La Renovación Carismática Católica es la realidad eclesial católica más numerosa de nuestros días, con unos 150.000 grupos de oración en todo el mundo y unos 60 millones de personas implicadas en sus actividades.
Nació a partir de la experiencia espiritual de un grupo de estudiantes en un retiro en Estados Unidos en 1967. Los estudiantes habían leído y orado los hechos de los Apóstoles, y habían leído también el libro "La Cruz y el Puñal", el testimonio personal del pastor pentecostal David Wilkerson respecto a los dones del Espíritu Santo, escrito en 1963.
En ese retiro, la mitad de los jóvenes tuvieron una experiencia carismática: unos se sentían arrebatados en la alabanza, otros oraban en lenguas, otros caían al suelo en adoración, se sentían guiados por Dios, abrazados (a veces "abrasados") en su confianza…
Notaban ganas incesantes de orar, de leer la Biblia, de estar en la presencia divina. Lo contagiaron a sus compañeros de campus, vieron sucederse signos y milagros, y en apenas siete años, la Renovación Carismática Católica contaba con millones de seguidores en Estados Unidos y se extendía como un fuego por América Latina, la India, Filipinas, Europa y África.
La fallida profecía de Wilkerson
A principios de los 70, el protestante David Wilkerson asistió asombrado a algunos de los multitudinarios encuentros católicos carismáticos de EEUU. Como muchos pentecostales (¡y católicos!) estaba desconcertado. Por un lado, veía cristianos sinceros, bíblicos, que alababan a Dios y se ponían en manos del Espíritu Santo, pidiendo ser incendiados en pasión por Él. Por otro lado… ¡eran papistas y no prescindían de la Misa ni los santos!
En 1974, en su libro "La Visión", publicó una profecía (que él creía inspirada por el Espíritu): los católicos carismáticos serían perseguidos por la Iglesia al alejarse del Papa y del culto a la Virgen. Muchos renunciarían entonces a los dones carismáticos o abandonarían el catolicismo.
Wilkerson falló su profecía completamente: los carismáticos católicos hoy son marianos y muy papistas, y con el Papa Francisco, aún más.
Parece cosa probada que los primeros carismáticos católicos en EEUU eran poco marianos. Muchos eran conversos desde la increencia, o venían de una tibieza que ignoraba la tradición católica. Además, en los primeros grupos era frecuente que protestantes y católicos rezasen juntos, y que los católicos dejasen su devoción mariana para otras ocasiones, cuando los invitados protestantes se iban.
Pero con los años lo que pasó fue lo contrario de lo que Wilkerson profetizó: la Renovación Carismática creció, incorporó la devoción mariana, el Rosario, las peregrinaciones, los iconos, la intercesión por María y proclamó a María "la primera carismática, esposa del Espíritu Santo".
María en la devoción carismática
Chus Villarroel, predicador dominico español y una de las figuras más internacionales de la Renovación Carismática, ha abordado el tema de la devoción mariana en ambientes carismáticos en su último libro, Teología de la Renovación Carismática, fruto de 38 años de experiencia con los carismáticos.
"He notado que en relación con la Virgen hay un déficit en la Renovación porque la gran revelación que te proporciona el bautismo en el Espíritu se refiere a Jesucristo y su señorío sobre todas las cosas. Esta gran revelación oscurece todo lo demás que queda en segundo plano, como le sucedió a María. En esto nos está pasando como en la Iglesia primitiva. Más de 400 años tardó la Iglesia en aceptar el culto a la Virgen y la construción de una capilla en su honor. Sólo en el concilio de Éfeso, en el 431, se permitió este culto y se reconoció a María como Madre de Dios", escribe Chus Villarroel.
El padre dominico Chus Villarroel
Una experiencia en Medjugorje
El predicador dominico explica que él no tuvo una experiencia mariana "a nivel de Renovación, es decir, a nivel de don" hasta que, ya mayor, visitó Medjugorje.
