de Guadalupe.