Siobhan Mhic Craith tuvo la vida que muchos desearían. Al menos en apariencia. Como hija de un famoso músico irlandés, vivía rodeada de fiestas, dinero y famosos, pero la felicidad era solo puertas a fuera. Su familia, entregada a la diversión, se oponía a la fe y vivía al margen de toda estabilidad en el hogar. Un viaje casual a Medjugorje y un encuentro de la joven con el demonio le hizo despertar.
“Lo que más destaca de mi familia”, cuenta Siobhan en el programa de testimonios Cambio de Agujas, de HM Televisión, “es sin duda mi padre, un famoso cantante de folk irlandés”.
Y no era para menos: Liam Clancy fue el miembro más joven y líder del grupo de folk The Clancy Brothers, la primera agrupación estrella del pop en Irlanda.
Grabaron 55 álbumes, sus ventas se contaban por millones, las entradas a sus conciertos se agotaban a los pocos días y tocaron en los principales escenarios culturales de Europa.
Un hogar con dinero y famosos, pero sin fe ni felicidad
“Mis padres al principio eran dos católicos devotos que vivían en Nueva York, pero allí, en el mundo de la música y la fama, el catolicismo no estaba de moda. Su fe se enfrió, y cuando crecí en mi familia no había rastro de fe, oración, ni siquiera imágenes religiosas”, relata Siobhan.
La indiferencia de su padre se convirtió pronto en un feroz rechazo. “Rechazaba a la Iglesia y la religión. Intentaba disuadirnos de la fe y quitarnos de la cabeza lo que aprendíamos en nuestros colegios católicos, hablándonos de lo equivocado que estaba todo lo que nos enseñaban”.
En el vídeo, los Clancy Brothers interpretan su popular tema Mountain Dew en 1988
Y con su madre, añade, casi no había diferencia. “La meta que buscaban siempre era la fiesta y la diversión, estábamos rodeados de grandes cantantes, músicos y dinero”.
Para Siobhan era “la típica vida que todo el mundo envidiaría” de puertas a fuera, “pero nuestro hogar era frio y sin estabilidad”. Todo empeoró al comenzar la universidad.
“Solo tenía una vida de fiesta, diversión, alcohol y conciertos”, recuerda.
Rechazaba la fe y temía ser tocada por Dios
“Mi tía invitó a mi madre a ir a Medjugorje. Tuvo una profunda conversión. Cuando volvió era otra persona, nuestro hogar comenzó a ser agradable y cálido y empezó a hablar de los mensajes de la Virgen”.
Años después la hermana de su madre decidió invitar a Siobhan al mismo destino. “Tenía 20 años, pensé que sería interesante ver otras partes del mundo y que quizá me pondría morena con el sol”, comenta.
En ese momento la joven vivía como todos sus amigos, “no muy bien” dice. “Rechazaba la fe, tenía mucho miedo de ir y de ser tocada por Dios”. Pero finalmente aceptó la invitación junto con toda su familia.
Una vez en Medjugorje, explica, “me sentía incómoda, fue difícil acostumbrarse a la oración, pero pasaban los días e iba asimilando las cosas”.
Sin embargo, la joven tenía una profunda lucha interna que crecía conforme terminaba la semana.
Signos del Maligno
“La última noche, una amiga y yo subimos la gran montaña de las apariciones. Había truenos, relámpagos y mucho calor y nos pusimos muy nerviosas. Cuando bajamos, nos separamos del grupo y nos fuimos a un bar a tomar unas copas”.
Entonces un grupo de hombres las rodearon y comenzaron a hablarles. “Nos sentíamos acosadas. El hombre que nos hablaba nos preguntó de dónde éramos, y cuando le dijimos que éramos irlandesas nos contó que formaban parte de un grupo similar al IRA”, un grupo terrorista.
Entonces el hombre le miró fijamente y le dijo: “No me gustas”. Cuando ella le miró, vio asustada como “su rostro se transformó en la cara del diablo”.
En ese momento llegó al bar un familiar. “Nos estaban buscando, era mi primo. No sé explicarlo, pero reaccioné con mucha ira y me enfadé con todos los que estaban buscándonos”.
Aquella noche, -añade- “volví a la habitación y sentía que veía cosas malas por todas partes, por el pasillo y me decía que solo eran imaginaciones, pero al sentarme era como si la cama no estuviese y debajo de mí estuviese el infierno. Algo me agarraba tirando de mí, mostrándome cosas pecaminosas mientras me decía: ‘Si te vas con ellos –Jesús y María– no podrás hacer todo esto’”.
«De repente lo supe: ‘Eso’ es Jesús»
De inmediato, recordó los mensajes de la Virgen de Medjugorje que le contaba su madre y un rosario que le regaló. “Ni si quiera me sabía los misterios, pero empecé a rezar y me dormí”, agrega
Siguiendo con su historia explica: “Me desperté con el sol atravesando mi ventana y le dije a mi madre: ‘Tengo que confesarme’. Salió de mí. Sabía que tenía que hacerlo, y que iba a ser un nuevo comienzo”.
Después de confesarse, durante la misa, observó como el sacerdote elevaba la hostia en la consagración. “De repente lo supe: `Eso es Jesús´”. Me vino el don de la fe, solo sabía que Jesús estaba presente, era una certeza, y así comenzó mi fe”.
Cuando volvió a casa, como su madre, Siobhan era una persona nueva. “Busqué un grupo de oración y poco después acabé dirigiendo uno, pero necesitaba algo más, y me fui a formar parte de una comunidad de jóvenes de Escocia durante un año”.
Muchos de sus conocidos le decían que aquello solo sería una fase. Sin embargo, cuenta, “tuve muchas consolaciones aquellos primeros años, volví varias veces a Medjugorje y empecé a rezar el rosario leyendo los mensajes de Nuestra Señora”.
Lejos de ser algo esporádico, Siobhan se casó, tuvo tres hijas y comenzó a trabajar feliz como cocinera en una comunidad de jóvenes. “Estaba completamente enamorada de Dios”, concluye, y hasta hoy “no he vuelto a tener miedo”.
Testimonio completo de Siobhan en español en Cambio de Agujas, de HM Televisión