"En el contencioso de las apariciones, si son reales o no son reales, no me meto. El tema está en manos de la decisión de Roma. Lo que sí es real es lo que me pasó a mí. Ahí comenzó para mí la gran experiencia de María. Recibí otro bautismo en el Espíritu, muy parecido al de la Renovación, sólo que con detalles y características muy femeninas y maternales. Mi predicación del kerygma desde entonces suavizó el tono y lo llenó de una misericordia que sólo las madres pueden dar".
Pero Chus Villarroel quiere que la Renovación Carismática, que tiene una dinámica de oración propia y especial, no se desvíe y que sus grupos no pasen a especializarse, ni en devociones marianas ni en ninguna otra cosa.
No cambiar alabanza por rosario
"No queremos que la Renovación Carismática se transforme en piedad eucarística o en piedad mariana o en una agencia de misericordia. La Renovación ha nacido para elevar todo el misterio cristiano al nivel de don, no para especializarse en alguna tarea o piedad particular. Un grupo que se especializase en el culto a la Virgen de los Desamparados sería un grupo muy bueno, pero no carismático. Igualmente un grupo que cambiara la alabanza por el rezo del rosario dejaría bien a las claras que ha dejado de ser carismático".
"Con una visión como la carismática tenemos asegurada una cosa, y es que a la Virgen nos lleva el Espíritu Santo. Hay muchas piedades raras y poco teológicas que discuten quién nos lleva a quién. Pues bien, queda claro que tanto a Jesús como a María nos lleva el Espíritu Santo. Y si no creemos esto, es evidente que no nos lleva nadie, sino que adonde vayamos, vamos nosostros."
"Es más llevadera la frase de que la Virgen es mediadora de todas las gracias, como si fuera una alberca que distribuye todo el agua de riego. Es más llevadera, aunque muy atrevida, que sólo se puede entender por su oficio maternal".
Congreso de mujeres de la Renovación Carismática en un momento de oración de intercesión
María e Isabel, el primer grupo carismático
"Yo donde veo más real a María es en la Visitación. Dicen que María fue la primera carismática y es verdad si miramos a la casa de Isabel. Después de la experiencia de Espíritu que significó la Anunciación, la Virgen se agarró a la señal que le había dado el ángel.La única prueba de la acción del Espíritu, el signo, la señal, era que Isabel, a la que llamaban estéril, estaba ya en el sexto mes e iba a dar a luz. María se fue presurosa a la montaña para verlo con sus propios ojos".
"¿Con quién podría hablar lo que le había pasado sino con su pariente que había sido también objeto de un favor divino?. El carismático entiende perfectamente esto porque después de su experiencia del Espíritu le entran ganas de alguien con quien compartir lo que siente. No vale cualquiera, ni siquiera sus padres, porque no le entenderían. Y no son unas ganas cualquiera, sino muy urgentes".
"Al llegar a la casa de Isabel se formó el primer grupo carismático compuesto de las dos madres y los dos hijos, todavía en el seno de ambas. Allí se desataron todos los carismas. Prorrumpe Isabel en profecía: ¡De dónde a mí que me venga a visitar la madre de mi Señor! El niño salta en su seno y las dos alborozadas proclaman la alegría y gozo espiritual del Señor".
"Ambas se aseguran de que ha sido el Señor el que les ha hecho el beneficio, se sienten elegidas y María expulsa de su corazón todos sus temores con la alabanza superungida del Magníficat".
"Tres meses estuvieron juntas, rezando por sus maridos, a los que faltaba la fe y confortándose mutuamente y entregándose ellas y todo lo que sucediera en brazos del Señor. Muchos de estos desbordes pueden presenciarse con frecuencia en cualquier grupo carismático. ¡Cómo sería, qué magnífica alabanza! ¡Qué fuerza del Espíritu habitaría en medio de ellas! Comenzaba el nuevo Testamento, estaba a punto de llegar Jesús, el que había de salvarnos a todos". Así finaliza Chus Villarroel su comentario sobre María en su recién publicada Teología de la Renovación Carismática.